«El ser humano debe pasar junto al otro para llegar a sí mismo»
El escritor sirio fue el invitado de honor de la jornada inaugural del Festival, donde leyó algunos de sus versos en la casa de los Lorca
José Antonio Muñoz
Granada
Martes, 26 de abril 2022, 01:47
Se llama Ali Ahmad Said Esber, y nació con el año 1930, aunque cualquiera lo diría. Sus 92 años le han encontrado lúcido, claro, ilusionado ... como ese niño que todos quisiéramos ser siempre. La jornada inaugural del Festival Internacional de Poesía le tuvo ayer como invitado de honor. De su madre, que no sabía leer ni escribir, heredó sin embargo una unión indeleble con las palabras. «Ella me enseñó que todo lo que existe es uno, y está dentro de la naturaleza». Afirma que para él, el ser humano nace poeta, porque cualquiera, con su trabajo, cambia algo esencial para la vida. «El poeta no reproduce miméticamente lo que ve, sino que cambia su entorno. La poesía nace naturalmente, como nace el amor, pero estos nuevos tiempos, las máquinas, han deformado la forma en que la poesía nace de los seres humanos», dice.
Tras dejar atrás Siria, debió hacer lo propio con el Líbano, inmerso en una guerra interminable. «Fue una decisión difícil, pero necesaria, porque no podía vivir, ni trabajar como quería. Beirut dejó una honda huella en mi vida. He tenido varios nacimientos: nací en Siria, renací en Beirut y lo hice una tercera vez en París», comenta. «Me fui a Francia porque entendía que era el único lugar donde podía tender puentes de diálogo, lejos del ruido de los cañones. Y Francia me ha dado mucho».
Considerado como referencia absoluta en la moderna poesía árabe, no cree que exista una forma de crear versos 'canónica' en ese marco. Afirma que aunque existen poetas que asumen la tradición creativa de décadas atrás, estos han quedado embebidos dentro de una corriente mucho más amplia. «Todo esto me parece bien, porque la poesía rebasa los límites de una estética concreta, y se enriquece constantemente».
Granada es, para Adonis, y en buena medida, Lorca, con quien se hermanó conceptualmente al escribir 'Epitafio en Nueva York'. «Granada es para mí mucho más que una ciudad; es una experiencia histórica muy profunda, que merece ser repensada», asegura. «Fue un lugar de encuentro entre las religiones monoteístas extraordinario, y se lo dice alguien que no es monoteísta. El ser humano, para llegar a sí mismo, necesita pasar junto al otro». En un mundo tan convulso, aboga, así, por volver a mirar la historia. «Colocando frente a frente a Lenin y a Mayakovski, observamos que al primero, líder de una revolución, le sobrepasó la historia, mientras que el segundo, con su pensamiento, sobrepasó a la historia». Es este convencimiento el que le hace cada día escribir en busca de una palabra que nunca perezca.
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