La segunda noche de la London supera la primera
La formación británica, menos cansada que en el concierto del sábado, hizo valer su jerarquía con una Maria Joao Pires que disfrutó de la velada
José Antonio Muñoz
Granada
Lunes, 11 de julio 2022, 00:06
La clausura del Festival Internacional de Música y Danza de Granada siempre es una gran ocasión, una de las grandes noches de la cultura en ... Granada. Por eso, todos los directores que en el mundo han sido han cuidado muy especialmente la última velada del ciclo. Siempre una gran orquesta, siempre en el Palacio de Carlos V. Y cuando no se ha hecho así, la cosa ha salido rana. Por eso, no es extraño que el 71 Festival de Granada haya contado con la London Symphony Orchestra para cerrarlo. Después del concierto de anteanoche, en que los músicos pusieron oficio y calidad para sacar adelante el programa beethoveniano, la de anoche era una propuesta que podríamos calificar, al menos en su esqueleto central, como festiva. Y la, una vez más, ajedrezada formación londinense, ya más descansada después de un largo viaje, y la solista, Maria Joao Pires, con mucho mejor aspecto que el sábado, contribuyeron a ello con gusto. No olvidemos que el prestigio de estas formaciones se cimenta en la soberanía del público, que les juzga noche tras noche con toda justicia, ya que es quien paga.
El de ayer fue un lleno como el de los buenos tiempos, de vestidos largos y llegada con antelación para disfrutar del ambigú y de la noche, cálida pero soportable. Un lleno expectante, porque los nombres, los grandes nombres, continúan siendo la sal –y a veces también la pimienta– de un festival como el de Granada, y la clave de su prestigio y proyección exterior, porque el foráneo no sabe lo que se siente escuchando música en el patio del Palacio de Carlos hasta que no se sienta dentro y mira arriba y alrededor.
Así pues, la clausura del Festival repartió el juego sonoro entre tres grandes compositores, al contrario de la velada monográfica del sábado. Comenzó la London en solitario, como mandan los cánones, esta vez con un breve aperitivo, los 'Entreactos 2 y 3 de Rosamunde', de Franz Schubert, con sus dos partes, el solemne pero cercano 'Andante' y ese 'Andantino' juguetón que se tararearía a la salida del concierto si fuera un 'bis', pero que anoche se colocó al inicio de la velada.
Muy Mozart
Un breve descanso y de nuevo apareció la portuguesa Maria Joao Pires para deleitar al respetable con el 'Concierto para piano número 27 en si bemol mayor' de Wolfgang Amadeus Mozart. Hay pocas obras del repertorio del genio de Salzburgo de las escritas para piano que suenen más 'Mozart' que esta. El delicado juego entre solista y orquesta es aquí más cómplice que nunca, y la cuerda subraya determinados pasajes, mientras el protagonismo absoluto queda en manos, en los dedos, de la pianista, que desgrana su juguetona melodía, que aún hoy, 230 años después de que se escribiera, sigue sonando sorprendentemente moderna. Parece como si Amadeus, ignorante aún de su próxima muerte, hubiera querido hacer un último brindis, beber un último cáliz de alegría antes de descender a esa fosa común donde ignominiosamente se le enterró.
La apasionada interpretación de Maria Joao Pires –especialmente delicioso el 'Allegro' final– dejó el sabor de boca que las grandes ocasiones transmiten. Y tras el descanso, el Festival tuvo su último acto con la interpretación de la 'Sinfonía número 2' de Chaikovski, un guiño a Ucrania y un canto a favor de la paz.
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