5 a las 5, las imágenes censuradas
Salen a la luz las escenas de los homenajes a Federico García Lorca del 5 de julio de 1976 silenciados por el Nodo en la Universidad y en Fuente Vaqueros
El 20 de noviembre de 1975 sucedió un hecho que marcó la historia moderna de España. «Franco ha muerto», anunció por televisión Carlos Arias Navarro, ... presidente del Gobierno, a las diez de la mañana. Los franquistas lloraron y los no franquistas lo festejaron. Se abría la puerta a la democracia. Y en este contexto comenzaron a suceder cosas muy importantes por todo el país. Acontecimientos que, cuando no ensuciaban el prestigio del Régimen, salían en el Nodo, pero que eran censurados cuando abordaban 'temas' tan molestos como el de un señor nacido en Fuente Vaqueros, que se llamaba Federico GarcíaLorca, que fue asesinado por los golpistas y cuyo pensamiento era un faro para millones de españoles.
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Uno de esos reportajes que nunca se proyectaron fue el de los actos organizados en Granada el 5 de junio de 1976.El de por la mañana en la Universidad de Granada y el de por la tarde, el 5 a las 5, junto a la casa natal del poeta en Fuente Vaqueros. Ahora, un programa de TVE ha rescatado aquellas imágenes prohibidas, que sí tuvieron eco, sin embargo, en páginas de periódicos como el diario IDEAL, que publicó noticias y fotos que se pueden consultar en la hemeroteca.
Hoy día contamos, afortunadamente, con el testimonio de granadinos que participaron en estos eventos. Pongamos primero el foco en lo que sucedió en la Universidad en aquella mañana del 5 de junio de 1976. El Gobierno Civil autorizó un homenaje a Lorca siempre que no tuviera tintes políticos. Lógicamente aquello no fue así.Uno de los muros del Hospital Real, donde se encontraba la Facultad de Filosofía y Letras, se convirtió en un enorme lienzo para que el alumnado expresara sus ansias de libertad al mismo tiempo que rendían un tributo a Lorca, convertido en un icono para la izquierda antes y después del fallecimiento del dictador.
Los encargados de realizar las pegatinas y diseñar los carteles con la cara de Lorca y los símbolos de La Barraca, una máscara y la rueda de una carreta, fueron Julio Juste, que nos dejó en 2017, y Juan Vida, en plena actividad a sus setenta años de edad. «Alguien dejaba abierta la puerta de la imprenta de la UGR en el Hospital Real –recuerda el pintor– y ahí que nos colábamos nosotros, contando con la ayuda de algunos de sus operarios». Allí se reprodujo todo el material que luego se repartió a los asistentes.También se les facilitó botes de spray para que pintaran en la pared donde hoy día está el aparcamiento del Hospital Real.
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«Nos movíamos en la clandestinidad», explica Juan Vida, quien añade que él, que por entonces tenía veintiún años, formaba parte de la Agrupación Antonio Gramsci, que se creó en honor a uno de los fundadores del Partido Comunista de Italia. Ahí estaba Juan Vida, pero también Julio Juste y otros personajes como Juan Carlos Rodríguez o Mateo Revilla. «Aquello era el resultado de la suma de buenas voluntades y de la acción de movimientos como la delegación del PCE en el barrio del Realejo. Aunque el principal caldo de cultivo eran las propias aulas. Juan Vida recibía clases, por ejemplo, en la Capilla del Hospital Real.
Miguel Ríos
En las escenas del Nodo, guardadas hasta ahora en un almacén, se puede ver, entre otros, a Miguel Ríos con gafas de sol charlando animadamente con su productor Fernando Miranda. En la asamblea celebrada en el Patio de la Capilla estaban actrices como Nuria Espert o figuras de la contracultura como José Agustín Goytisolo, poeta y crítico literario.
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No hay constancia de la hora exacta a la que estaba convocado el acto, pero sí el vespertino. Fue «a las cinco de la tarde», cuando se produjo la cogida y muerte del torero Ignacio Sánchez Mejías. También fue silenciado por el Nodo. Antonio Ramos sí escribió una espléndida crónica para IDEAL. Una pieza periodística que marcó un antes y un después. El primer párrafo, que es maravilloso, decía así.
«Caía el sol a chorros, como en una jornada de siega andaluza, en la plaza de Fuente Vaqueros. Al sonar las cinco en punto de la tarde, centenares de globos señalados con la palabra 'amnistía' se elevaron al cielo rozando un gigantesco retrato de Federico García Lorca. ¡Federico, Federico...! Fueron los primeros gritos libres, espontáneos, de miles de gargantas que por fin gritaron achicharradas de calor, como el pueblo de las plazas siempre se achicharra, para romper el silencio en favor del poeta muerto hace cuarenta años en el Barranco de Víznar».
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La concentración duró treinta minutos de reloj. La muchedumbre vivió momentos cargados de simbolismo. Aún se recuerdan aquel cuarto de hora en que el rapsoda José Ladrón de Guevara, subido en el escenario, delante de una enorme efigie de Federico García Lorca, leía el manifiesto y pronunciaba aquellas palabras que ya han pasado a la posteridad: «Cuarenta años de silencio para media hora de medio hablar».
Fueron muchos los que giraron sus cabezas hacia las azoteas, temerosos de que los agentes de las fuerzas de seguridad, que apuntaban con sus rifles, abrieran fuego para aplastar cualquier atisbo de insurrección. No faltaron las proclamas. Ni tampoco las pancartas. Como aquella que emergía entre el público y que rezaba sencillamente 'Socialismo y libertad'. Intervinieron Aurora Bautista, Nuria Espert, Blas de Otero, José Agustín Goytisolo, Ladrón de Guevara y el sobrino de Lorca Manuel Fernández Montesinos.
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El Nodo fue una herramienta de propaganda.Pero también el testimonio de un tiempo. Un tiempo en el que algunos se atrevieron a alzar la voz.
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