El Niño de las Pinturas, en proceso del grafiti de la casa natal de Federico García Lorca. PEPE MARÍN

El grafiti de Lorca que revolucionó Fuente Vaqueros

El Niño de las Pinturas terminará este miércoles su obra en la fachada de la casa natal del poeta bajo la atenta mirada de los vecinos: «Qué guapo está mi Federico»

Miércoles, 15 de enero 2020, 02:16

En el grafiti de Raúl Ruiz, El Niño de las Pinturas, se ve a un joven Federico mirando al horizonte mientras que otro, en ... sus últimos años, toca una melodía de colores al piano. Un colibrí pica en el naranjo que hay en la acera y, entre verdes, marrones y blancos innatos, se lee –o se leerá, en cuanto esté terminado– un fragmento del poema 'Gacela del amor imprevisto': «Nadie comprendía el perfume de la oscura magnolia de tu vientre, nadie sabía que martirizabas un colibrí de amor entre los dientes». Y en las figuras, escondidas entre luces y sombras, palabras cuyo significado serán siempre un secreto: «Es escritura automática. No pienso. Me dejó guiar por lo que estoy haciendo y escribo».

Publicidad

El martes por la mañana, con el grafiti lorquiano ya avanzado, un cántico agudo rompió la tranquilidad de la plaza. «¡La maestra se ha cagao en el bote de colacao!», gritaban, divertidos, los alumnos del colegio Federico García Lorca, de Fuente Vaqueros. Estaban contentos, claro, porque los llevaban de excursión. Ellos han tenido el privilegio de inaugurar el proyecto y, también, de ver al Niño de las Pinturas haciendo su magia. «¡Hola, niños!», saludó desde lo alto de la grúa Raúl. «¡Hooola Raúl!», respondieron a coro. «¿Os gusta dibujar? A ver si el grafiti os inspira para dibujar en clase. ¡Gracias por la visita!» Los niños, encantados, se marcharon hacia el taller de rap, cantando alegremente: «¡Raúl se ha cagao en el bote de colacao!».

En el aula les esperaba la poeta Olalla Castro, cargada de rimas y 'flow' para explicarles, de manera cercana, cómo es la poesía de Lorca. El clímax del taller, en los últimos minutos, emocionó a los chicos y chicas del colegio, que se animaron a rapear fragmentos de la vida del poeta mientras el resto de compañeros les respondían «¡Sí, yeah, sí, yeah!».

Ver fotos

Imagen.

Bajo la fachada, el goteo de vecinos curiosos fue constante durante todo el día. Una de las primeras en llegar fue Isabel Macías, catalana afincada en Fuente Vaqueros «por amor a Lorca». Ella, emocionada, saludó al artista y le dijo: «¡Gracias, muchas gracias, esto es hermoso!». Otra vecina, Mari Carmen Zolorzano, se frenó en seco al entrar en la calle y asintió con seriedad: «Qué guapo está mi Federico». Y otra Mari Carmen distinta, al mediodía, se confesó con un «guau» fan del Niño de las Pinturas. Desde la cafetería El Reloj, frente a la casa natal, Javier Alameda ponía un café con vistas: «Qué bien se ve desde aquí, ¿verdad? –dijo– Es un regalo. Todo lo que sea traer al paisano para que vea lo que es Federico para nosotros, es bueno para el pueblo... Y verás en verano, con la terraza en la calle. Lo vamos a disfrutar».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad