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Antonio Higueras posa junto a su libro. JORGE PASTOR

Antonio Higueras | Psiquiatra y autor de 'Navegando por la locura'

«Mi mayor satisfacción es que un paciente me agradeciera devolverle las ganas de vivir»

El doctor Higueras repasa en un libro sus 40 años de ejercicio de la psiquiatría en Granada y su determinación por cerrar el manicomio

Jorge Pastor

Granada

Domingo, 30 de julio 2023, 23:55

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Antonio Higueras nació en Linares en 1949. «Quiero a mi ciudad natal, pero estuve allí lo que duró el puerperio», bromea. Su vida y su profesión de psiquiatra están ligadas a Granada, donde se licenció en Medicina. Fue jefe del Servicio de Psiquiatría del Virgen de las Nieves, gerente del Instituto Andaluz de Salud Mental y profesor en la UGR. Se jubiló hace cuatro años, un periodo que ha empleado para entregarse a su otra gran pasión, la vela, y para escribir 'Navegando por la locura'.

El título del libro funde sus dos pasiones, la psiquiatría y la vela. Leyéndolo tuve la sensación de que navegar es una terapia para usted...

–Así es. No he encontrado momento de mayor relajación que navegando a vela sin ruidos. ¿Qué he hecho durante cuarenta años? Recalar en distintos puertos, pero siempre en el barco de la psiquiatría.

Estamos en la puerta del Virgen de las Nieves ¿qué ha significado este hospital en su carrera?

–La culminación de un sueño. De pequeño mi padre nos llevaba a veranear a Alfacar, pasábamos por aquí y veía este hospital. Siempre pensé que trabajar aquí sería una chulada. Y fíjate: me he tirado treinta años.

Higueras en la puerta del Hospital Virgen de las Nieves. JORGE PASTOR

Como gerente del Instituto Andaluz de Salud Mental propició en los 80 el cierre del manicomio de Granada, que estaba en lo que hoy día es la Facultad de Bellas Artes. ¿Cómo era aquello?

–Estuve seis años viviendo en el manicomio. Mi dormitorio, mi equipo de música, mi casa... Me dieron una plaza de alumno interno durante la carrera. Al vivir veinticuatro horas, no había nada que no conociera en primerísima persona. Desde las pocas cosas encantadoras hasta las más horribles. Algunas auténticas pesadillas. Conocí ese inframundo, un lugar de hacinamiento, un almacén donde se mezclaban las patologías con ancianos, vagabundos, insurrectos del régimen, delincuentes, epilépticos, dementes... Y todo al margen del sistema sanitario. Había un solo enfermero para 450 internos. Y como era culto y escribía a máquina, lo tenía el director de secretario. Las inyecciones las ponía cualquiera, sin ningún conocimiento.

Portada del libro. JORGE PASTOR

¿Cómo logró el desmantelamiento?

–Fui designado miembro de un comité de expertos y tuve la posibilidad de redactar el guion de lo que sería el cierre de los ocho hospitales psiquiátricos de Andalucía. No se trataba solo de cerrar, sino de buscar alternativas. El manicomio murió de inanición porque generamos una serie de recursos que sostenían el sistema.

Reclusión

«El manicomio era un lugar de hacinamiento donde había un enfermero para 450 internos»

¿Qué sintió cuando pegaron el cerrojazo?

–Se me agolparon todas las dificultades de cinco años. Y sentí la satisfacción de haber cumplido una tarea. Me encantó que un lugar lúgubre se convirtiera en la Facultad de Bellas Artes.

¿Hubo mucho rechazo social?

–Hubo rechazo amparado en el miedo. Un miedo que no se circunscribía solo a los ciudadanos, sino a los familiares, que se preguntaban si iban meter a los enfermos en casa; a la administración de justicia, porque era un reducto donde internar a quienes habían cometido un delito por un trastorno mental; miedo de los agentes de orden público; de los profesionales sanitarios... Había verdadero pánico.

Higueras con su libro. JORGE PASTOR

¿Qué cambio supuso la creación de las unidades de salud mental?

–El amparo de un modelo sanitario. Cuidados de enfermería, más profesionales... llevar a la sanidad una especialidad que estaba fuera de ella. Luego esto se ha desvirtuado hasta lo indecible.

¿Hay algún momento en su carrera que haya tenido la tentación de tirar la toalla?

–No. Soy un adicto a la psiquiatría desde que empecé en este campo. No me la quito de la cabeza.

Metas profesionales

«Trabajar en el hospital Virgen de las Nieves fue para mí la culminación de un sueño»

Usted ha abordado la psiquiatría como médico, como profesor y como gestor. ¿Desde dónde considera que ha tenido más capacidad de cambiar las cosas?

–Desgraciadamente como gestor. Creé catorce unidades y cerré el manicomio con ayuda de la administración. Pero mi mayor satisfacción era el cambio de cara del paciente que se quería suicidar, me cogía la mano y me decía «no sabes lo que agradezco que me hayas devuelto la ganas de vivir».

Libro de Higueras. JORGE PASTOR

¿Cree que hemos involucionado en el tratamiento de las enfermedades mentales?

–Sí. Es la deshumanización envuelta en blanco y verde. En el fondo subyace la comodidad, la impunidad, la distancia, la frialdad... aunque siempre hay excepciones de doblarse.

Usted se ha mostrado muy crítico con el abuso de las medicinas. Quién gana en todo esto ¿las farmacéuticas?

–Sin duda. El modelo médico se resume en diagnosticar, es decir en poner una etiqueta, y abordar el tratamiento de esa etiqueta. Cada año se registran decenas de nuevas etiquetas y detrás de ello puede haber un fármaco o una indicación farmacológica. Si se implanta un medicamento en tal país para niños hiperactivos, por ejemplo, eso se multiplica por todo el orbe. Yo fui profesor de Farmacología, le tengo mucho respeto a la especialidad. En psiquiatría se manejan cinco grupos de fármacos, pero muy mal, todos mezclados. Prescripciones excesivas y combinadas. Medicamentos que se usaban en los años sesenta, como los antisicóticos, actúan sobre el paciente calmando los síntomas más estridentes. Así podemos charlar con él, nuestra única herramienta de diagnóstico. Esto es como si una operación se acabara con la anestesia.

¿Hasta qué punto se edulcora la realidad en torno a los enfermos mentales?

–Soy poco dado a las palabras edulcoradas. Salud mental es un concepto utópico, un eufemismo ¿Te imaginas diciendo en oncología 'salud celular'? A uno no lo tratan de 'salud mental'; lo tratan en un lugar donde se abordan las patologías mentales.

Higueras trabajó 30 años en el Virgen de las Nieves. JORGE PASTOR

¿Que le sugiere la palabra loco?

–Yo la usaba teñida de cariño. Mis loquillos. Los que yo sacaba a jugar al fútbol. Pero comprendo quien quiera ver ahí un estigma. La palabra loco no es afortunada.

¿Qué sería lo correcto?

–Lo correcto sería sicótico, el que ha perdido el contacto con la realidad.

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«Mi mayor satisfacción es que un paciente me agradeciera devolverle las ganas de vivir»