Edición

Borrar
Mikel, al frente de la banda madrileña, anoche sobre el escenario del Palacio de los Deportes.

Ver fotos

Mikel, al frente de la banda madrileña, anoche sobre el escenario del Palacio de los Deportes. ALFREDO AGUILAR

La odisea granadina de Izal

La banda desplegó un montaje escénico con pantallas gigantes e impactantes puntos de luz en la puesta de largo de 'Autoterapia' | Los madrileños arrasaron anoche con un espectáculo pirotécnico en el Palacio de los Deportes

Eduardo Tébar

GRANADA

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Domingo, 28 de abril 2019, 01:55

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Antonio se hacía selfis ayer a mediodía en la terraza del Bar de Eric. «Vengo de Sevilla y estoy esperando que llegue la hora del concierto de Izal», comentaba, birra en mano, junto a su novia. Al anochecer, mientras la maratón generaba un embudo en el tráfico por la zona, largas colas entraban poco a poco en el Palacio de los Deportes. Un público nada tribal. Variopinto. Indeterminado. Pero masivo. A las diez de la noche, la hora anunciada para el comienzo del espectáculo, cientos de seguidores continuaban accediendo al recinto. La pista, con una entrada cuyo precio se acerca a los 40 euros, ya era un hervidero. Ellas lucen camisetas con letras del grupo, estampadas con frases de autoayuda. Como quien convierte el eslogan de un vinilo de pared en dogma de atavío. «Pequeña gran revolución» o «¿Tú qué sabrás?» marcan la tendencia estilística de la velada.

Diez y veinte. Ahora sí, comienza la pirotecnia. Superado el rodaje de rigor en el mercado festivalero, la banda madrileña despliega en Granada el montaje de la gira de 'Autoterapia'. Una puesta de largo ambiciosa, al nivel de las pretensiones de los titanes del rock de estadio. Podrán aburrir a la crítica y engatusar al oyente mundano, pero después de Vetusta Morla están ellos. Autogestionados e imparables. Con este disco han saltado a Europa y cuajan en Latinoamérica. La crisis se llevó la industria discográfica por delante, pero nació otra. Y criaturas bastardas como Izal, con su fórmula previsible, simiente de formaciones clónicas, saborean la melaza de un éxito sincero. Hace justo seis años, picaban piedra en la extinta Polaroid, en Gran Capitán, ante un centenar de modernitos. «¿Alguien de aquí nos vio en la Polaroid o en Granapop?», preguntó el líder en los bises, pasada la medianoche.

Aterrizaje de la nave

Tres pantallas y una explosión lumínica anunciaban el aterrizaje de la nave de Izal sobre el escenario. Así como U2 salían de un limón gigante en 1997, cuando el arte de la canción no estaba reñido con los diseños colosales de arquitectos como Mark Fisher, el quinteto de Madrid irrumpió desde la cosmonave. Todos embutidos en blanco sideral. El guiño explícito a Bowie en 'La increíble historia del hombre que podía volar pero no sabía cómo' aventuraba la odisea espacial, la dulce distopía. Love Of Lesbian apelan al poeta Halley y por aquí van los tiros. El empuje y la diferencia en Izal radica en la voz de Mikel: firme, melódica y arrastradera para el enjambre de gargantas. Porque anoche se cantó absolutamente todo en el karaoke colectivo en Granada, hasta los gimoteos de la versión de estudio.

Una trabajadísima y medida realización proyectaba en directo a los cinco héroes astronáuticos. Con afán narrativo, los temas antiguos y los más cercanos en el tiempo se hilaron en la secuencia. La crítica a las redes sociales y el riesgo de convertirse en yonquis de las emociones de 'Ruido blanco' dio paso al neón de 'Copacabana'. Montañas rusas en píldoras sonoras. Vertiginosos artefactos que embisten con constantes clímax y anticlímax. Momentos como la calma al piano en 'Arte moderno' daban un respiro, pero los cañones de humo devolvían al espectador a ese monolito fulgurante. Por eso incluso se agradeció el retorno del ukelele en 'Agujeros de gusano'.

Al concluir estas líneas sonaba 'El pozo', lo más parecido a un himno directo y tajante que ha parido Izal. Y ya es decir. Mikel nombró, uno a uno, a los 26 integrantes que curran en tan magna representación musical. A continuación, la punzante calma de 'Pausa', la añorada 'La mujer de verde', la radiada 'El baile' y la reflexión de cierre con 'Bill Murray', tras dos horas de sinfonía eléctrica. Si Queen se han puesto de moda con una película, sus nietos putativos de España lo han logrado peldaño a peldaño en menos de un decenio. Como dice el título, sin palos de ciego.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios