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El dúo onubense Antilópez ayer ante un público entregado.

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El dúo onubense Antilópez ayer ante un público entregado. J. J. GARCÍA

El Zaidín Rock dice adiós con un lleno entre risas y gaitas

Pacientes sin Clínica abrieron con rap la noche, seguidos por Número Primo y el dúo onubense Antilópez

JUAN JESÚS GARCÍA

Granada

Domingo, 15 de septiembre 2019, 02:23

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Como todos los años el Zaidín puso punto final a sus fiestas con otra sesión de rock y alrededores en directo para miles de espectadores dentro y fuera del recinto de conciertos. ¿Diez mil? ¿Quince mil? ¿Más? Las cifras de asistencia en este festival nunca son fijas puesto que la osmótica salida y entrada de personal impide una contabilidad superior a la que permanece dentro del recinto nuevo de más de casi Mil m2 (20.000 personas de aforo sin abusar)

Antonio Arias anticipa en una próxima entrevista en este diario que el ser humano jamás podrá limpiar el planeta, sino que nos tendremos que acostumbrar a vivir como ratas entre la basura. Veamos... Mientras llega ese momento, habría que recordarles a los periféricos de festivales como el Zaidín, la existencia de unas cosas que se llaman 'contenedores', que son cuadrados, grandes, huecos, verdes y sirven para depositar la basura que ellos tampoco querrían en su casa. Una vez más Arias es un visionario.

Eso fuera. Dentro del recinto festivalero todo cambia a la hora de empezar, holgada y vivible antes de que la multitud tome posesión del suelo imposibilitando cualquier movimiento, porque con las horas llega a tener por metro cuadrado la misma habitabilidad que el último after de la ciudad al amanecer.

Mientras el abajo firmante podía moverse por la finca festivalera, si se echó de menos este año la ausencia de 'mercadillo' y demás promociones, ese socorrido entreacto en el que igual se podía comprar una camiseta de los Ramones para un recién nacido que un vinilo de los Credence. Ni siquiera estuvo el kiosco 'violeta' de otros años llamando la atención de unas fiestas libres de acoso: «'No' sigue siendo 'No' también en el Zaidín» como decían. Tan solo unas mínimas mesas de Amnistía Internacional y del colectivo Extinción-Rebelión (preguntándonos si seremos la última especie viva del planeta; la respuesta es obvia según la mencionada (la segunda ya) 'Teoría Arias': claro). Ambos puntos de información estuvieron presentes en un fondo de 'platea' tubular casi infinita.

Sí en cambio, como todos los años, se pudo ver a algunos padres absolutamente irresponsables acercando los tiernos tímpanos de sus chavales a la brutal amplificación sin proteger con auriculares, triturando el futuro auditivo de sus criaturas por ponerse -ellos- en primera la fila. No aprendemos.

J. J. G.
Imagen principal - El Zaidín Rock dice adiós con un lleno entre risas y gaitas
Imagen secundaria 1 - El Zaidín Rock dice adiós con un lleno entre risas y gaitas
Imagen secundaria 2 - El Zaidín Rock dice adiós con un lleno entre risas y gaitas

Junto/as podemos

Pacientes sin Clínica abrieron. Como ayer el rap fue la llave para la noche festivalera. PSC son Fasama y Sara Nievas (con un pasado liderando Saraluce, en un entorno de jazz, blues y rock) y un montón de amigos encima del escenario. Voces críticas sin autotune (ni canutos, ni oros, ni bikinis, ni…) con chispa y letras reivindicativas que ponen al día viejos lemas andinos: «grita, juntos podemos, grita juntas podemos». La sorpresa asomó al final que en dos piezas asomó la Rodríguez Celtic Band patentando juntos una suerte de 'celtirap' inédito, al menos por aquí.

A la segunda va la vencida. Literalmente. Numero Primo miraba estos días las noticias de Aemet para saber si tocaban este año o tampoco, como el pasado. Hay grupos a los que un equipo grande beneficia y otro a los que empequeñece. NP son de los primeros. Tienen oficio y apuran el formato cuarteto-power con ganas y rotundidad. No se adscriben a ningún partido sonoro y pueden recordar a un punks que ya han aprendido a tocar (su cantante si quiere tiene ese algo vocal tan caprino prototípico), como pueden hacer temas devora kilómetros ('Estamos vivos'), un blues reglamentario ('Pequeña felicidad'), que versionar a Raphael montado sobre un juego guitarrero insólito. El número primo solo se divide por sí mismo.

Genios en talla grande

Al dúo onubense Antílopez le hemos estado viendo crecer actuación tras actuación desde que ganaron el concurso Abril para Vivir. Curtidos en bares y mini salas, ahora en formato XXL no pierden ni un gramo de comunicación. «En la vida hay que tener una actitud flamenca» dicen en uno de sus gags y la tienen. Sus chirigoteros monólogos llegan a ser desternillantes, y más cuando desde el minuto uno ya está el público con cuerpo de jota y la sonrisa en la boca: oír ya su nombre, libera endorfinas. Son capaces de dedicar una canción «al de detrás del que esta con el móvil grabándome ahora mismo» (¡otra a los «masters de la Juan Carlos I»!) y la carcajada retumba en el Veleta. Lo de menos es lo que tocan (un pupurrí digno de Moncho Alpuente, el inventor de este palo), ni cómo lo hacen, con un bandón comandado por Tony Romero (del grupo de Jorge Pardo Djinn); todo suma pero el salero de esta pareja no tiene límites ni en tamaño doble XXL.

Como todas las noches a la hora de escribir estas líneas quedaban todavía por actuar los veteranos Sinkope y unos Celtas Cortos dispuestos a darse un baño con burbujas de multitudes.

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