El Ministerio de Cultura no reclamará el taujel de la Alhambra en Berlín porque «la salida fue legal»
«Con la información que tenemos, no se trata de una reclamación de tráfico ilícito de la pieza y el Estado no es competente», dice la Dirección de Bellas Artes
Todas las miradas apuntaban al Ministerio de Cultura, y el Ministerio de Cultura ha hablado a través de la Dirección General de Bellas Artes. No, ... no pedirá la vuelta de la maravillosa bóveda de la Alhambra que se expone en el museo berlinés de Pérgamo desde 1978. «Con la información que tenemos de la pieza –aseguran a IDEAL– no se trata de una reclamación de tráfico ilícito porque fue una salida consentida y legal, por lo tanto el Estado no es competente» para acometer este tipo de acciones. Asunto ¿zanjado? Por parte del Gobierno parece que sí, que este tema no estará en su agenda ni en el corto, ni en el medio, ni en el largo plazo, aunque en Granada hay voces relacionadas con el patrimonio que insisten en que habría que explotar otras vías como la diplomática.
La cuestión es que, según consta en los documentos, la salida del taujel fue una condición que puso el Dueño del Partal en aquel momento (finales del decenio de 1880), Arthur von Gwinner, para ceder su finca al Estado el 12 de marzo de 1891. Tuvo el beneplácito de las autoridades, que incluso dedicaron una placa a este señor por su generosidad. A esto, algo admisible en su época y una auténtica aberración desde una visión actual, se agarra el Estado para decir que no, que no va a iniciar ningún contencioso con el Pérgamo ni con el Gobierno de Alemania.
Más allá de las reacciones que se puedan producir, lo que está claro es que la situación del Pérgamo, que ha cerrado durante catorce años para acometer la reforma más ambiciosa de su historia (1.500 millones de euros), abre una ventana de oportunidades para que se exploren caminos que impliquen, al menos, una cesión temporal de ese precioso techo ortogonal que hubo durante siglos en la Torre de las Damas del Partal. Y, según ha podido saber este periódico, en esa dirección está caminando el Patronato de la Alhambra.
Red de Museos de Arte Islámico
La Alhambra está trabajando en la reactivación de la Red de Museos de Artes Islámicos, un ente que se constituyó en 2007 para el intercambio de conocimientos y experiencias entre las principales instituciones museísticas con fondos islámicos. Ahí estaba la Alhambra y ahí estaba también el Pérgamo.
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Bajo el paraguas de este ente, el Patronato ya ha propuesto al Pérgamo asumir la restauración del techo de la Torre de las Damas en Granada aprovechando que el Pérgamo mantendrá sus puertas cerradas hasta 2027. Básicamente porque los mayores expertos mundiales en la rehabilitación de este tipo de maderas están en la Alhambra. El Pérgamo, sin prisa alguna –tiene catorce años por delante–, no se ha manifestado ni a favor ni en contra de esta idea.
La intención de la Alhambra es plantear la firma de un protocolo que implique el traslado del taujel desde Berlín a Granada, la intervención por parte de los restauradores en los talleres de la Alhambra, la exhibición al público durante un tiempo y el retorno nuevamente a Berlín. Un proceso que también se aprovecharía para abordar la digitalización de esta joya y valorar otras posibilidades de divulgación basadas en las nuevas tecnologías y en la inteligencia artificial.
La cuestión es que, técnicamente, el transporte entre Berlín y Granada no alberga mayor complejidad. De hecho, la cúpula ortogonal se desmontó y se trasladó al Museo Metropolitano de Nueva York con motivo de una exposición sobre Al Ándalus que se celebró en 1992. El Patronato de la Alhambra también la solicitó ese mismo año para fines similares, pero no hubo tanta suerte.
¿Paralelismo con los mármoles del Partenón de Atenas en el British?
Son muchos los ejemplos de patrimonio que, por arte de birlibirloque, estaban en un país y acaban en otro. El caso más palmario es el de los mármoles del Partenón –frisos, metopas y esculturas– que se encuentran en el Museo Británico. El Conde de Elguin, que interpretó a su manera unos supuestos permisos de las autoridades otomanas, arrambló todo lo que pudo en el Partenón en 1801 y terminó vendiéndoselo al Bristish por 35.000 libras. Grecia lleva años reinvindicando al Reino Unido que le devuelva lo suyo.
El caso del taujel es distinto. Todo fue legal. Arthur von Gwinner recibió la noticia de que la Torre de las Damas estaba en venta en 1880, cuando se trasladó a Madrid para trabajar en una entidad bancaria. En 1886 la compró junto a los jardines colindantes, pero cinco años después, el 12 de marzo de 1891, la cedió al Estado español ante la imposibilidad de atender a su nueva propiedad. Su generosidad no salió gratis. Se llevó con la aquiescencia de las autoridades la cúpula del mirador –la que hay actualmente es una copia– para instalarla en su apartamento berlinés de la Rauchstrasse y luego en la Sophienstrasse, donde se mudó con su familia en 1928.
Gwinner murió en 1931. Su hija Charlotte heredó el taujel, que tuvo que trasladar durante la II Guerra Mundial por la amenaza de los bombardeos sobre Berlín. Lo guardó en una casa de campo en Osterburg, Sajonia. Tras la finalización de los combates, Charlotte lo instaló en una vivienda de Baviera. A su muerte, en 1972, fue su sobrino Wolfgang Klinger quien heredó el tesoro. Y fue este quien se puso en contacto con el director del Patronato de la Alhambra, Antonio Fernández Puertas, para vendérselo. El monumento solicitó al Ministerio de Cultura fondos para realizar la transacción por veinticinco millones de las antiguas pesetas, pero el Gobierno lo denegó arguyendo que las arcas públicas no estaban para este tipo de gastos.
En 1978 el Museo de Pérgamo de Berlín adquirió el bien por el precio de 500.000 marcos alemanes y, desde entonces, se exhibe en sus instalaciones.
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