Granada, el 'trampolín' de Benedetti
Tras 40 años de su primera visita con recitales multitudinarios, sus amigos granadinos recuerdan sus charlas en la UGR y La Tertulia
El pasado lunes 14, el escritor uruguayo Mario Benedetti (Paso de los Toros, 1920 – Montevideo, 2009), habría cumplido 100 años. Y en diciembre se cumplirán 40 de aquella primera visita a Granada, propiciada por el gestor cultural y director del Festival Internacional de Tango, Horacio Rébora. Granada fue una de las primeras ciudades españolas que se abrieron a su genial figura. Aquí tomó conciencia de su importancia, él que siempre fue un hombre profundamente humilde.
Como rememora el catedrático de la Universidad de Granada y poeta, Álvaro Salvador, «yo entonces dirigía el Aula de Poesía de la Universidad. Recuerdo que aquellos últimos de 1980 fueron meses muy ajetreados, de tal manera que desconocía que iba a venir Mario». Fue Juan Carlos Rodríguez, el recordado catedrático y maestro de tantos poetas y profesores quien le llamó, aconsejándole que hiciera lo necesario para que la Facultad de Letras acogiera un acto importante con el autor uruguayo, a quien ya leían miles de personas en nuestro país. «Entonces, los recitales del Aula se hacían en La Madraza», recuerda Salvador, «pero decidimos que era preciso buscar un espacio más grande, dada la entidad del personaje. Por eso, escogimos el Aula Magna de Letras, que por supuesto se llenó». Aquel día leyó fragmentos de obras como 'Poemas de la oficina' o 'El cumpleaños de Juan Ángel'.
En aquella ocasión, el poeta también fue recibido en el Ayuntamiento por el entonces alcalde, Antonio Jara, visitó la Alhambra, y ofreció una multitudinaria lectura en el Bar La Tertulia. La sala volvió a quedarse pequeña, y muchas personas –y los vecinos, de paso– siguieron el acto fuera, gracias al altavoz colocado en la ventana por Rébora. «En aquel momento», recuerda el gestor cultural argentino, «La Tertulia iba bien económicamente, y en nuestra condición de librería, podíamos permitirnos el lujo de pagar algunos viajes de autores. La posibilidad de que Mario Benedetti viniera a Granada se me presentó de una forma sencilla. El responsable de la distribución de sus libros me dijo que era posible, le llamé y vino». En total, fueron tres las visitas del literato a nuestra ciudad. «Recuerdo que en aquella primera lectura, La Tertulia, espacio donde entonces se fumaba mucho, se convirtió en una zona sin humo, algo raro, ya que pedimos que no se encendieran cigarrillos porque Benedetti era asmático, y no podía estar en ambientes donde no se respirara bien», añade. «Cuando terminó la lectura, ante la atención del público, me dijo, ya en la barra, que se sentía como uno de los miembros de The Beatles, y que no esperaba este recibimiento», remata entre risas.
Sobre el carácter del autor, el director del Festival Internacional de Tango añade una anécdota muy descriptiva. «Tan poco acostumbrado estaba a la fama y tan desapegado estaba de lo material que cuando le pagaron, no sé, unas 30 o 40.000 pesetas de la época por su conferencia en la Universidad, dijo que era mucho dinero y que se lo iba a gastar invitándonos a comer al grupo de amigos de Granada. Fue una velada espléndida, donde estuvo, como siempre que se encontraba entre amigos, ocurrente, sincero y directo». «Yo le había visitado en Sóller (Mallorca), donde se instaló en primera instancia antes de mudarse a Madrid», recuerda Álvaro Salvador. «En aquella época, su obra completa no se había publicado en España. Había algunos títulos en la editorial siglo XXI, y alguno más en editoriales argentinas que se habían distribuido en nuestro país, como 'El inventario'. Hasta que en 1985 no se mudó a la capital y empezó a publicar en Visor, su obra no había sido muy divulgada, pero tenía un éxito incontestable».
El primer contacto
El catedrático de la UGR también dibujó una imagen indeleble del personaje en aquel primer encuentro. «Me encantó conocerlo, era una persona tan agradable, tan amable, tan humilde... Era tímido, incluso callado a veces. Era del estilo de su Pepe Mujica, con esa manera de ver la realidad tan particular, muy solidario. Y en su humildad, no se daba cuenta de su propia dimensión como escritor». A pesar de esa timidez, Álvaro Salvador recuerda su cualidad como gran conversador, y su capacidad para contar historias: «Tanto en Granada como en los cursos de San Roque, donde coincidí con él y donde también estaba Javier Egea, nos habló de los montoneros de Uruguay, de la historia y la realidad de América Latina. Javier le preguntó mucho sobre Cuba. Fue muy objetivo sobre el país, sabía ver las contradicciones que ocurrían en la isla, lo que estaba pasando. Hablamos mucho de Cortázar», rememora.
En su segunda visita, en 1987, se unieron en una misma mesa los dos autores que, según recuerda Álvaro Salvador, eran los únicos capaces de llenar grandes espacios: Rafael Alberti y él. En aquella ocasión, el anfitrión fue Luis García Montero, que ya era vicedecano de Letras, y estuvo motivada por la concesión a Cardenal del Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Granada. Tanto Alberti como Benedetti, y otros autores como el propio Javier Egea, participaron en un recital.
Precisamente, su tercera visita a Granada tuvo lugar para el estreno de una película sobre Cortázar, en el marco de la Cumbre Mundial del Tango organizada, de nuevo, por Rébora. «El director de la película era el actual ministro de Cultura de Argentina, Tristán Bauer, y se proyectó en Granada 10. Recuerdo cómo en un momento determinado de la película, estando a mi lado, le oí sollozar. Y es que la relación que les unió fue muy estrecha, al igual que con otros literatos hispanoamericanos, como Vargas Llosa, Carlos Fuentes, etcétera. Es uno de los grandes referentes de la literatura escrita en español», afirma. Y para hacerse una idea de la confianza depositada en el gestor cultural, y de su humildad una vez más, este aporta otra anécdota: «Antes de los recitales, me pedía que supervisara los poemas escogidos para leer, porque tenía miedo de que algunas palabras o giros no se entendieran en España». En aquella visita, ofreció un recital –el 26 de abril– en el Teatro Isabel la Católica, junto al cantautor Daniel Viglietti, y luego pasó por La Tertulia, donde estuvo relajado, compartiendo una copa con todos.
Sin el Premio Lorca
Con el reconocimiento de los amigos y de los lectores, solo le faltó al poeta uruguayo un reconocimiento de esta ciudad: el Premio Lorca. Fueron varias las ocasiones en que fue candidato. De hecho, estaba en las quinielas año sí, año también, hasta su muerte en 2009. Como también fue candidato al Premio Cervantes. En el caso del galardón granadino, autores de su generación como Juan Gelman o José Emilio Pacheco sí que lo obtuvieron. Su influencia como escritor, más que como poeta, era entonces y sigue siendo enorme: «Poemas suyos fueron cantados por Serrat, por Nacha Guevara, por Daniel Viglietti... Además de poeta –y él hacía un tipo de poesía muy comprensible, cercana a nuestros propios postulados– era un excelente narrador y ensayista. En este sentido, fue quien dio a conocer a Nicanor Parra, por ejemplo. Fue un autor muy completo, y Granada fue una de sus ciudades preferidas», recuerda el profesor Álvaro Salvador.
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