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Los títulos loterarios de la semana IDEAL
Los libros recomendados por los críticos literarios de IDEAL

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Análisis semanal de las novedades literarias

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Sábado, 21 de mayo 2022, 01:30

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Antonina Rodrigo. Granada, Alhulia, 2022

Rebeldía contra el olvido

Por Miguel Arnas Coronado

Hay un asunto en el cual las mujeres, socialmente, superan a los hombres: en el olvido. Si hay 40 olvidados, habrá 400 escritoras olvidadas. O pintoras, compositoras, escultoras. De tal reivindicación se encarga en este libro Antonina Rodrigo, medio granadina medio catalana como yo mismo, ella por irse allí, yo por venirme acá. Son 21 artículos cortos y un prólogo dedicados en su mayor parte a mujeres que fueron importantes en el pasado siglo, unas por artistas, otras por luchadoras por las libertades. Solo cinco destinados a poetas masculinos españoles de ese mismo siglo, y otros cinco a temas generales, siempre relacionados con esas libertades y la lucha obrera. El resto desentierra a algunas mujeres olvidadas y otras nos recuerda, como quien espabila, la importancia de aquellas no olvidadas sino algo relegadas. Homenajes particulares, como el que dedica a su maestra de infancia o a las madres de la Plaza de Mayo. ¡Y un artículo curiosísimo, descubriéndonos a los granadinos quién fue el personaje inspirador de la lorquiana 'La zapatera prodigiosa'! Libro precioso, guerrero, de desagravio, ligero pero enérgico palmetazo en la cara.

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Ana Moya. Huesca, Ediciones de Salinas, 2022

Immorality Act

Por Juan Peregrina

Ana Moya es una novelista interesantísima porque ha adquirido esa capacidad portentosa de desarrollar una historia sugerente, matizada por los destellos de las mejores herramientas retóricas sin que se note su uso y además, desaparecer por completo del relato. El texto resultante es ameno, preocupante, notable, literario y musical. África en los años ochenta, el apartheid y una historia de amistad entre tres amigos. Esta sería la sinopsis más sucinta que podríamos realizar si diseccionamos la novela que tenemos entre las manos publicada en ediciones de Salinas.

El problema –uno de ellos– es que desde el título hasta la estructura final de la novela, Moya selecciona con un cuidado especial todos los elementos que conforman una magnífica obra narrativa, a saber: principio, final, equilibrio entre las partes, una buena historia y un buen estilo para contarla y la pericia de unir todos estos elementos mediante recursos que nos encandilen y Ana Moya sabe hacerlo porque se ha empapado de la cultura y la historia del tema a tratar y sentimos tras la lectura de 'Immorality Act' que es una escritora sensitiva, elegante, que prefiere acariciar las palabras más que tocarlas, y asimila un enorme aprendizaje de la mejor manera posible: consigue la desaparición autorial –Ana Moya, por supuesto está ahí– debido a que el poderoso caudal narrativo que consigue impregnar a los personajes arrolla cualquier tipo de prejuicio anterior a la lectura, tanto si conocemos o no a la autora, esta es muy capaz de dejar en segundo plano su voz, como tiene que ser, y darle un empaque a las voces que aparecen en la novela que sus protagonistas quedarán grabados a fuego en nuestra memoria.

Releo lo anterior: «El problema…»: qué problema: la alegría narrativa quise decir, porque si la historia que nos cuenta Moya –repleta de creaciones de expectativas, historia reciente africana con la vigencia de ciertas tendencias no tan alejadas de la nuestra, recursos retóricos como el punto de vista, los diferentes estilos, el tono y el sentido último e intención novelística completamente dominados–, decía, si la historia que nos cuenta la escritora es de un trágico perfil, se las apaña magistralmente para llevarnos por un camino donde, al menos, flota un halo de esperanza a nuestro lado, nos anima a pensar que las cosas pueden cambiar y que entre las personas de diferentes razas –creencias, religiones, ideas– puede existir la tolerancia, el respeto a la diferencia, el orgullo por la diversidad y su defensa con la palabra.

Qué es si no este libro sino un hermoso canto a la palabra.

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VV. AA. . Edición de Francisco Javier Irazoki. Madrid, Demipage, 2022.

Años de trece meses

Por Remedios Sánchez

Demipage acaba de publicar una selección de trece autoras a cargo del crítico y poeta Francisco Javier Irazoki que representan –a juicio del colector y de quien esto escribe– la poliédrica realidad de la poesía española. La integran Piedad Bonnett, Isla Correyero, Blanca Andreu, Maite P. Larumbe, Asunción Escribano, Luisa Castro, Aurora Luque, Isabel Bono, Pilar Adón, Raquel Lanseros, Ioana Gruia, Berta García Faet y Rosa Berbel. Aunque se echan en falta autoras importantes, ninguna de las escogidas creo que sobre. Adecuada también es la selección poemática de cada una constatando que, aunque la crítica se obstine en negarlas, las poetas –ahora ya sí– tienen la palabra.

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Roberto Villarreal. Roca Editorial. Barcelona, 2022.

El proyecto escipión

Por Fernando Barea

Las novelas de intriga que se desarrollan con tramas paralelas y distanciadas en el tiempo tienen, en muchos casos, un defecto: que una de las dos, por desconocimiento del autor, por falta de pericia o por forzar demasiado la conexión entre épocas, suele fallar. No es así en el caso de 'El proyecto Escipión', del eibarrés Roberto Villarreal. A pesar de ser solo su segunda novela publicada –tras la ya lejana 'Lignum crucis' (2014 )– Villarreal parece haber aprovechado el tiempo para escribir un relato que narra con buen pulso la relación entre una secta de descerebrados que quiere recuperar la gloria de la Roma imperial en el siglo XXIy un crimen brutal.

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Angélica Liddell. La Uña Rota, Segovia, 2022

Solo te hace falta morir en la plaza

Antonio César Morón

Angélica Liddell pasa por ser una de las creadoras que generan mayor impacto emocional en el público actual. La búsqueda de la propia esencialidad en cuanto a la relación fenomenológica de su yo con lo real, deviene el tema por antonomasia de su teatro. Una performance constante en la que es imposible separar la realidad de la ficción, pudiendo alternar estos códigos de realidad y ficción como si de un orden de factores invariantes del producto se tratase. En su última entrega encontramos la confluencia de dos géneros difuminados celosamente por la mano de Liddell: el género de la realidad, el teatro, presentando la tríada Liebestod, estrenada el 8 de julio de 2021 en el 75º aniversario del Festival de Aviñón y dirigido por la propia autora. Y por otro lado, el género de la ficción, el ensayo, presentado a propósito de dicha tríada y a modo de consideraciones para que el público lector entienda su propia obra. Teatro y ensayo se solapan en una envolvente mixtura en la que el orden de los factores de realidad y ficción sigue sin alterar el producto. Dentro de ambos: Angélica interrogada por Isolda (la de Wagner) y hecha trizas por Angélica (la Liddell) hasta despreciar incluso a su propio público; porque destruir la imagen del público es convertido en el más trascendente de los rituales con el que una creadora dramática puede sacrificarse a sí misma, considerando, con Artaud, que solo una aniquilación total como la peste puede salvar el teatro. Y, de ahí, como adelantábamos, a los dos ensayos teóricos. El primero, 'El placer de los dioses', más enfocado hacia la estética: análisis de la tauromaquia como arte sagrado a través del símbolo y el misterio que se cierne en el capote de un clásico, Juan Belmonte, contemplado a través del prisma reflexivo de José Bergamín. Igual que para Artaud la realidad trascendida del teatro balinés, el «toreo espiritual» de Belmonte representa para Liddell una realidad trascendida en torno al sacrificio, que la hace devenir en una realidad no impostada, no moderna, en «nuestros tiempos, que ya no distinguen entre la ley del estado y la ley de la belleza, que ya no admiten la violencia como catarsis». El segundo ensayo, 'Una pelea que se precie', más enfocado hacia aspectos socioculturales, cuya consideración fundamental gira en torno a la sustitución en el arte de la tragedia por las responsabilidades democráticas, lo cual convierte a los artistas en burócratas de las reivindicaciones sociales de moda, ajenos a la belleza, dado que: «Se ha confundido la ley del Estado con la ley de la poesía, y eso acarrea la ruina total del arte».

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