«El turismo está acabando con el centro de Granada»
El lorquino, formado en la UGR, presenta 'Homo Viator', un libro de viajeros, este viernes 17 en la Librería Picasso, a las 19.00 horas
Pepe Pérez-Muelas (Lorca, 1989) empezó a viajar de niño, abriendo el atlas del mundo y paseando su dedo índice por los destinos más bellos. ... Desde entonces, ya sea con sus maletas o dentro de sus libros, siempre está volando. «Volvimos ayer del viaje de novios, por Egipto y Estambul», dice. Pérez-Muelas es el autor de 'Homo Viator' (Siruela, 2023), un ensayo tan entretenido como enriquecedor en el que ahonda en el descubrimiento del mundo a través de los viajeros. Un apasionante recorrido que nos invita a hacer del viaje una forma de vida y a condensar, de alguna manera, el infinito en un mapa. Lector voraz y profesor de Lengua y Literatura en Sevilla, se formó en Granada, ciudad a la que vuelve para presentar su libro. Será este viernes 17 a las 19.00 horas, en Librería Picasso, junto a Jesús Lens.
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–Una vez más, el viaje le trae de vuelta a Granada…
–Sí, Granada es una ciudad fundacional para mí. Cuando salí de Lorca, con 17 años, para estudiar Filología Hispánica en la UGR, Granada fue un descubrimiento. Un nacimiento. Tuve profesores estupendos y me embebí de la cultura que se descubre en la juventud. Me fui creyendo el oficio de escribir en Granada. Es una ciudad a la que le tengo mucho cariño. Granada es volver a casa.
«Me fui creyendo el oficio de escribir en Granada. Es una ciudad a la que le tengo mucho cariño»
–¿Tiene algún lugar especial?
–Algo que hago en mis viajes, presente en el libro, es hacer de las ciudades un territorio sentimental. Eso me pasa con Granada. Como viví en el Colegio Mayor Cisneros, le tengo un cariño especial al final de Recogidas y al Parque Federico García Lorca. Luego me mudé al entorno de la Plaza de la Romanilla, antes de que se convirtiera en un parque temático de bares y turistas… Por supuesto, el Albaicín, el Realejo, Puerta Elvira, Cartuja… Lo que me pasa ahora cuando vuelvo a Granada es un poco triste porque al pasear por esos sitios siento que ya no son míos, que no conozco a la gente, que los bares han cambiado.
–¿Qué es 'Homo Viator'?
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–Es una obra poliédrica. Ante todo es un libro que alberga muchos viajes, muchos libros, muchos lugares y muchas bibliotecas. Es un compendio de caminos. Y me gusta aclarar que no se trata de un libro de viajes, sino de viajeros. En este sentido, intento contar la historia del mundo a través de las personas que lo han recorrido y acercarme, por ejemplo, al Egipto faraónico no con los ojos académicos de hoy, sino a través de Herodoto o Napoleón.
–Octavio Paz, Rudyard Kipling, Kapuściński, Auster, 'La Ilíada', 'Lawrence de Arabia', Julio Verne, Saint-Exupéry...
–Lo que hago es mezclar viajeros decimonónicos, más oficiales, con otros ficticios. Auster, por ejemplo, fue mi puerta de acceso para conocer el Himalaya, donde no he estado.
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«Yo, como profesor, te digo que es raro que la gente tenga una biblioteca en casa»
–Es una lectura muy entretenida y, al mismo tiempo, repleta de nombres, recuerdos, citas...
–Tiene mucho de mí. Los viajeros que están son los que me han hecho viajar desde niño: mis lecturas, mis referencias culturales… Tuve la tremenda suerte de tener una biblioteca en casa, algo que no todo el mundo tiene. Yo, como profesor, te digo que es raro que la gente tenga una biblioteca en casa, con 20 o 30 libros. Una casa donde hay hábito de leer se contagia y se asume como algo normal. Este libro sirve como homenaje a los autores que me han formado.
–Y está ese momento en el que los lectores decimos «yo estuve ahí».
–¡Claro! Pero ocurre que no todos visitamos la misma ciudad. Estoy seguro de que si vamos a Bolonia a la vez, los dos tendremos una experiencia diferente porque tenemos lecturas diferentes. Las ciudades se amoldan a tus exigencias. Me pasa constantemente con Roma, una ciudad a la que necesito volver de vez en cuando… Aunque el turismo esté acabando con ella, como tristemente pasa con otras ciudades.
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«Hay un McDonalds al lado del Panteón, del Arco del Triunfo y de la Catedral de Granada»
–¿Viajamos mal?
–No quiero hacer un juicio moral, cada uno viaja como puede y quiere. La modernidad ha democratizado los viajes. En los 60 tenías que vender un riñón par pasar una semana en Roma. Hoy hay vuelos asequibles, te alquilas un apartamento… Eso ha hecho que el turismo masivo se generalice. Roma, París, Viena o Estambul se parecen más entre ellas que hace 100 años. Son menos particulares. Y hay un McDonalds al lado del Panteón de Roma, del Arco del Triunfo y de la Catedral de Granada…
–¿Tiene solución?
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Las ciudades pierden personalidad porque hay un público general que no quiere profundizar en los territorios. A mí me interesa otro tipo de dinámica, me gusta perderme, estudiar, prepararme la ciudad… Es una pena, pero no sé si tiene solución. Quien viva del turismo en Granada lo verá perfecto y lo entiendo. Pero desde el punto de vista cultural nos estamos cargando el centro de las ciudades históricas, como Granada. Europa se ha convertido en un parque temático.
–El viaje de 'Homo viator' une libros y viajeros y termina, precisamente, en un cementerio.
–Fui consciente de cómo iba a ser el final desde el principio. Tenía que acabar en un lugar importante, el Cementerio Acatólico de Roma. Creo que es un gran epílogo: un libro de viajeros tiene que acabar en un cementerio de viajeros. Es, insisto, un homenaje a todos ellos.
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