Flamenco con efe de Rafalín
Granada llena el Isabel la Católica para rendir tributo al gran maestro Rafael Habichuela
Jorge Pastor
Granada
Sábado, 1 de febrero 2020, 02:58
Lo único seguro de un bolo flamenco es la hora a la que empieza –a veces ni eso–. El resto es improvisación. En el homenaje ... de anoche a Rafael Santiago Gómez, Rafalín Habichuela para el común de los mortales, «uno de los mejores guitarras flamencos que ha habido, hay y habrá», dixit su primo Pepe Luis Carmona, se sabían seguro dos cosas: que el telón se subiría a las nueve y media de la noche (así fue) y que desde hace dos semanas estaba todo el papel vendido (así fue). Fueron tres horas inolvidables. Tres horas inolvidables para Rafael, que sintió desde el primer momento el cariño del público de Graná, su Graná, y tres horas inolvidables para las seiscientas personas que disfrutaron del mejor toque, el mejor baile y el mejor cante que se puede escuchar por estos pagos alhambreños.
La velada comenzó con las emocionadas palabras del propio Rafael, quien reconoció no haberse enterado de este evento organizado por su familia hasta hace tres semanas. Se lo dedicó a los suyos, a su padre y a su madre, y haciendo gala de su proverbial modestia, la modestia de los más grandes, aseguró que él no era «maestro de nada, pero sí aprendiz de todo». Después vino un entrañable montaje fotográfico que repasaba toda su trayectoria. Imágenes junto a los suyos e imágenes de actuaciones memorables junto a leyendas como Enrique Morente.
El primero en pisar el tablao fue Curro Albaicín, un personaje imprescindible para entender la historia del flamenco en Granada. Recitó un poema, cantó y bailó con esa gracia y ese arte que le caracteriza. Y es que menuda nómina de artistazos se dieron cita ayer en el Isabel la Católica. Abriendo cartel, los Ketama, que jugaban en casa. Son profetas en su tierra. Lo demuestran cada vez que ofician en Granada. Magistrales al toque. La sucesión de estrellas que vino después fue alucinante. Por el escenario del Isabel la Católica pasaron cantaores en plena proyección como Kiki Morente y consagrados como Jaime el Parrón y David de Jacoba. Y casi pleno al quince de habichuelas en las seis cuerdas. Estuvieron Pepe y Benjamín. Junto a ellos, Carlos de Jacoba y Paco Jarana.
Sara Sánchez, espectacular
Fallaron por razones de salud y compromisos profesionales algunas de las bailaoras anunciadas, pero fueron sustituidas por figuras emergentes del taconeo como la motrileña Sara Sánchez, en la que se fijó el mismísimo Alejandro Sanz, que contó con ella para su último concierto en Madrid. La percusión corrió por cuenta de El Moreno, Benyi Habichuela y Nono Habichuela, que le dieron a la caja con maestría y con ritmo. Un hermoso preludio del grandioso fin de fiesta con la familia Habichuela sobre las tablas con una jarana de esas que se recuerdan. Espectacular. Demostraron, una vez más, por qué la saga Habichuela es imprescindible para entender el flamenco no sólo en Granada, sino en toda España.
Maravilloso reconocimiento para Rafael Habichuela en una noche mágica. Un reconocimiento hecho en vida. Como tiene que ser. Un reconocimiento que no retira a Rafael, que aún le queda mucha tralla que dar, pero que le permitirá, como dijo Pepe Luis Carmona, «tomarse la vida durante un tiempecillo con un poco más de tranquilidad, que se lo merece».
Con más de cuarenta años de carrera, Rafael Santiago Gómez (Granada, 1961), conocido en el mundo flamenco como 'Rafalín Habichuela', es un guitarrista diferente, en el que se reúnen las características propias de la familia Carmona (sus tíos Juan, Pepe y Luis Habichuela), una innegable huella sacromontana y su inquietud personal en la búsqueda de nuevos sonidos, particularmente del jazz y de la música suramericana. Aunque comenzó cantando, pronto se pasó a la guitarra.
De pequeño ya acompañaba a su abuela, la mítica Tía Marina Habichuela, y desde los nueve años empezó a frecuentar la peña de La Platería, haciéndose profesional a los trece. Hizo sus pinitos también como bailaor en la cueva de la Golondrina y después como guitarrista de acompañamiento, pasando por varias zambras, entre ellas la de María la Canastera.
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