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Alisa Host camina por el mural que ha pintado en el Paseo de Cartuja. PEPE MARÍN

Un mural nómada en el Paseo de la Cartuja

Alisa Host es un artista suiza que, tras el confinamiento, decidió recorrer el mundo para pintar en sus paredes. Acaba de terminar un mural de 20 metros en Cartuja que une Estocolmo con Granada y con su propia vida

Martes, 12 de julio 2022, 00:48

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Primer lunes de mayo de 2022. Una chica rubia, vestida de colores vivos y con aires de Pippi Calzaslargas, recorre el Paseo de Cartuja arrastrando un peculiar carro de la compra. El carro es verde militar, con una tela vaquera cosida en la parte inferior y la bandera de Suecia bordada en un lateral. De los bolsillos frontales asoman un puñado de pinceles y brochas. Y la tapa está decorada con una brújula y un mapa de Europa pintados a mano con la leyenda «Temps nomades». Tiempos nómadas. En el interior del carro no lleva frutas ni verduras, lleva su ropa, sus libros, sus cosas; su hogar.

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Al llegar al Café María Dolores, a la altura de la Jefatura Provincial de Tráfico, una pared sucia, larga y emborronada llama la atención de la joven, que frena en seco para observar con detenimiento. Unos minutos después, entra en el bar y saluda a Lola, la dueña. «¿Podría pintar en ese muro?», pregunta, en un español muy forzado, mostrando un pincel con la mano. Lola, extrañada, visualiza la pared y responde sin dudar demasiado: «Pues claro». La extranjera sonríe alegre ante la idea de tener 20 metros para contar, con colores, el fin de las mascarillas. Lola, apoyada en la barra, se pregunta quién será esta chica. «Me llamo Alisa. Alisa Host», sonríe ella.

Alisa Host nació en Ginebra, hace 33 años. Tras publicar varias novelas y trabajar como artista y diseñadora, el 21 de marzo de 2020 su vida, como la del resto del universo, cambió de un chasquido. Alisa tenía la oficina en Francia pero vivía a ciento y pico kilómetros, en Suiza. Con la llegada de la pandemia, las fronteras se cerraron y no podía volver a casa, así que decidió que no tendría una: sería nómada. Un sueño que, en realidad, llevaba rumiando tiempo, desde que años atrás recorrió el Camino de Santiago y se imaginó viviendo así, sobre los pies. Unos amigos le hablaron de una granja en Trapnnäs, al norte de Suecia, país que nunca confinó a sus vecinos ni cerró las carreteras, por lo que podría llegar sin problemas. Cogió el coche, cargó sus cosas y empezó la aventura.

Lola y Alisa, en el mural. P. M.

Acostumbrada a los lienzos y a exponer en galerías, Alisa creyó que dejaría el arte de lado. Entonces, uno de los inquilinos de la granja le propuso que pintara un muro. «No tienes que dejar de hacer arte porque no tengas un hogar –le dijo–. Puedes hacerlo en los muros». Desde ese momento, pintar murales se convirtió en su modo de vida. Se hizo con un carro de la compra para llevar su equipaje y sus materiales y salió por Europa, dejando un rastro de pinturas que empieza en Trapnnäs y termina en Granada, a 4.000 kilómetros de distancia, en una pared del Café María Dolores.

Sin mascarilla

Dos meses después de aquel paseo por Cartuja, Alisa Host llega al bar de Lola con el trabajo hecho. En cuanto termine la entrevista se marchará de Granada, posiblemente a Valencia, aunque se dejará sorprender. «Siempre me dejo sorprender», dice. Los 20 metros del muro son un viaje «desde Estocolmo hasta Granada sin mascarillas», como reza la pintura. 20 metros en los que Granada y Estocolmo se unen con un puente imposible que recorre, de un brochazo, los 4.000 kilómetros que nos separan. 20 metros que empiezan con una chica alegre, quitándose la mascarilla, y terminan con Nils Anders Tegnel, el epidemiólogo que creó el modelo sueco contra la pandemia. 20 metros que son, de alguna manera, la historia de la propia Alisa.

Imagen principal - Granada | Un mural nómada en el Paseo de la Cartuja
Imagen secundaria 1 - Granada | Un mural nómada en el Paseo de la Cartuja
Imagen secundaria 2 - Granada | Un mural nómada en el Paseo de la Cartuja

«El mural no es en absoluto un mensaje antimascarillas. Para nada. Las mascarillas han sido importantes. El mural es un canto a la alegría, a la libertad. Es un homenaje al fin de la pandemia más dura, la que hemos pasado todos. Por eso lo termino con las banderas de Europa, para subrayar que es un mensaje global».

Las últimas semanas, Alisa ha vivido en el Albaicín, con un grupo de amigos que conoció al poco de llegar. «Granada es hermosa. Es mi nueva ciudad favorita. Hay tanto arte por las calles, con las guitarras y la música... Granada me golpeó. Hice amigos internacionales muy rápido y me han ayudado todo este tiempo. Seguro que vuelvo». La artista nómada no vive del aire, claro. Por un lado, tiene los murales que le encargan y, por otro, da clases de inglés y francés online. «Se me dan bien los idiomas y escribir. Mis dos libros publicados son en francés. El primero trata sobre el Camino de Santiago y el segundo sobre Nepal. Ambos tratan sobre vivir andando. ¡Tuve una época que iba firmando libros por Suecia y todo!», ríe, al recordar.

P. M.

Lola observa el mural con alegría. «Ha estado dos meses trabajando y no ha pedido más que agua y un Nestea de vez en cuando. Es estupendísima». Alisa, orgullosa, está lista para el siguiente destino. «Viajo siempre en autobús por el carro. No puedo meterlo en un avión –bromea, divertida–. Y este carro es más que mi equipaje. Es mi hogar».

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Granada | Un mural nómada en el Paseo de la Cartuja