Jesucristo vuelto de espaldas
Crítica ·
Obra para la sosegada reflexión y tal vez necesitada de ser leída en su texto original para rescatar no pocas frases que se pierdenJusto el día en el que los católicos celebran la Encarnación del Hijo de Dios allá en Nazaret, aquel mismo Jesús, convertido en personaje teatral, ... subió ayer al escenario del teatro de Granada. Y fue colocado de espaldas por el director para que el múltiple sentido de la postura cumpliese la preñez de la metáfora. Espaldas que cargaron todo un afán de redención, espaldas sobre las que los inquisidores descargaron nuevos latigazos, esta vez de pullas y reproches, y espaldas para que el público interprete como el envés de la verdad evangélica, poner cara a la pared a Jesús, callar sus palabras y resumir su vuelta en un beso final, sin Judas.
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La densidad de este argumento se puede seguir, relativamente bien, desde la butaca por la brevedad de la función y por la entrega de los actores. Porque no es obra para la escena, sino inserto en una novela, y eso se nota cuando las repeticiones de argumentos y la ausencia de recursos escénicos orillan el aburrimiento, por suerte sin naufragar en él. La adición de un demonio tres veces tentador, encaramado en toda la diabla del teatro, además del juego de palabras, anima no poco la acción cuando ésta anda ya por el rodapié. También cierto ballet escénico que, con toda parsimonia, hace hojear un libro, mover el estandarte de la oliva y la espada o arrodillarse ante la cruz vacía de crucificado. Un escueto bodegón de pan y palmatoria, juntos a los grilletes amenazadores, completan el escueto decorado.
Obra para la sosegada reflexión. Tal vez necesitada de ser leída en su texto original para rescatar no pocas frases que se pierden dichas desde el escenario. Sobre todo al principio, cuando los actores musitan más que hablan y aún no reprochan a plena voz. Por supuesto un deleite para los que aman a actores con tanta experiencia como corazón. Paco excelente, Antonio gracioso en su 'mateismo' aunque agostado de gracia por tanta repetición, y los demás correctísimos. Mientras tanto Jesús mudo y siempre dándonos la espalda. Y el creyente pidiendo que sólo sea en escena, que no dé la espalda a la humanidad con tanta insistencia como parece hacer ahora, en este tiempo de pandemia.
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