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El poeta Henrik Nordbrandt, ayer, en el Centro Federico García Lorca de Granada. PEPE MARÍN
«Leer a Lorca es un placer, su poesía se mantiene siempre fresca y nueva»

«Leer a Lorca es un placer, su poesía se mantiene siempre fresca y nueva»

El poeta danés Henrik Nordbrandt intervino ayer en un acto del programa 'Granada Ciudad de Literatura Unesco' en el Centro Lorca

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Martes, 20 de noviembre 2018, 01:41

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A sus 73 años, Henrik Nordbrandt aún se atreve a enredarse en giras interminables. Tras pasar por Murcia y Cartagena, este Ulises danés que lleva décadas moviéndose por el Mediterráneo –Turquia, Israel, Grecia, Italia, España...– alcanzó ayer al fin su Ítaca, el Centro Lorca, hogar del poeta al que siempre regresa desde que lo leyera por primera vez «extremadamente joven». Fue ahí, en el museo de la Romanilla, donde intervino ayer el danés, que habló sobre su poética y sus vínculos con Federico en un acto organizado por el área municipal de Cultura dentro del programa 'Granada Ciudad de Literatura Unesco' que contó también con la presencia de José Miguel Gómez Acosta.

La llegada de Nordbrandt a esta Ítaca especial le permitió reencontrarse con Federico, un escritor con el que reconoce sentir una conexión especial. «Siempre tengo en mente a Lorca, me parece verdaderamente un gran poeta», aseguraba ayer antes de salir al escenario.

Nordbrandt es una figura singular dentro de la escena literaria nórdica. Su formación no se corresponde con la de un estudioso filólogo académico sino con la de un viajero que aprende de la contemplación, la lectura y la experiencia. Ya muy joven, con apenas 21 años, decidió que importaba más el camino que el destino y se trasladó a un sur que hoy es bandera de su poesía. Vivió en Turquía, Grecia, Israel, Italia y España, una circunstancia que ha dejado una huella palpable en su obra, como él mismo admite: «El Mediterráneo me ha influido».

Ese discurrir por el 'mare nostrum' y las lecturas de los vanguardistas europeos modelaron su forma de entender una poesía que hasta entonces seguía el canon tradicional de su país, «basado en mitos y pobre en rimas por la propia característica de la lengua». Fue así como dio el salto desde un clasicismo «que había hecho parecer mis poemas a prosa» a una renovación que cambió la escena literaria de su país. «Empecé a escribir de una manera distinta, modernista pensé, y también más formal quizás de lo que se hacía», reconoce.

Autor de poemarios como 'Drømmebroer' (Puentes de sueños), en España ha tenido recorrido a través de una serie de libros en los que se recogen diferentes aspectos de su obra. 'El temblor de la mano en noviembre' (Bassarai, 2003), 'Nuestro amor es como Bizancio: antología poética' (Lumen, 2003 y Debolsillo, 2010), '84 poemas' (Bassarai, 2005), '3 x Nordbrandt' (Visor, 2012) o 'La ciudad de los constructores de violines' (Vaso Roto, 2012) revelan una manera distinta de enfocar los temas universales –amor, muerte, vida– y una forma de escribir «seria e inspiradora, fruto de un proceso reflexivo que viene de fuera».

«No soy Bertolt Bretch»

Su viaje por el Mediterráneo, como reconocía ayer, también le ha hecho sensible al problema de los refugiados. De hecho, es un tema sobre el que ha escrito algunos poemas muy celebrados en los últimos tiempos. Sin embargo, aunque considera su poesía «como ética», no se alinea con esa visión de la literatura como una herramienta política. «No soy Bertolt Bretch, quien podía escribir poemas políticos excelentes incluso si uno no estaba de acuerdo con su punto de vista. He escrito poemas políticos, pero muy pocos porque no es lo que me inspira. Si me enfadara, podría escribir más», apuntaba Nordbrandt.

El Ulises danés prefiere escribir una poesía que se mueva más por sus gustos y que, cuando trata sobre el amor o los puentes –una de sus obsesiones–, lo hace de modelando cada verso de manera reflexiva, buscando la palabra exacta. Es la idea de un autor que se decidió por la poesía porque era lo suficientemente torpe como para no poder dedicarse a la alfarería y que en Lorca tiene a su Ítaca, la poesía a la que siempre vuelve «porque su poesía se mantiene siempre fresca y nueva».

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