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El cantaor onubense Arcángel acaba de ser designado para la cátedra de Flamencología de Córdoba. RAMÓN L. PÉREZ
«En Granada el flamenco debe ser un destino turístico en sí mismo»

«En Granada el flamenco debe ser un destino turístico en sí mismo»

Arcángel, que acaba de ser nombrado director de la cátedra de Flamencología de Córdoba, participa estos días en 'Flamencolorquiano'

JORGE FERNÁNDEZ BUSTOS

Viernes, 3 de agosto 2018, 00:52

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Francisco José Arcángel Ramos es uno de los cantaores más en forma del momento por su voz, por su afinación, por su creatividad y su riesgo. Forma parte, como invitado del Ballet Flamenco de Andalucía, de 'Flamencolorquiano' que se representó en el Generalife el 19 de julio y estará en cartel hasta el 1 de septiembre. El artista hará un paréntesis y dejará su puesto a María Terremoto desde el 5 hasta el 28 de agosto, día en que volverá el onubense para culminar las noches alhambreñas.

–¿Hay que estar afinado para cantar flamenco?

–Hay que estar afinado para cantar cualquier cosa. Me parece una condición indispensable para dedicarse al mundo del arte y en concreto a cantar. Afinar es la regla número uno.

–Su último trabajo versiona a nuestros flamencos contemporáneos que revolucionaron el cante: Camarón, Enrique Morente, Lole y Manuel. ¿Dónde están los límites del cante?

–Hay que diferenciar entre dos cosas muy diferentes pero parece que están ligadas. Una cosa es el límite artístico, que yo creo efectivamente que no hay límite. Cada uno tiene la imaginación artística que tiene y la puede llevar donde quiera. Pero entiendo que para pertenecer a un género en concreto, debemos establecer unas reglas del juego para que todo el mundo tengamos claro o más o menos claro lo que significa. En el mundo del arte, tiene y debe existir la vía de escape de la libertad artística. Sin ponerle vallas al campo, es verdad que hay unos límites imaginarios que más o menos todo el mundo sabemos dónde están, que no es conveniente saltarse a la torera. En el caso de que alguien tenga una inquietud artística, que sea totalmente consciente que esa inquietud artística puede provocar, no digo un rechazo del género, pero sí que esté fuera del contexto donde se venía desarrollando. Que no pasa nada. Estás haciendo otra cosa, artísticamente vendible, pero lo que a mí no me parece bien es ser libre y que los demás que pertenecen a una comunidad en concreto tengan que adaptarse a ti para que tú seas libre. Si yo quiero hacer un disco con las Voces Búlgaras entiendo que alguien de la comunidad flamenca me diga que eso flamenco exactamente no es. Y no me ofenderé.

–También se homenajea a Federico García Lorca, al que se vuelve una y otra vez. ¿No teme que pueda agotarse su figura y su herencia?

–Indudablemente, con el paso de los años, si permanentemente estamos recreando sus obras. Desgraciadamente no va a escribir nada nuevo. Se puede caer en ese hastío de repetir continuamente lo mismo, pero Lorca son tantos 'lorcas' y tantas visiones que se pueden hacer de sus obras… ¡Dejó tanto hecho! Hay otros muchos poetas a los que se puede acudir, pero Lorca es una fuente inagotable. Es increíble cómo una persona que no está con nosotros da tanto.

–¿Cómo ve que el 'Legado Lorca' regrese a Granada?

–El Legado tiene que venir a donde tiene que estar. Lorca es una persona que estaba orgulloso de su ciudad, la defendió y posiblemente por volver tuvo el final que tuvo. Literalmente pagó con la vida el amor a su tierra. También me parece que es profeta en su tierra. Granada es una ciudad que se ha convertido en lorquiana. No sólo lo acepta sino que presume de su figura. Eso es bonito, lo que tiene que ser.

–En 'Flamencolorquiano' se acerca a Lorca y a Morente. ¿Hasta qué punto ha influido Enrique en su cante?

–Me ha influido en todo. No se me caen los anillos por reconocer las cosas. Enrique quizá sea la persona que más me ha influido, no sólo en el cante, sino en todos mis planteamientos artísticos y no artísticos. Ha marcado mi vida. Conocer a Enrique Morente y poderlo tratar, me cambió la vida. Ni más ni menos. Es una persona que recuerdo todos los días. Estaré siempre agradecido los conocimientos que adquirí estando a su lado, sin él pretender enseñarlos, que es lo bonito. No pretendía enseñar nada, simplemente estabas a su lado y, si eras un poco observador de cómo era su comportamiento, aprendías muchas cosas.

–¿Cómo lleva lo del traje claro y pajarita en el espectáculo de Lorca?

–Regular. En mi vida he ido vistiendo como el viento me ha llevado. Sí, me he puesto mis trajes y tal, pero no es una vestimenta para mí habitual, yo soy más de andar por casa. Pero bueno, en la obra simboliza la época, meterse en el contexto de lo que se está representando. Es una parte del espectáculo que debes asumir como no puede ser de otra manera.

–¿Cómo es Rafael Estévez como director?

–Es un tipo bastante inteligente, con una formación tanto musical como artística en general bastante amplia. Tiene muy claro lo que quiere y lo que quiere de cada cual. Nos conocemos hace muchísimos años, como treinta años, somos los dos de Huelva. Creo que tanto él como Valeriano han imprimido un sello importante al Ballet Andaluz. El espectáculo me encanta. Lo veo cada día y hay imágenes que no voy a olvidar nunca, como la de 'La Tarara', cuando simulan esa procesión, alguna de las músicas que hay, el Camborio… Hay imágenes en ese espectáculo que son potentísimas. Yo no he tenido la oportunidad de verlo, porque la estoy cantando en ese momento, pero me han dicho que la proyección que me acompaña cuando hago 'La aurora de Nueva York' es espectacular.

–Seguro que está grabada en vídeo.

–Sí, pero soy poco amigo de verme yo a mí mismo. Todavía en soledad soy capaz de soportarme, pero como haya gente delante lo apago.

–Su trabajo anterior, 'Tablao', trataba de recuperar el ambiente de aquella época, pero también de acercar el flamenco al público. ¿Qué tiene Arcángel de maestro?

–De maestro nada ni lo pretendo. Fíjate que me acaban de nombrar director de la Cátedra de Flamencología de Córdoba, y mi labor precisamente va a ser la de desdramatizar la labor del director. Creo que una cosa es que alguien dirija los contenidos de un curso o unos conocimientos que se quieren trasladar para que la gente los vea atractivos y otra que uno sea yo, mí, me, conmigo. Entiendo que yo sea el director, pero me voy a rodear de un equipo y voy a intentar sobre todo rescatar gente joven que se interese por el flamenco.

Cátedra de Flamencología

–Ya que lo menciona, como nuevo director de la Cátedra Agustín Gómez de la Universidad de Córdoba. ¿Es el flamenco la asignatura pendiente de nuestra educación?

–Sin duda alguna. Por eso, entre otras muchas cosas, he aceptado este cargo para trabajar en ese sentido. En el foro de la universidad intentaremos estrechar lazos para que el flamenco acabe siendo una materia de estudio. Pero tampoco me gustaría que fuese una materia de estudio pormenorizada. No hace falta eso. Lo primero que debe sentir el andaluz es sentirse orgulloso del flamenco y reconocido en él. Y para eso no hace falta saber cuál es la malagueña de Chacón. Sólo hay que reconocer que hay algo que se llama flamenco, que hay unos señores que lo elevan a la categoría del arte, porque son profesionales, y sobre todo es algo que nos representa y dice mucho de cómo somos y nos manifestamos. Con eso me basta. Por eso digo que de maestro tengo poco y de catedrático menos. Nuestra labor es precisamente esa: difundir el flamenco de una manera auténtica, porque nosotros somos quienes estamos escribiendo las páginas del flamenco precisamente.

–¿Qué opina del flamenco granadino?

–Granada tiene un sello muy determinado. Hay varias vertientes y varios nombres propios con mucho peso en la historia del flamenco. Si vemos en el baile: Mariquilla, Mario Maya; la guitarra, Marote, los Habichuela; y en el cante indiscutiblemente Morente, los Heredia, Nene de Santa Fe, El Polaco… Aquí hay una afición y una forma de hacer flamenco muy importante. En Granada, al igual que la Alhambra, el flamenco debe ser un destino turístico en sí mismo. La gente debe venir a Granada en particular y a Andalucía en general a ver algo que se llama flamenco. No que te expliquen que hay una cosa que se llama flamenco. Tenemos que conseguir la sinergia necesaria para que la gente venga buscando eso. Luego que se encuentre con las playas y con la ciudad y no al contrario.

–¿Cuál es el siguiente paso?

–Si yo lo supiera lo contaría sin ningún problema, pero no lo sé ni yo. Estoy bastante ilusionado con esto de la Cátedra, porque llevo dentro el querer hacer cosas por el flamenco. Intentar que el flamenco esté en el sitio que se merece y luchar para que todo el mundo conozca el flamenco y lo conozca de verdad y conozca cómo somos, que a veces parecemos bichos.

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