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El escritor británico M. W. Craven, en su reciente visita a España. Roca Editorial
M. W. Craven: «El 'brexit' ha sido un acto de sabotaje y un disparate»

M. W. Craven: «El 'brexit' ha sido un acto de sabotaje y un disparate»

Publica en español 'El show de las marionetas', ganadora del Gold Dagger, premio que recayó antes en Le Carré, Ruth Rendell o Ian Rankin

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Domingo, 2 de febrero 2020, 20:30

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Tiene aspecto de estibador o de forzudo. Pero el corpulento M. W. Craven (Carlisle, 1968) es escritor. El penúltimo diamante de la novela negra en el Reino Unido, ganador del premio Gold Dagger con la primera novela de su díscolo y cínico detective Washington Poe. Exmilitar y exagente de libertad condicional, Craven superó un cáncer mortal y se presenta como «una persona feliz». Tras muchos tumbos, volvió a su Cumbria natal, plena de lagos, ríos, castillos, laberintos, y más de sesenta círculos megalíticos que son cruciales en 'El show de las marionetas' (Roca Ed.).

–En sus primeras página el lector verá que hay cosas peores que ser quemado vivo.

–Cuando envié la novela a mi agente, un tipo muy sabio, no había nada ni remotamente parecido. Me dijo que no podía tener al lector 30 páginas esperando que pasara algo. «¡Debes quemar a alguien vivo en la primera página!», lanzó. Y lo hice. A partir de ahí, el lector debe desentrañar qué ha ocurrido y qué mueve al psicópata a abrasar personas vivas en monumentos megalíticos y a desafiar a Poe.

–¿Cómo nació su amargado investigador?

–Estaba leyendo algo sobre las elecciones presidenciales en EE UU en 2016. Unas declaraciones, imagine de quién, que me hicieron carcajearme. Mi mujer me preguntó de qué me desternillaba. De lo que leo en el 'Washington Post', dije. «¿Quién es Washington Poe?», preguntó. ¡Eureka¡ Luego perfilé un personaje oscuro y atormentado por su pasado. Tiene un perro llamado Edgar, así que en el futuro crearé un personaje llamado Allan para completar el homenaje.

«Es posible empatizar con el asesino y preguntarnos si actuaríamos como el psicópata ante la misma situación» dice el escritor, el penúltimo diamante de la novela negra británica

–En el género negro prima el dúo de investigadores, pero su apuesta es un trío con dos mujeres.

–Quería confrontar a Poe con alguien de inteligencia extraordinaria a quién le costará entender: Matilda (Tilly) Bradshaw, tan inteligente que a veces te descoloca. También quería un jefe que no fuera ni estúpido ni desagradable, y opté por una subordinada de Poe que asciende cuando a él le apartan del servicio durante 17 meses por un error. Ella suele tener razón y escucha. Un contraste que le vienen de perlas a Poe.

–¿Están las mujeres más dotadas para la observación y la deducción?

–Ni es una cuestión de género, ni pretendo escribir desde una perspectiva de género. No soy mujer y no podría profundizar tanto. La tendencia persistente en el 'noir' es que los personajes femeninos respalden al masculino y hagan que funcione. Quería mujeres fuertes e interesantes. Ellas no deben ser siempre esas damiselas a las que hay que rescatar. Los hombres funcionamos mucho con el impulso de la testosterona, pero las mujeres que acompañan a Poe valoran su talento.

–¿Existe el crimen perfecto?

–No tengo una respuesta clara. Si existiera, nunca lo sabríamos. Jamás tendríamos noticia de él. En algunos casos, además, puede haber una justificación. Hasta se puede empatizar con lo que ha hecho el asesino. El lector de mi novela no estará seguro de que él no hubiera actuado como el psicópata en la misma situación.

–Ganó el premio que recibieron antes John Le Carré, Ruth Rendell o Ian Rankin. ¿Orgulloso?

–Es un orgullo estar en un grupo tan selecto, pero aún no siento que sea mi sitio. No lo esperaba. Me descolocó. Me obliga a demostrar mi valía y a pensar en quienes no lo ganaron, como Stephen King, que fue finalista.

–El 'brexit', ¿un acierto o un error?

–Ni siquiera debimos votar. Leo periódicos de derechas y de izquierdas, pero cuando fui a votar no tenía ni puñetera idea de qué debía decidir. Sentí que votábamos algo que no sabíamos qué implicaba. Ni los políticos, ni quiénes estaban detrás de la idea entendían muy bien las consecuencias. Abandonar una unión comercial de la que formamos parte durante tantísimo tiempo parece un disparate. Lo que estamos viendo es claramente un acto de sabotaje de un país miembro de la Unión Europea. En el fondo, tiene mucho que ver con un Reino Unido dividido en dos perspectivas muy dispares: la 'Londrocéntrica' y la del resto del país. El norte somos siempre los rebeldes, pero al final nos acomodamos. Yo voté por quedarnos.

–¿Cómo pasó de militar a escritor?

–Por accidente, como todo en mi vida. Acompañé a un amigo a alistarse. Él no lo hizo y yo sí. Al dejar el ejército me vi sin estudios superiores y decidí titularme en Trabajo Social. Otro amigo me dijo que podía ser oficial de libertad condicional, y lo logré sin saber nada de criminología. En 2003 me diagnosticaron un cáncer muy grave y me dieron muy poco tiempo de vida. Al salir del hospital no tenía apenas movilidad, no podía hacer deporte. Casi nada. Solo me quedaba escribir, algo que había hecho desde niño. En 2015 pedí una excedencia, y hasta hoy.

–¿Escribir normalizó su vida?

–Sí. Fue catártico. Me ayudó a vencer el desánimo. En el ejército no escribí ni palabra. Tampoco cuando era criminólogo. Luego, para una serie anterior, escribí una novela con un detective que pasaba por el mismo cáncer y trataba de ocultar sus efectos secundarios al volver a trabajo. Era más frío. Yo soy un desastre con las emociones.

–¿Cumbria un personaje más de su novela?

–Sí. Fue crucial regresar a un condado muy complejo. Su paisaje, tan rico como oscuro, es también una metáfora de Washington Poe, sombrío y taciturno. Es famosa por los lagos, pero tiene cosas de las que la oficina de turismo no quiere ni oír hablar. Dificultades económicas, una elevada tasa de delincuencia y mucha industria. La verdad es que ni los británicos saben situarla en el mapa. Apenas conocen los lagos. Es un placer escribir sobre un lugar tan interesante y me apasiona descubrir más y más cosas al documentarme.

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