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Pablo y José A. Sánchez, de Producciones Peligrosas, preparan una sesión de trabajo junto a Ramón Rodríguez del grupo Fandila (d) y Mouhssine Kourrachi Javier Martín

Granada, capital de los estudios de grabación

La combinación de talento técnico y creatividad han convertido a la provincia en un referente nacional en el sector

Domingo, 26 de octubre 2025

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Entrar en Producciones Peligrosas es cruzar el umbral de un santuario sonoro. No se reza, se ecualiza. Es un templo laico donde la fe se mide en compases y la liturgia se celebra frente a una mesa de mezclas. A primera hora de la tarde, mientras esperan a los músicos, hay un silencio espeso, palpable, suspendido entre las paredes que aíslan el estudio del resto del mundo. José y Pablo Sánchez, sus propietarios, se mueven con la seguridad de quienes dominan un oficio antiguo.

Son artesanos que conocen cada matiz de su materia prima: el sonido. «Por aquí han pasado tantas canciones que no sabría decirte», dice José cuando responde sobre qué proyecto guarda con especial cariño. Aún así su memoria se detiene en 'Los cielos cabizbajos', aquella epopeya sonora de Lagartija Nick que dio cuerpo al poema sinfónico de Jesús Arias. Pablo, en cambio, evoca la luz y el misterio de 'Pablo de Málaga', el disco en el que Enrique Morente hizo cantar a Picasso. Entre las piedras de las paredes del estudio todavía parecen vibrar aquellas notas suspendidas en el aire como si el tiempo, aquí dentro, no terminara de pasar.

Granada no cuenta con un directorio oficial de estudios de grabación ni con cifras que indiquen cuánto aportan a la economía local. Aun así, la provincia se ha consolidado como un polo creativo que atrae tanto a músicos granadinos como a artistas de proyección nacional e internacional. Su secreto está en la calidad y el carácter de los profesionales que trabajan aquí. Espacios como el veterano estudio de Fernando Romero; Producciones Peligrosas; La Casa Estudio en Albuñuelas; La Mina, en el Cubillas; La Madre Estudio en Deifontes o el de Paul Grau en Motril lo demuestran. Y si ampliamos el foco, los datos acompañan: según un informe de Promusicae, en 2024 la música grabada en España facturó 568 millones de euros, confirmando un ciclo de crecimiento sostenido.

«Suelo trabajar con grupos del panorama nacional y bajar a Granada a grabar es un aliciente extra»

Raúl Pérez

EstudioLa Mina

En una antigua alcoholera de La Zubia, «de 1925, tan vieja como las cervezas Alhambra», Carlos Díaz ha levantado El Cobertizo. «Buscaba un lugar que tuviera rollo, cerca de la ciudad y con vistas a la Vega», explica. Conservó puertas, azulejos y vigas del viejo cortijo, dando forma a un espacio donde la creatividad flota como una nota sostenida. Allí han nacido proyectos de bandas emergentes, como Las Dianas o La Plazuela y han grabado veteranos como José Ignacio Lapido, Fangoria o Los Pilotos. «Cuando un grupo sabe lo que quiere, solo hay que acompañarlo hasta donde quiere llegar; lo difícil es cuando aún no lo tiene claro», comenta entre risas esta faceta en la que el técnico se convierte en psicólogo, guía espiritual y, por seguir con metáforas eclesiásticas, confesor. «Suelo trabajar con grupos de todo el panorama nacional y bajar a Granada es un aliciente extra» escribe por whatsapp Raúl Pérez, que convirtió el estudio de La Mina en el Cubillas en un retiro creativo. «En esta ciudad hay músicos increíbles y un tejido cultural que desde fuera resulta muy inspirador». Por allí han pasado Quique González, Biznaga, Niño de Elche o el británico Geordie Greep.

Carlos Díaz en su estudio El Cobertizo Javier Martín

A los dos lados del cristal

Estos técnicos son, ante todo, músicos. Aman lo que hacen y muchos han vivido la experiencia a ambos lados del cristal. Cada vez son más los que, desde su propio home studio, aportan a las grabaciones esa doble mirada. En Granada hay una oferta interesante de músicos que tienen sus estudios de grabación, es el caso, por ejemplo, de Raúl Bernal o Chesco Ruiz… José Sánchez, de Producciones Peligrosas, formó parte de Exiles, grupo emblemático de la escena granadina de los noventa; Carlos Díaz, tocó en Eskorzo. Saben cómo acompañar a los artistas porque han estado en su lugar y trasladan al ámbito técnico una sensibilidad y una riqueza que solo da el oficio.

Esa misma historia la encarna José Ibáñez, que inauguró su estudio en La Zubia en enero de este año. Granadino del barrio de Fígares, pasó veinte años en Liverpool, tocó en varias bandas, trabajó en varios estudios británicos —incluido Abbey Road— y regresó para montar su propio espacio. Lo siguieron muchos de los grupos con las que colaboraba en Reino Unido y ha comenzado a grabar con artistas locales. «Mis clientes alucinan con la ciudad», dice. «Aquí hay camaradería, talento y una energía que no se respira en muchos sitios»

José Ibáñez en su estudio de La Zubia IDEAL

Mantener un estudio abierto no es fácil. «Somos la resistencia», resume Pablo Sánchez, de Producciones Peligrosas. José asiente: «Antes había una clase media musical, grupos que grababan, giraban y vivían de ello. Hoy, o llenas festivales o no puedes permitirte una gira». Los pequeños garitos —añade—, esos donde se curtían los músicos, casi han desaparecido. Lo dicen desde un estudio que ha parido discos fundamentales de la música de este país. Antonio Arias, Niños Mutantes, Señor Chinarro, Solá Morente, Los Planetas o José Ignacio Lapido han grabado en su sala.

La otra cara de esta transformación es la democratización de la grabación. Hoy un portátil, una buena tarjeta de sonido y un tutorial en YouTube bastan para levantar un tema, y se puede grabar en casa, siempre que los vecinos toleren las guitarras. «La gente nos aporta más que el lugar», dicen Santi y Virginia, del grupo Izeta, ganadores del concurso de bandas Emergentes de Granada en 2024, que les ha permitido grabar su último disco con Carlos Díaz. «Trabajar en estudio y con un productor es casi como ir a terapia: llegas con una idea y salen veinte. Carlos es tan cercano y respetuoso que fue como tener de pronto a un miembro más de la banda».

Los músicos coinciden en que la elección de un estudio depende de su trayectoria, del sonido, de con quién hayan trabajado y, claro, del presupuesto. «Y también de hacia dónde quieres llevar tu proyecto, de tu visión comercial», apunta Víctor Sánchez, guitarrista de 091, que ha publicado tres discos en solitario y producido a otras bandas. «Hoy son pocos los que compran un vinilo, lo ponen en su plato y se detienen a escuchar de verdad la calidad de una grabación».

El sonido de Granada

¿Existe eso de un 'sonido de Granada'? La pregunta provoca sonrisas y alguna ceja arqueada. ¿Cuál sería: el de Enrique Morente, el de Los Planetas, el de Hora Zulú, el de Saiko? «Yo no se lo atribuyo al estudio», comenta Virginia de Izeta. «Granada es una ciudad donde se disfruta mucho de la música». «Lo que hay es una escena muy potente», coinciden con Víctor Sánchez.

«No hay un único sonido granadino, pero sí un tejido de profesionales que son un reclamo para que los músicos quieran venir aquí a grabar»

José A. Sánchez

Producciones Peligrosas

Para Carlos Díaz, ese sonido está en la raíz y cada uno se lo lleva a su terreno. Una escena que se alimenta de muchos estilos: Dellafuente, Yung Beef, La Plazuela… músicos con un discurso muy de arraigo, que tira para la tierra, como Los Planetas bebieron del flamenco. Esa mezcla de orgullo local y experimentación es lo que lo hace único. Granada suena a Granada.

También lo ve así José Ibáñez: «Traigo bandas británicas y, cuando las saco de tapeo o al Albaicín, se quedan fascinadas. La ciudad inspira. Y eso llega al sonido».

Más que un estilo, Granada vibra con densidad sonora: estudios que laten con precisión, técnicos y productores que cincelan cada nota, y una tradición que se reinventa sin nostalgia. «No conozco otra ciudad en España con tantos estudios bien equipados, donde se produzcan trabajos de tanta calidad», dice José A. Sánchez, de Producciones Peligrosas. «Se puede hablar de Granada como ciudad de los estudios. Es nuestra marca. No hay un único sonido granadino, pero sí un tejido de profesionales que son un reclamo para que músicos de todo el mundo quieran venir aquí a grabar».

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