Martha Argerich entusiasmó al público. ALFREDO AGUILAR

Una velada inolvidable rinde tributo a Argerich y Dutoit, dos grandes de la música

El público congregado en el Carlos V aplaudió durante varios minutos a la pianista, después de que regalara una gran interpretación de Ravel

Miércoles, 6 de julio 2022, 00:27

uando en la tarde de ayer, pudimos ver las fotos de la prueba de sonido en el Palacio de Carlos V, lo primero que detectamos ... fue la mirada de respeto y de cariño que mostraban los grandes protagonistas de la noche de ayer. Solo esa disposición ya colocaba al melómano ante la tesitura de que la velada de este martes iba a ser una de las que quedan en la memoria. Y la profecía que había en los ojos de Charles Dutoit (Lausana, 1936) y Martha Argerich (Buenos Aires, 1941) se cumplió con creces. Los dos veteranos músicos –168 años entre los dos, imagínense el número de horas de sonidos que tienen a sus espaldas– ofrecieron en el patio del Palacio de Carlos V, en la que se preveía como la más calurosa de las noches del Festival, pero que el viento hizo tolerable, un concierto que, sin embargo, calentó los corazones de quienes lo vivieron. Y para la emoción no hay abanico posible.

Publicidad

Es la privilegiada relación que desde hace muchos años mantiene Antonio Moral, director del ciclo granadino, con la pianista nacionalizada suiza, la responsable de que hayamos podido verla en los últimos años. Y aunque el público empezó haciéndose el remolón, agotó el papel para este concierto oliendo a historia, a pesar de que las entradas estaban entre las más caras del ciclo. Así, con el patio lleno, y puntualísimos –como un reloj suizo– comenzó la velada con la interpretación de 'Le tombeau de Couperin', homenaje a la memoria musical de uno de los más grandes genios del barroco francés.

Tiene Dutoit una forma de dirigir elegantísima, nada efectista. Conoce perfectamente su instrumento, la batuta, y hace de ella su cómplice. Así pudimos comprobarlo en su lectura de la primera de las obras de Ravel, con ese 'Prelude. Vif', que sonó vivísimo, para continuar con el 'Forlane. Allegretto', el muy francés 'Menuet. Allegro moderato' y para finalizar, el muy inspirado 'Rigaudon. Assez vif'. En definitiva, un perfecto reflejo del retrospectivismo, con los grandes compositores galos en huida hacia su pasado con los vientos de guerra que venían de Europa Central como catalizador de la nostalgia.

Todo fue Argerich

Tras el imprescindible 'intermezzo' técnico, el Palacio de Carlos V recibió con una ovación como pocas se recuerdan a Marttha Argerich. La leyenda pesa. Ella, tras recolocar su abundante pelo, fijó su vista en las teclas, y desde ese momento, todo fue Argerich. La Filarmónica de Monte-Carlo se puso a su servicio, y ella al servicio de la música, siempre. Mirando, cómplice, las evoluciones de Dutoit y de la cuerda, apurando cada nota como si una buena copa de vino se tratara. Los dedos de la cuerda, ágiles, daban la respuesta en forma de delicados 'pizzicatos' a los pasajes más expansivos del piano. Los metales subrayando el ritmo que Marta marcaba. Y todo, un auténtico concierto, en el mejor sentido del término.

Y qué decir del solo que marca el inicio del 'Adagio assai' hasta que las flautas traveseras van 'despertando' al resto de la orquesta. La pianista reinventó el concepto de delicadeza en la noche de este martes. La música se veía, se oía, pero también se imaginaba. Claro, hay pocas obras impresionistas con el balance melódico de esta. Pasajes íntimos y escalas vertiginosas puestas al servicio del lucimiento del artista y la satisfacción más íntima del público. Y con las bellísimas notas del segundo movimiento suspendidas en el aire, casi sin solución de continuidad, el endiablado 'Presto', con esos tan particulares efectos percusivos, que entusiasmó al público tanto como a la pa y que provocó uno de los más encendidos aplausos de este ciclo. Una vez más, la maestra dejó en Granada una auténtica lección de música, y los 'Bravos' encendieron el patio antes del descanso. Correspondiendo al entusiasmo del público –y a los silbidos admirativos, que siempre suenan extraños en un concierto de clásica–, la pianista volvió a sentarse para interpretar a Bach.

Publicidad

Tras el descanso, aún hubo tiempo para escuchar y disfrutar con la 'Cuarta' de Chaikovski, que redondeó una noche de música memorable.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad