Noche de reflejos azules y rojos con la guitarra de Pablo Sáinz en Arrayanes
El riojano ofrece un recital de clásicos españoles con remate en una versión libre del 'Adagio' del 'Concierto de Aranjuez' y la 'Gran Jota' de Tárrega
José Antonio Muñoz
Granada
Martes, 6 de julio 2021, 01:46
A veces, determinados artistas llegan a lo más alto sin saber lo que tienen entre las manos. Muchas veces es falta de confianza (hay espantadas ... legendarias en el mundo de la clásica), y a veces exceso de esta (lo que da lugar a pinchazos de órdago, como algunos que hemos vivido en este Festival no hace tanto tiempo). No es este el caso del guitarrista riojano Pablo Sáinz Villegas. Él sabe lo que vale, y dónde no va a naufragar, o más bien, dónde va a triunfar. Porque lo de anoche, a tenor de los aplausos entusiastas que acompañaron el final de la actuación, fue, para el público, un triunfo.
A ello contribuyó, sin duda, un repertorio en el que el riojano se encuentra muy a gusto. No hay más que revisar su agenda de conciertos –esta semana en el Concertgebouw, por ejemplo– para calibrar que Sáinz es un intérprete seguro del terreno que pisa. Por ello, clásicos como Granados, Rodrigo, Tárrega o Albéniz son la espina dorsal de un repertorio en el que también cabe la 'Romanza' de Bacarisse o el 'Concierto de Aranjuez', uno de sus mayores éxitos del último y convulso año, en el Concierto de Año Nuevo con la Filarmónica de Berlín.
Y hablando de convulsiones por culpa de la pandemia: ayer el Festival anunció dos cambios de calado diverso. Por un lado, la mezzosoprano Anna Caterina Antonacci, que debía actuar el próximo 8 de junio en el Hospital Real, ha aducido problemas de índole personal para no acudir a Granada, siendo sustituida por la soprano Nuria Rial, una intérprete de contrastada trayectoria –ha cantado con Jaroussky, entre otros– y sensiblemente más joven que la italiana. Le deseamos toda la suerte del mundo, claro. Luego, en el espectáculo de esta noche en el Generalife, la baja es la de la cantaora lebrijana Anabel Valencia, tras dar positivo por Covid. El resto del reparto asumirá sus intervenciones.
Hecho este paréntesis, y centrándonos en lo oído anoche en Arrayanes, no podemos obviar un elemento importante: el calor, que maltrata de forma especial los instrumentos de cuerda, obligando al intérprete a casi continuos ajustes. ·Hasta 33 grados midió el termómetro anoche en Arrayanes. Es complicado hacer un recital perfecto en estas circunstancias: es posible que se vaya alguna nota, es posible que algún trémolo 'caballee' y es posible que alguna cuerda en los agudos no suene como debe.
Todo dispuesto
El caso es que, llegada la hora, el patio de butacas estaba lleno –con políticos invitados incluidos–, y el guitarrista presto. El programa es una exaltación de lo patrio, y sonó con la racialidad precisa, sin grandes excesos ni gestos de cara a la galería, porque Pablo Sáinz tiene mucho de latino en sus interpretaciones, y es frecuente verle sonreír, pero es clásico a más no poder en el gesto. La primera pieza, 'Andaluza' danza número cinco de la Opus 37 de Albéniz, tuvo la virtud del equilibrio. Los alegres sones iniciales se hicieron susurro en los pasajes más íntimos, y el tono generalmente festivo de la pieza abrió la puerta a lo que sería una constante de la noche: el respeto al 'tempo' de la partitura y la referencia interpretativa a Segovia, a quien se rendía homenaje.
Por ello, la lógica continuación sonora, por contraposición, de la 'Melancólica', número 10, no hizo sino atestiguar que el recital entraba en un ritmo adecuado, quizá roto en parte por el pequeño discurso que ofreció antes de encarar 'Invocación y danza' de Rodrigo, que bucea en las raíces más profundas de nuestro folclore para pintar un cuadro costumbrista complejo, pleno de matices. Exigente pieza que dio paso al 'monográfico' Tárrega, Suelta la digitación en el 'Capricho árabe', enlazada con 'Una lágrima', antes de 'Adelita' y de la propina 'Recuerdos de la Alhambra', anunciada previamente para ser incluida en este momento del concierto.
'Invocación y danza' de Rodrigo dio paso al 'monográfico' Tárrega. Suelta la digitación en 'Capricho árabe', enlazada con 'Una lágrima', antes de 'Adelita'
Durante toda la noche, Sáinz coqueteó en los tiempos lentos con lo premioso, caminando al filo de esa navaja tan peligrosa. En el segundo bloque monográfico de tres piezas, con la que cerró la parte 'reglada' del recital, se le vio especialmente cómodo en 'Torres Bermejas', volviendo al tempo muy controlado en 'Mallorca' y muy suelto en 'Asturias', consciente de la necesidad de poner al público en órbita. Así, los tímidos primeros aplausos se tornaron en 'bravos' y algunos espectadores puestos en pie tras su personal visión del 'Adagio' del 'Concierto de Aranjuez' y gran ovación tras la 'Gran Jota' de Tárrega. Todos contentos.
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