«El Festival puede codearse con los grandes, pero necesita apoyo público y privado»

–Se ha acabado, por fin.

–Cuando termina el Festival, uno siente un cierto alivio, sobre todo si, como este año, casi todo ha salido bien.Pero a la vez, quienes disfrutamos con la música, sentimos cierta pena por cerrar las puertas. Con todo, el tiempo pasa muy deprisa, y uno se queda muy tranquilo, porque la valoración que puedo hacer de este Festival es muy positiva, porque por fin hemos podido hacerlo como Dios manda, sin cortapisas, sin aforos reducidos, sin impedimentos para que el público que quisiera venir a Granada pudiera viajar...

–¿Cuántas entradas se pusieron finalmente a la venta?

–Después de la cancelación de Trifonov y la actuación de Duquende, que no la contamos en el cómputo final puesto que vamos a devolver el dinero, hemos puesto a la venta 37.415 entradas, de las cuales hemos finalmente vendido el 84,72%, en números absolutos, 31.701 entradas. La recaudación final de la taquilla ha sido de 1.125.000 euros.

–Cifras muy respetables.

–Y tanto, hemos batido récord de recaudación. Nunca se había superado, de hecho, el millón de euros en ingresos de taquilla. Si a ello sumamos los asistentes a los espectáculos del FEX, que han sido 15.632, la cifra total de personas que han disfrutado alguno de los espectáculos casi llega a las 49.733. En los dominicales y los ocho conciertos gratuitos ha habido 2.400 personas. Hemos ofrecido 102 espectáculos y 107 pases. Esto son números que pueden parecer fríos, pero tras ellos está el esfuerzo de muchas personas, tanto de quien compra su entrada o acude a un espectáculo como de quien se ocupa de que transcurra sin problemas.

–¿Se ha vuelto al ambiente prepandémico?

–No del todo, porque el público internacional que venía antes no ha terminado de decidirse a volver. Sí esperamos que el próximo año la pandemia sea un recuerdo, y que todo retorne a la normalidad cuanto antes. Pero, a cambio, la apuesta del público nacional, además del granadino, que siempre nos apoya, ha sido muy importante.

–¿Y desde el punto de vista artístico, cómo medir los resultados?

–Yo tengo un método que puede ser como otro cualquiera, pero que me es muy útil, y es contar las 'standing ovations', es decir, las veces que el público se ha puesto en pie para aplaudir tras un espectáculo. Y este año han sido 24 las ocasiones en que esto ha ocurrido. Es decir, en la mitad de los espectáculos del programa principal. Y todo ello con un coste artístico de 1.310.000 euros, que no es ni mucho menos el más alto de la historia del Festival.

–¿Cómo ha evolucionado presupuestariamente el ciclo?

–Venimos dos años en los que el Festival ha tenido los presupuestos más bajos de su historia reciente: el de 2020 solo 2.651.000 euros, y en 2021 3.124.000 euros. En 2020 vivimos una reducción presupuestaria de un millón de euros con respecto a 2016, por ejemplo. Ello nos ha limitado porque no hemos podido traer a las orquestas del top 5 que nos gustaría traer, o a algún solista aislado que queda por pasar por aquí, porque la mayoría de las grandes figuras ya han estado.

–Pero un festival no son solo nombres...

–Evidentemente. Un festival tiene que tener, sobre todo, coherencia, una serie de puntos de encuentro que den unidad a la programación, como ha ocurrido este año con el centenario del Concurso de Cante Jondo. Pero no solo hemos programado flamenco, sino que hemos buscado en el entorno del concurso todas las relaciones que se establecieron entre la generación de autores contemporánea y las vanguardias, por poner un ejemplo.

–¿A qué puede aspirar el Festival de Granada, desde un punto de vista ideal y desde el real?

–Puede y debe aspirar a todo. Si este es el primer año que hemos podido desarrollar una propuesta como queríamos y el resultado ha sido muy bueno, el límite es el infinito. Eso sí, hace falta tomar una serie de medidas urgentes: la transformación jurídica en una Fundación que pueda atraer patrocinio privado desgravable, y necesitamos apoyo económico de las instituciones, un compromiso que nos coloque al nivel de festivales como el de Aix-en-Provence, una ciudad similar en muchos aspectos a Granada, pero que cuenta con 27 millones de euros de presupuesto.