Las recomendaciones literarias de la semana para los lectores de Ideal

Allí la protagonista deberá reflexionar sobre su vida pasada y su nueva vida, sobre la necesidad de redimensionar la importancia de las cosas para seguir adelante a pesar de las adversas circunstancias del contexto familiar (su exmarido William con un cáncer, sus hijas con diversos problemas) y todo ambientado en esa realidad compleja de mundo que se acaba en el que ella realiza una introspección sobre su propia vida que se desarrolla paralelamente a las circunstancias históricas que tambalean los valores norteamericanos que todos pensaban inmutables a raíz del trumpismo y su ideología radicalizada. Para desarrollar la obra Strout utiliza un lenguaje claro, por momentos coloquial, dibujando personajes contradictorios en sus actitudes. Una novela que explora la realidad y nos sitúa frente al espejo de lo que somos.

Por José María García Linares

Se escribe para dejar constancia. Ya sea de la derrota, de la plenitud o del vuelo azul de un sueño recién escapado. La cuestión es dar sentido a la vivencia, al estar, al sufrimiento tantas veces inexplicable de una vida que tiene como única razón de ser la de vivirse. El nuevo libro de Miguel Ángel Vázquez, Más allá del bien y del mar (Caniculares) hace del asombro una poética que huye de cualquier utilitarismo: «¿Para qué sirve un / Miguel Ángel Vázquez? // Me piden que sirva, / yo, / que quiero ser poesía». Imposible no recordar esa «utilidad de lo inútil» del recientemente desaparecido Nuccio Ordine en este libro compuesto de salitre, de tierra, de luz y tiempo.

Por C. de la Rosa

De pocos faraones de Egipto se ha escrito tanto como de Tutankamón, en parte debido a las especiales circunstancias en las que se halló su tumba a comienzos del pasado siglo. La doctora en Arqueología por la Universidad de Oxford, Joyce Tyldesley, desvela en este libro, subtitulado 'Faraón, icono, enigma', a un gobernante que queda lejos de la imagen que nos ha transmitido cierta literatura popular. El Tutankamón –o Tutanjatón, su nombre original– que dibuja Tyldesley, apoyada en fuentes primarias, es el de un faraón que en los diez años en que gobernó quiso traer la paz a un vasto territorio dividido por las guerras de poder y que casi consiguió sus objetivos.

Por José Abad

Arthur C. Clarke es uno de los máximos exponentes de la ciencia ficción del siglo XX gracias a títulos como El fin de la infancia, 2001: Una odisea espacial o el que hoy nos ocupa, Cita con Rama, publicado por el sello Nova con unas magníficas ilustraciones de Björk Stiernström. Cita con Rama se inscribe dentro de lo que conocemos como «ciencia ficción dura». El género aquí, haciendo honor a su nombre, debe cimentarse en bases científicas más o menos sólidas. Los mimbres de la trama tienen que ser elegidos con rigor y entrelazados con esmero; no vale cualquier cosa.

Escrita en plena Guerra Fría, en medio de una escalada armamentística desquiciada, Cita con Rama (1973) invita al abandono de esa carrera suicida a favor del esfuerzo común y el uso de la ciencia en objetivos útiles para la humanidad. Clarke pone en escena un futuro plausible: en el año 2077, un asteroide impacta contra la Tierra y reduce a cenizas buena parte del Norte de Italia; los gobiernos de todas las naciones unen entonces sus fuerzas para anticiparse a cualquier otro peligro procedente del espacio exterior. Debemos conocer mejor qué hay ahí afuera, no para conquistarlo, no. La Conquista del Espacio no está a nuestro alcance.

En el año 2130, el Proyecto de Vigilancia Espacial creado tras aquel desastre detecta la irrupción de un cuerpo extraño en el Sistema Solar; lo bautizan como Rama en honor de una divinidad del hinduismo. La idea de un asteroide fuera de control no tarda en ser descartada: Rama es un cilindro perfecto de cincuenta kilómetros de largo, que mantiene un rumbo definido y gira sobre sí mismo a fin de crear una gravedad artificial en su interior. Es el diseño de una inteligencia antiquísima: según algunas estimaciones, Rama surca las estrellas desde hace un millón de años. Clarke aplica sus conocimientos en Física y Matemáticas para idear un encuentro espacial verosímil, no importa si improbable.

La Tierra envía una nave que se acopla a Rama para estudiarla de cerca antes de que vuelva a hundirse en la noche infinita del cosmos. La novela juega sus bazas más atractivas en este apartado: nuestros astronautas aplican la lógica humana y los parámetros de lo conocido por ellos a una realidad que escapa a su comprensión. Lo poco que descubren los sobrepasa; pese a quien pese, somos apenas una mota de polvo en el universo. La prosa bien medida, elegante, sutil, de Clarke termina por obrar el portento. 'Cita con Rama' es una de las grandes obras del género.

Por José Sarriá

El fecundo caudal de la tradición clásica de la literatura española ha venido a traernos magníficos poemas y extraordinarios libros, inspirados en el profundo, a la vez que convulsivo, sentimiento del amor. Pero, 'Al hilván que traza la luna', de María Jesús Fuentes supone la sorpresa, pues desde la sabiduría que otorgan los años y bajo una mirada madura y serena, nos presenta una obra que se aleja de los clichés y lugares comunes que a menudo inundan las entregas edulcoradas de las últimas generaciones de poetas. Nuestra poeta ha sabido crear un extraordinario poemario que nos sumerge en una de las más sublimes capacidades del ser humano, como es la del amor. Junto a esa miscelánea de poemas afectivos, acompañan a estos una amplia panoplia de propuestas que tiene mucho que ver con su posicionamiento memorístico, existencialista y vocacional ante la vida y sus acontecimientos.

Escrito bajo un original sistema de poemas–duplas, donde los amantes o compañeros de vida expresan su perspectiva del instante relacional o amatorio, cada poema es una doble visión que ofrece un diálogo entre el hombre y la mujer, otras veces entre pares, explorando sus sentimientos, deseos, miedos y esperanzas: Ulises y Penélope, Óscar Wilde y Alfred (Douglas), Margarita (Gautier) y Armand Duval, Elizabetha y Drácula o, sencillamente, ella y él. Con versos tan acertados e insondables («Desde entonces fuiste tú de mí como yo de ti» o «si crees que voy a buscarte,/ saltando, reptando, cabalgando,/ estás en lo cierto») como disruptivos, en esa imaginaria conversación entre Tarzán y Jane: «No sé leer …/… No me importó si sabías leer,/ porque, poderoso en el río,/ comprobé que sabías amar», el texto se adentra en territorios mucho más profundos e insondables: la admiración, la sensualidad o el erotismo, la reivindicación de la igualdad o el necesario diálogo, que llegan a conformar un espacio propicio para todo cuanto el amor y la pasión puedan dar a los amantes: ternura, emoción, celos, armonía, ayuda, caos, belleza, confianza, atracción o desorden interior.

Este es un bellísimo conjunto de poemas de amor, no concebido desde la vehemencia de la pasión juvenil, sino meditado y asumido como final de un camino conjunto, donde el candor de los años maduros entabla conversación con el recuerdo de las vivencias, de las lecturas, con la reminiscencia del erotismo de las relaciones iniciáticas o con la nostalgia del deseo incontrolado de los años primeros, para hacer de esa memoria icono sagrado de las relaciones afectivas gracias al milagro de la evocación de lo vivido que perdura como un sello en el corazón.