Literatura
Los libros que recomiendan esta semana los críticos de IDEALCoordinan Remedios Sánchez y Francisco Morales Lomas
Sábado, 8 de julio 2023, 00:26
Los regalos del otoño
Por Remedios Sánchez
El autor, con su tono filosófico de corte reflexivo y cortante, tan afilado como un zarpazo, ha hecho del aforismo su género ... de cabecera. Somos conscientes de que el aforismo, por sus rasgos difícil de clasificar en tanto en cuanto es un género en sí mismo, tiene en este momento en España a algunos de sus cultivadores más brillantes. En el caso de Eder, ya su anterior obra, 'Aforismos y serendipias' apuntaba el sentido de ésta. 'Los regalos del otoño', reflexión vital de quien está de vuelta de muchas cosas, se divide en trece partes que viene a inaugurar con otra de sus facetas: la de viñetista. Ilustraciones de gran plasticidad anteceden y completan la contundencia de pensamientos que obligan a reconsiderar la percepción ontológica de la realidad: «Algunos ignoran que la nada es una parte del todo», escribe. Meditaciones como estas sólo se pueden hacer desde la serena madurez que habita un autor templado que usa la ironía con eficacia, como en la afirmación de que «El que es buena persona no puede ser normal del todo». El regalo de Ramón Eder es éste: hacer de la simplificación un modo de conocimiento del yo, pero también de comprensión del Otro.
La bruma que apacigua la memoria
Por Miguel Arnas Coronado
Lenguaje sorprendente, eficaz como la aguja de un cirujano y exquisito al tiempo que popular y aun procaz si encarta, Juan Naveros nos entrega este texto, publicado por Editorial Nazarí, donde habla, no ya de una Guerra Incivil española: muertes, tiros y bombardeos, sino de un hambre, una miseria provocadora en parte en Andalucía, y de un hambre y una miseria incrementada tras la finalización de aquélla. Personajes violentos, más por luchas vecinales que por revoluciones necesarias para llenar la barriga vacía, una sexualidad reprimida y exuberante y varios narradores para cercar la realidad. Recomendable.
El favor
Por Fernando Barea
Vuelven John Verdon y su criatura, el detective Dave Gurney. 'El favor' es la octava novela de una serie que se inició con 'Sé lo que estás pensando', un éxito a escala internacional. Evidentemente, las intrigas deben contar hoy con un elemento diferenciador, mucho más cuando ya conocemos a Gurney de otras entregas como 'Deja en paz al diablo' o 'El ángel negro'. Ya sabemos cómo ha sido su vida, ha estado al borde de la muerte, y sin embargo, aún no le habíamos visto en el papel del cazador que se convierte en presa. Así ocurre en 'El favor', donde el encargo de una amiga para intentar librar de la cárcel a una superestrella del tenis se convierte en una lucha por su vida.
Nocturno y alevosía
Por Juan Peregrina Martín
El poemario nocturno y escrito con alevosía del poeta granadino, nacido en 1982, Jairo García Jaramillo es de una belleza salvaje. Salvador Galán Moreu escribe una introducción brillante para entender por dónde pueden moverse estos poemas y hacia dónde transita el autor. En el libro encontramos un 'Descenso', un 'Vacío' y un 'Silencio': las tres partes en que el autor divide el libro.
La acertada elección realizada por el autor, tanto de la rima –breve, asonante– en algunos pasajes, como la forma del romance y el octosílabo nos hacen leer de manera muy natural estas nocturnidades que concitan el mundo del sueño, las expectativas y la vigilia. Se intuyen multitud de preguntas no respondidas –algunas ni siquiera formuladas como tal– en la primera parte del libro, que sirve como pórtico para dar pie al poeta de sentirse extranjero en esa negrura, 'Nómada' que recuerda a Kristeva porque un sol negro es un pozo de angustia y el subconsciente se libera de la identidad del yo, consigue llegar a un tú, pero no hay seguridad de unión con la otra persona.
Pesadillas, tinieblas e insomnios («por el cristal roto/ ha entrado la luna/ para robarme el sueño») sirven al poeta para convertirse en geómetra de la belleza onírica y ordenar en parte el caos que supone esa amalgama de elementos que nos llevarán a la música y la mirada para encontrarnos en la segunda parte.
'Vacío' da título a la segunda parte y a un calígrama: este es un lugar de tránsito del que destaco 'Plegaria profana': abre el poema una cita de Jorge Manrique y quizá en estos versos podamos cifrar detalles de la estética de García Jaramillo: se no s habla de horadar el suelo y la señales, de la luz y la culpa y concluye con los maravillosos versos: «que vas a recordarme/ como si todo esto de la vida/ me hubiera sucedido ciertamente».
Durante el trayecto –porque el libro es un dream-book en toda regla, uno de esos que los soñadores de Lovecraft llevan como antídoto para tanto monstruo y perdición– sentiremos la humedad, lo líquido y su tacto. Al llegar a 'Silencio', la luz no nos deslumbrará de primeras, sino que muy dulcemente, como nos había despedido en la anterior parte, nos irá iluminando estancias que Jairo García Jaramillo mostraba bajo telares de más o menos entramados, pero todos y cada uno de ellos pulido, medido y engarzado en el preciso lugar.
La noche –sus pilares y recovecos– no tiene secretos para quien se aventura, como el poeta granadino, a dejarse atravesar por ella.
Homo homini lupus
Por José Abad
En paralelo al 'ciclo Carvalho', que lo convirtió en un autor de éxito, Manuel Vázquez Montalbán llevó adelante otra serie, 'Las novelas de la memoria', que incluye varias de sus obras más atrevidas: 'Los alegres muchachos de Atzavara' (1987), 'Autobiografía del general Franco' (1992) o 'El estrangulador' (1994), las tres publicadas en los últimos meses por el sello Navona. Con la última de ellas en concreto –clausura (y culminación) de dicho ciclo– obtuvo el Premio Nacional de la Crítica. La chispa se habría encendido veinticinco años antes, después de haber visto 'El estrangulador de Boston' (1968), estrenada en España el 16 de agosto de 1969. Aquel año, Vázquez Montalbán escribió el poema 'Ciudad', incorporado en la novela a modo de cortafuegos, que está en el origen de la misma. El relato se elabora a partir de la larga confesión de un ciudadano llamado Albert Cerrato, recluido en un centro psiquiátrico; este hombre dice ser Albert DeSalvo, el asesino que dejó un reguero de víctimas en Boston. La novela abunda en referencias al film: «Mi existencia se ha hecho universalmente famosa a causa de una desdichada película titulada precisamente 'El estrangulador de Boston' y dirigida por un tal Richard Fleischer, uno de esos directores que los críticos pedantes califican de artesanos pero en los límites de ser auténticos creadores».El diagnóstico deja poco margen a la duda: Albert Cerrato habría elegido la personalidad de Albert DeSalvo para así fantasear con una biografía plagada de brutales crímenes –él se atribuye a sí mismo 34 asesinatos– que le habría permitido ajustar cuentas con diversos familiares, amigos y conocidos, y a la vez introducir el rojo sangre en una existencia gris, que transcurre en escenarios típicos de la geografía catalana, no de la urbe bostoniana. A fin de desmontar esta fantasía, los médicos invitan a la celda de Cerrato a sus presuntas víctimas, todas vivitas y coleando. Aun así, aunque el equilibrio mental del protagonista deje mucho que desear, su lucidez está fuera de discusión; no es un narrador fiable, pero sus juicios merecen un punto de atención. 'El estrangulador' retrata con la debida crudeza la ciudadanía voraz de finales del siglo XX y la falta de escrúpulos que el neoliberalismo ha sembrado en el siglo XXI. Esa absoluta ausencia de empatía que se le presupone al psicópata ha arraigado hondo en la sociedad. El diagnóstico de Manuel Vázquez Montalbán se nos antoja inapelable: «Todo lo vivo está amenazado, fundamentalmente por el hombre, y el hombre a su vez es el ser vivo más amenazado por el hombre».
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