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José Antonio Muñoz
Miércoles, 24 de julio 2019, 10:52
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Mabel Millán nació en Montilla (Córdoba), es licenciada en Derecho y prepara las oposiciones de Judicatura estudiando ocho horas al día. Pero se diferencia del resto de opositores que harán su primer examen en octubre en que tiene un Premio Grammy en casa. Y eso porque, además de aspirar a ser hábil con el mazo y las leyes, es mucho más que hábil con una guitarra en las manos. El sábado actuará en el Centro Lorca dentro del Festival de la Guitarra, y durante esta semana está grabando en Granada el primer disco que edita tras conseguir el Grammy a 'Mejor obra clásica contemporánea' por el registro de 'Sonata del Decamerón negro' de Leo Brouwer. Esta es una producción de la European Guitar Foundation y del sello Naxos, dirigida por Vicente Coves y con Cheluís Salmerón como ingeniero de sonido.
Con una guitarra también granadina –con factura de Antonio Marín Montero–, Millán va a interpretar obras de Malats, Sor, el granadino Ruiz Pipó, Turina, Sáinz de la Maza, Castelnuovo-Tedesco, Brouwer y Mertz. En el propio estudio, en un descanso de la grabación, afirmó estar «ilusionada, por la oportunidad de grabar en esta ciudad que tanto me ha dado. El primer disco fue una propuesta de una discográfica mexicana, que me llegó sin esperarla. Todo, hasta la consecución del Grammy, fue una sucesión de alegrías inesperadas». Sobre esta nueva grabación, afirma haber dado un giro en la selección de las piezas: «El anterior fue algo más formal, contemporáneo, más denso. En este interpreto música más cercana, indicada para personas que se están iniciando en el conocimiento, e incluso en la interpretación, de la guitarra».
Desde que 17 años atrás tomara por primera vez una guitarra entre las manos, Millán ha ido labrando una carrera en la que han tenido mucha importancia los concursos. «Siempre he sido muy 'concursera'. Allá donde había uno, le decía a mis padres que me llevaran». Escogió la guitarra porque siempre le gustó mucho cantar, «y vi que era un instrumento manejable, capaz de acompañar cualquier música», dice sonriendo. Tras la consecución del Grammy, su carrera se disparó: «He tocado en EE UU, Latinoamérica, países europeos… Pero he bajado sustancialmente mi ritmo de conciertos porque me he centrado en obtener una plaza como jueza, y llevo ya dos años preparando las oposiciones». Fue una decisión difícil, pero plenamente consciente. «Tuve alguna tendinitis en los dedos, y ello me hizo pensar que, aunque la guitarra va a ir siempre conmigo, tengo que tener otro medio de vida».
Su espejo es David Russell, por varios motivos. Primero, «porque le da más importancia a la música que al exhibir las cualidades como instrumentista, el virtuosismo». Y luego, por su forma de ser: «Aunque es muy grande, es a la vez una persona muy humilde», comenta. «En un concierto cabe de todo: hay oportunidades para demostrar la técnica, pero también es preciso conectar con el público a partir de los sonidos», comenta. Sus autores favoritos forman parte del imaginario colectivo de la guitarra: Tárrega, Joaquín Rodrigo, Turina… «Todos los españoles, y también Brouwer». No coincidió con este último, sin embargo, en su etapa cordobesa, ya que estuvo estudiando fuera, en Barcelona, Baleares y Venezia.
Se define como una persona constante. «Es preciso estudiar todos los días. Si no lo haces, te caes». Y humilde, también. Ello le permitió valorar en su justa medida la concesión del Grammy, un premio que, tras recibirlo, provoca un instinto irrefrenable de ciertos prójimos de dar palmaditas –casi siempre interesadas– en la espalda. «Valoro mucho el premio, pero nunca he dejado de tener los pies en la tierra», comenta. Por ello, no ha dudado en rechazar compromisos tan golosos como una serie de conciertos en Roma para marzo de 2020. «Si me coincidiera con un examen, no podría ir, y ante todo, soy muy seria con muy trabajo», afirma.
Siempre encantada de volver a Granada, una ciudad que empezó a conocer cuando era una niña y a la que ha vuelto en múltiples ocasiones, afirma que en esta ciudad ha encontrado «cariño, y grandes profesionales. Que haya un festival tan importante coloca a Granada en el mapa de la guitarra. Estar en un cartel donde también aparecen Los Romero es un auténtico lujo».
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