La página de los libros

Los libros recomendados esta semana por los críticos de IDEAL

Por Mica Escribano

De la mano de Rafael Accorinti nos llega este compendio de ensayos de la mujer que fue esencial en la transformación del modelo de escritora; el estudioso y prologuista ha escogido los centrados en aproximaciones a lo ficcional o a lo biográfico estableciendo la interconexión entre ambas temáticas. Especialmente significativa resulta la segunda parte donde recoge sus impresiones sobre los autores rusos cuyas obras la marcaron tan claramente y donde aborda la cuestión de la identidad de quien escribe y cómo impregna su literatura. Una obra que nos acerca con brillantez a los pensamientos de una estudiosa de la literatura que debiera ser modelo para creadoras actuales.

Por Fernando Barea

El prestigio de Tom Holland como diseccionador concienzudo de la historia, fundamentalmente la clásica y medieval, está más que demostrado. En este caso, el último título publicado por su editorial en España, Ático de los Libros, viene envuelto con una caja conmemorativa que incluye un colgante con una máscara espartana plateada y la reproducción de un dracma. Pero más allá de ese por demás curioso acompañamiento, 'La niña lobo...' es una narración a veces absorbente sobre una historia a caballo entre las fuentes y la imaginación, en torno a la vida de Gorgo, la reina de Esparta. Las ilustraciones de Jason Cockcroft son estupendas, además.

Por Juan Peregrina Martín

Esta 'Barrancos' es la primera novela de Pablo Matilla (Mieres, 1986) tras La sabiduría de quebrar huesos, libro de relatos finalista del Setenil en 2017. Si aquellos relatos estaban construidos con arte, técnica y recursos, la novela que tenemos entre manos es la consolidación de un estilo claro, profundo y literario.

'Barrancos' viene a sumarse a la espléndida nómina de novelas o historias sobre las relaciones paternofiliales: recuerdo, de los últimos años, novelas de Paul Auster, Ricardo Menéndez Salmón, Pablo Acosta, Mariana Enríquez… y tantas otras. La tensión es la pieza clave en mi opinión: ese escueto alambre por donde, literariamente, el autor nos hace caminar en toda la novela para acompañar al protagonista durante la aventura de su vida que es con lo que disfrutará quien se acerque al libro.

Una complicada relación entre padre e hijo, una vida de manera particular y personal y un encuentro casi por azar, serán los disparaderos que nos lleven a conocer el entramado de la novela: el destino de Barrancos es innegociable y eso marca, y mucho, la transición de un lugar a otro que pretenden llevar a cabo los dos personajes principales. El padre y el hijo ansían un encuentro. Lo que no sabemos es dónde lo pueden conseguir. La delicadeza y elegancia que Matilla exhibe al mostrar los sentimientos tan extremos de ambos son dos características de la escritura del asturiano.

Quiero destacar dos herramientas –hay más– que dan esplendor al libro y nos introducen de lleno en el uso de la memoria, la lectura fervorosa y esas duras escenas de un pasado que son las que nos aportan conocimientos para ir entendiendo la historia: una es el uso de los flashbacks, tan natural, de transiciones suaves y concretas, y otra sería una especie de acumulación, la ruptura de la posición de las pausas, las comas, que nos llevará a trastocar el ritmo de lectura, a precipitarnos por esos barrancos mentales que el protagonista comparte con su padre: merece la pena notar cómo se nos eriza el vello de la emoción. No sucede al azar: Matilla elige momentos de estallido para que junto con el personaje, que no sabe que le va a suceder, vivamos y experimentemos la frustración, la pena, el dolor profundo que invade el pecho de un personaje que deambula por un mundo gris.

Las piedras de la cubierta parecen sacadas del corazón del padre, del alma del hijo: lean la novela y sabrán por qué. Nos enfrentamos a grandes lecturas con libros brillantes, nucleares, libros chernobiles de los que no salimos indemnes, como este 'Barrancos' de Pablo Matilla.

Por José María Barrea

A propósito de su libro 'Paisaje de invierno', hace treinta años, defendía que las claves poéticas de José Luis Puerto (La Alberca, Salamanca, 1953) se sustentaban en la experiencia interior, en la iluminación de los seres y el mundo: toda una estética del conocimiento, heredada, en gran parte, de la generación del 50. Leyendo la trayectoria de su obra –hasta el presente– que nos muestra la profesora María Alcalá (Jerez de la Frontera, 1955), podemos corroborar ese camino de claridad y transparencia, que comienza en 'El tiempo que nos teje' (1982) y concluye –por ahora– en 'Fulgor de madre' (2022), veintisiete poemarios que delimitan la cartografía de un mapa –cosmovisión literaria– completo.

La autora del volumen de relatos 'Llamen a Alejandro. Pasos de tango' (2022) no ha pretendido ningún estudio académico ni erudito sobre el también etnógrafo y docente, como ella misma reconoce, aunque sí ofrece, en estas páginas, una completa orientación bibliográfica, y una guía de lectura cercana y directa del poeta castellano, al hilo de su biografía y de sus versos (de ahí el subtítulo de la obra). Todo, con el objetivo de transmitir las claves de comprensión de los presupuestos creativos del escritor. Moreno Villa editaba, en 1944, 'Vida en claro' y ese mismo título podría aplicarse ahora a este ensayo, donde la «reunión de vidas» desbroza el sentido amplio de una poética. La entraña misma del ambiente rural y el territorio mítico de infancia se proyectan, en el que fuera codirector de la revista Encuentros, como modos de descubrimiento y asombro, a través de las palabras: nuevo don de la ebriedad, exaltación y admiración original del ánimo ante la naturaleza (con entrega, participación, exploración y fascinación ante la realidad), para hacer posible el milagro de la nominación y el misterio. Como fondo, la ofrenda del ser, la pervivencia de lo sagrado en la memoria, los recuerdos que habitan el sentimiento y el paisaje, claros límites del mundo, que nos envuelven y nos definen. Y, por encima de la evocación, el pensamiento redimido, voces y ecos de otros momentos, más plenos y permanentes, como experiencia única. Anhelos de plenitud juanramonianos, espacios e instantes fragmentados y relativización del concepto, bajo una concepción meditativa diferente.

María Zambrano había escrito en 'Poesía y pensamiento de la vida española' (1939): «La poesía exige menos y ofrece más que el pensamiento; su esencia es su propia generosidad». Al leer este acercamiento a la figura de José Luis Puerto, se entienden mejor las palabras de la filósofa malagueña: la lírica redescubre y reinterpreta, con precisión, el homenaje de la vida.