«En los años de austeridad del franquismo, las cosas tenían dos y tres vidas»

-Los periodos en torno a la Guerra Civil y la Transición han sido objeto de innumerables análisis históricos. En cambio, la parte central de la dictadura de Franco es mucho menos conocida. ¿Por qué?

-Creo que esa época es igual de interesante que cualquier otra. Su conocimiento nos permite, al menos en lo que a la vida diaria se refiere, comprobar cómo se transformaron muchas realidades de los españoles. Fueron los años en que llegó la televisión, un gran número de españoles dispuso por primera vez de cuarto de baño o cambiaron los gustos musicales. Se pasó de 'Dos gardenias para ti', de Antonio Machín, a 'Black is Black', de Los Bravos.

-En las dos décadas que con más detenimiento describe en el libro, los cincuenta y los sesenta, se produjo en España un gran desarrollo económico, mientras crecía el desapego por la ideología y los pilares morales que sustentaban el régimen. ¿Fueron procesos paralelos?

-En cierto modo sí, aunque estuvieran referidos a cuestiones muy distintas. Mientras mejoraba el bienestar material de los españoles, se producía una creciente desafección a la moralidad impuesta por lo que se denominó como nacionalcatolicismo. Influyó la creciente importancia del turismo, que en muchos lugares se tomó como modelo de comportamiento en lo que a algunas costumbres se refiere.

-En el libro habla de los acontecimientos históricos, pero el centro del relato es la descripción de la vida cotidiana. ¿Por qué ha elegido ese enfoque?

-Uno de los objetivos era señalar cómo cambió, en algunos aspectos de forma radical, la vida cotidiana de los españoles. Pero he querido también señalar cómo algunos de los grandes acontecimientos de ese periodo influyeron mucho más de lo que a primera vista pueda parecer en la vida diaria.

-La historia arranca en 1952, año en el que desaparecieron las cartillas de racionamiento. En teoría habían terminado los años del hambre, pero no la escasez de alimentos, las apreturas económicas para muchas familias, la austeridad a la que hace alusión el libro. ¿Cómo se reflejaba esa austeridad en la vida de los españoles de entonces?

-La austeridad marcó esas décadas porque estaba muy presente en los ámbitos familiares. Estrenar ropa, por ejemplo, era algo poco habitual. Existían las 'herencias' de ropa, en que la estrenada por los hermanos mayores pasaba, con los correspondientes arreglos, a los menores. Las cosas tenían dos y tres vidas. Por ejemplo, se devolvían las botellas de las bebidas para ser reutilizadas y se aplicaba un pequeño descuento en la compra siguiente.

-En el libro destaca algunos cambios en la forma de vida de los españoles que trajeron transformaciones culturales enormes, como la compra de pisos con cuarto de baño y cocina, la llegada de la televisión, el desembarco de las 'suecas' o los primeros utilitarios accesibles para la nueva clase media. ¿Qué importancia tuvieron?

-Transformaron la vida. La higiene con los cuartos de baño, por ejemplo, dio un giro de 180 grados. El lavado semanal en un barreño quedó atrás. Dejaron de compartirse cocinas, algo habitual en muchas casas de vecindad. Hubo más intimidad en el hogar. La difusión de la televisión ya avanzados los sesenta contribuyó a retirar a los niños de los juegos callejeros que habían marcado su vida en etapas anteriores.

-También analiza hitos concretos que exaltaban el orgullo patrio, como la final de la Eurocopa entre España y la URSS o el Eurovisión que ganó Massiel. ¿Ese tipo de 'victorias' le daban oxígeno al régimen?

-Sin duda. La victoria de la selección española de fútbol en aquella ocasión fue una victoria contra el comunismo. No hay más que leer la prensa de aquellos días. El partido se planteó como una gesta de tintes épicos. Otro tanto ocurrió con el éxito de Massiel en Eurovisión, sobre todo después de lo ocurrido con el 'caso Serrat', en que el cantautor elegido como representante de España planteó cantar en catalán.

-Nació en 1951 y vivió su infancia y juventud en aquellos años. ¿Hay también recuerdos personales en el libro?

-Por supuesto que están presentes muchas vivencias. Las he reflejado cuando creo que no son estrictamente personales, sino que las vivió mucha otra gente porque formaban parte de nuestras vidas. El régimen que se vivía en un internado de la época para quienes estudiábamos el bachillerato refleja el de mi colegio. Pero era extrapolable a muchos otros.

-Ha sido profesor de Historia en un instituto. ¿Cree que los adolescentes y jóvenes actuales, que viven en una sociedad con millones de estímulos, hiperconsumista y siempre insatisfecha, pueden imaginarse el país de sus abuelos?

-Hemos impuesto la sociedad del usar y tirar. Solo ahora estamos planteándonos que ese planteamiento era erróneo. Pero nos hemos olvidado de las reparaciones o el uso alternativo de las cosas. Se ha impuesto la denominada sociedad de consumo. En cierto modo más que ciudadanos somos consumidores. Aquella austeridad hizo que posteriormente muchos padres desearan dar a sus hijos lo que ellos no habían tenido, creyendo que era lo mejor. Se impuso la expresión 'a mi niño que no le falte de nada'. Eso ha calado y es fuente de numerosos problemas.

-Con la crisis sanitaria y social de la Covid-19, se avecinan tiempos de austeridad. Ya en el confinamiento la gente volvió a un tipo de vida más frugal y ahorrativo. ¿Cree que aquella época puede enseñarnos algo para afrontar nuestro presente?

-Podríamos sacar lecciones muy importantes de aquel tiempo. Hay un detalle llamativo. La información que tenemos es que el ahorro de las familias españolas se ha disparado hasta niveles no conocidos. El ahorro, cuando se podía, era una característica de la época que se refleja en 'La España austera'. Esta epidemia obligará a esa austeridad, que no va a ser una elección, sino una necesidad imperiosa.

-Inesperadamente, el franquismo vuelve a estar muy presente en la política española. Hace unos días, Santiago Abascal le dijo a Pedro Sánchez que el suyo es «el peor gobierno de España en 80 años». Como expolítico (fue diputado del Partido Andalucista) y persona vinculada a la política actual por vía familiar (su hermana es la vicepresidenta Carmen Calvo), ¿cómo ve el panorama?

-Complicado, muy complicado. No solo para las circunstancias presentes, sino por la situación política. El independentismo es un problema muy serio, al que se une la mayor fuerza de los extremos tanto por la derecha como por la izquierda. El centro se ha vaciado y eso va unido a la disminución del peso que la clase media en nuestra sociedad.

-¿Está preparando algún libro?

-Sí, estoy enfrascado en una nueva novela que está ambientada en nuestro siglo XVI y en la que se refleja un importante hecho histórico y protagonistas muy atractivos.