Genio que cautiva en su centenario, Ginés Liébana
Amigos de Torredonjimeno hablan del hombre que habita tras el artista, el que no para de trabajar, ama a su tierra y cuenta chascarrillos de todo el mundo
Hablar de Ginés Liébana es hablar de inspiración y pasión por la escritura. Hablar con amigos y conocidos suyos sobre su persona, es escuchar una ... admiración infinita. Cuando se cumplen cien años del nacimiento del poeta y artista, el pueblo que lo vio nacer, Torredonjimeno, se vuelca en el inicio de un año de actividades y homenajes para un hombre que siempre lleva Jaén y su tierra por bandera. En catálogos, entrevistas, carteles de exposición, donde sea que aparezca su nombre, al lado está el de Torredonjimeno.
«Ginés es una persona de una mentalidad y cercanía enorme, muy alegre y divertida, que te cautiva a los cinco minutos», explica Manuel Hermoso, tosiriano y técnico de Cultura del Ayuntamiento. Conoció al artista cuando contaba ya con 80 años, con una historia que «imponía», pero que choca con su carácter afable y sencillo. «Enseguida te cuenta chascarrillos y chistes», afirma.
Figura irrepetible de la cultura, último miembro vivo del reconocido Grupo Cántico de Córdoba; poeta, escritor, pintor y pensador, sus primeros años de vida en el pueblo antes de mudarse a Córdoba y después a Madrid lo marcaron profundamente. «Ha tenido una vida agitada, afortunadamente larga», destaca Hermoso de un hombre que ha viajado por medio mundo antes de cumplir un siglo pisando fuerte sobre la tierra.
«Recuerdo cuando fuimos a su casa en Madrid para coger unos cuadros y exponerlos en Torredonjimeno, tuvimos la suerte de traernos parte de su colección particular porque su casa es prácticamente un museo. Nos deslumbró y él nos dijo 'coged lo que queráis'. Fue difícil elegir, la verdad», rememora Hermoso, que después devolvieron sus obras. «Ese ratito que estás con él te llena mucho, tiene un gran mundo interno que refleja en sus cuadros y poemas, y es tan enorme que tiene que compartirlo. Te cautiva a los dos minutos, no puedes dejar de quererlo, se hace sin esfuerzo», comenta.
Antonio Alfonso Jiménez, también tosiriano, poeta y escritor, no se cortó y en 2015 se plantó en la puerta de su casa en Madrid. «Le dije que era paisano y que estaba interesado en analizar su obra, por si tenía algo para una editorial, que estaría encantado», asegura. Por aquel entonces, a sus 94 años, estaba un poco apartado del panorama literario nacional como poeta y sus reconocimientos, así que la presencia de este paisano fue «como caído del cielo», según confesó después el propio Liébana. Desde entonces, su amistad perdura.
«Me invitó a su despacho, nos pusimos a hablar, entré a las nueve de la mañana y salimos a las tres de la tarde», recuerda con emoción Jiménez, que añade, «no paramos de trabajar, analizar, hablar, ¡ni uno de los dos fue al servicio ese rato! Pero era inevitable, él te absorbe, está conectado a un mundo en el que todo lo relaciona y lo explica». De hecho, en ese momento llevaba encima unos libros suyos y el propio Liébana los cogió y dijo «están sin corregir», y al instante cambió los versos y realizó las modificaciones de algunos poemas . «Se sabe de memoria toda su obra, es impresionante», dice.
Jiménez relata cómo Liébana le decía que él trabaja «a todas horas, desde que me levanto hasta que me acuesto, así no hay lugar al nihilismo». Y no solo su obra poética, también su faceta pictórica es de interés para Jiménez. «Ginés me decía que se hizo pintor surrealista gracias a la Semana Santa de Torredonjimeno» y, precisamente, la esencia de la Semana de Pasión y su representación con los ángeles son la base de la personal y simbólica obra del artista tosiriano.
«Cada vez que hablo con él pienso que somos unos privilegiados por compartir estos instantes, ya que estar delante de él, escucharlo, es un espectáculo único y debemos valorarlo», asegura Jiménez, consciente también de la edad del arista. «Él conoce sus límites, no tiene el mismo pulso que a los 70 años, pero sigue trabajando, él necesita crear, en ningún momento se plantea parar, ni mucho menos», dice.
Figura legendaria
Fátima Pegalajar conoció a Ginés Liébana hace unos quince años. Por entonces ya era una figura «casi legendaria». Fue en una exposición y Pegalajar se quedó impresionada por la memoria y el cariño por su pueblo del artista. Ahora, como concejala de Cultura de Torredonjimeno, se esfuerza por compartir su pasión y sus publicaciones. «Habíamos pensado hacer una exposición con sus cuadros, pero al ver que se nos quedaría corto para todo lo que queríamos contar de él, nos hemos decidido por un año de actividades, con la implicación de los centros educativos», explica la concejala.
«Él es una persona muy llena, con una trayectoria y vida cultural tan plena que impresiona, además de su forma de tratarnos a todos, como si fuéramos de la familia. Su actividad es brutal y su sentido del humor nos alegra a todos», describe Pegalajar. Y es que uno de los rasgos más característicos de Liébana es la «facilidad» con la que explica el arte, sin terminología compleja, con el objetivo de llegar a la gente, de que la cultura realmente alcance a las personas. «Eso es lo que realmente diferencia a un gran artista y un genio», destaca Pegalajar. En marzo hubo concurso de cartelería, en abril, certamen de narrativa para niños, y se publicarán parte de sus obras inéditas. «Este es el año de Ginés».
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