'El cielo de Sefarad' deja entre los niños de Cazorla un soplo de paz
La segunda cita de Teatrino, en el FIT Cazorla, obra de Claroscuro Teatro, está capitaneada por el linarense Francisco de Paula Sánchez
JOSÉ LUIS GONZÁLEZ
CAZORLA
Miércoles, 15 de noviembre 2023, 13:09
Claroscuro Teatro es siempre una cita ineludible para el público más pequeño que gusta del teatro. Sobre todo, de los títeres, las máscaras y la ... música. Pocas compañías como esta saben tocar las fibras más sensibles de los niños y las niñas, sin olvidarse de los adultos que los acompañan y que también descubren muchos detalles que luego deberán explicar a sus retoños. O no, quien sabe si, por el contrario, serán ellos quienes necesiten aclaración de quienes aún no conocen los prejuicios.
Un caso paradigmático es 'El cielo de Sefarad', la segunda cita del ciclo de Teatrino, en el marco del Festival Internacional de Teatro de Cazorla, que dejó en el Teatro de la Merced un regusto agridulce, dadas las circunstancias bélicas y el odio generalizado que nos asola. Trata la historia de Noa, una niña judía en el Toledo de 1492. De sus amigos Fátima y Pedro y de un gato callejero. Llena de humor y de magia, narra con un lenguaje muy apropiado para el público al que se dirige la tragedia de la expulsión del pueblo sefardí del territorio que hoy conocemos como España. Pero, en el fondo, la historia de Noa es la historia de todos los niños y las niñas que un día, sin entender por qué, tuvieron que irse de sus casas y abandonarlo todo solos o junto a sus familias.
Sobre el escenario, cuatro actores y actrices de carne y hueso y varios personajes llenos de vida y ternura gracias a la pericia de estos extraordinarios titiriteros. Ahí están el linarense Francisco de Paula Sánchez, Julie Vachon –alter ego de Noa-, la soprano María José Pire –con su fantástica voz- y Enrique Pastor –con los instrumentos de cuerda-. Y, de fondo, el Toledo del siglo XV, escenario de esta triste historia real.
Personajes
Porque cada uno de los títeres, en el fondo, representan todas las caras de la humanidad y sus creencias religiosas. Pedro, amigo de Noa, representa a la sinrazón religiosa –en este caso católica- que expulsó a miles de españoles de su tierra por ser judíos, y también el arrepentimiento de quienes, a posteriori, cayeron en la cuenta de la injusticia. Y la musulmana Fátima cierra este triángulo de religiones que han servido y que sirven como excusa para tantas y tantas guerras y conflictos. El gato, un ladronzuelo cargado de razón, y el gallo-veleta son como observadores externos de esta humanidad tan contradictoria e inexplicable.
Y qué mejor final tras el conocido fin de esta historia de odio y destierro que el que puso el propio Francisco de Paula Sánchez. Auspiciando el entendimiento, la pluralidad y la riqueza cultural de los idiomas, se despidió en castellano, hebreo y árabe.
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