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Philip Hoare, en una imagen de archivo.
«Lo mejor del mar es que da y quita la vida»

«Lo mejor del mar es que da y quita la vida»

Philip Hoare, uno de los grandes escritores de la naturaleza, culmina con 'El alma del mar' su trilogía sobre los océanos

Álvaro Soto

Madrid

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Jueves, 1 de enero 1970

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 Sobre la mesa, Philip Hoare (Southampton, 1958) tiene un plano de Madrid con el lago del Retiro rodeado a bolígrafo. Conocida, casi legendaria, es su afición a nadar en aguas naturales en todas las ciudades que visita. Pero el hombre que se mueve como pez en el agua entre delfines y tiburones, ¿se ha atrevido también con las carpas gigantes del Retiro? «No he tenido ningún problema, es un lugar buenísimo para nadar», responde. En realidad, se trata de un reto que no parece nada extraordinario para alguien que, cada vez que puede, se lanza a nadar junto a las ballenas, un animal que ama. «Las ballenas son habitantes de una utopía. Eran mamíferos que abandonaron la tierra para lanzarse al mar. Para mí, son como hermanas a las que me gusta abrazar», enfatiza.

El ensayista y periodista Philip Hoare es uno de los grandes escritores de la naturaleza. Autor de dos obras de referencia del género, 'Leviatán' y 'El mar interior', cierra su trilogía con 'El alma del mar' (todas ellas publicadas en Ático de los Libros), un recorrido por historias asombrosas con el océano como nexo común.

«Lo mejor del mar es que da y quita la vida. Un amigo mío murió por el ataque de un tiburón blanco. Es la manera que tiene la naturaleza de recordarnos que estamos bajo su dominio», explica este escritor, capaz de lanzarse a las aguas del Atlántico en Southampton en pleno temporal de viento, lluvia y olas. «Pero no pongo en riesgo a nadie, me meto a las cuatro de la mañana, no aviso y nadie tendría que venir a rescatarme si me pasara algo», aclara.

«Me gusta nadar en estas situaciones porque son experiencias emocionantes. Mucha gente va a los parques temáticos, yo me meto en el mar. Además, fui punk en mi juventud, y si me dicen que no puedo hacer algo, lo hago», asegura con una sonrisa pícara este periodista que en su juventud trabajó para la discográfica Virgin Records buscando grupos con talento y acabó creando su propia compañía de discos hasta que descubrió la llamada del mar a los 29 años, cuando aprendió a nadar. «Yo había ido a un colegio católico donde nos enseñaron a nadar mirando siempre con miedo al agua. Ya mayor, en Londres, conocí a una mujer que enseñó a amar el agua y a verla de una manera también simbólica. Me hizo creer que el mar me podía ayudar», subraya. En aquella época, cuenta Hoare que vivía de noche y dormía de día, siguiendo, a su manera, los ritmos del mar. «El océano me llena de energía, es como un concierto de The Clash, me siento adolescente otra vez», bromea.

Ahora se ha convertido también en una de las voces que denuncia con más fuerza la degradación de los océanos. «Decía Melville que 'la piel del mar oculta los pecados que conocemos', y lo que oculta en nuestro mundo es los residuos que arrojamos y el ruido que producimos. El hecho de que no podamos ver la basura que dejamos en él hace que nos sintamos menos culpables, pero no lo somos», denuncia. «El mar es el lugar del que venimos, el origen de la vida. Venimos al mundo desde el vientre de nuestra madre, que es líquido. Quizá por eso durante nuestra vida tenemos nostalgia del agua», subraya.

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