Elena Gragera cantó al jondo y a la generación del 27
crítica ·
josé antonio lacárcel
Jueves, 23 de junio 2022, 00:25
La figura de Federico García Lorca siempre justifica su presencia en cualquier evento artístico, literario,, cultural, y más aún en el musical y, sobre todo, ... cuando se le une a otra figura señera de la vida artística nacional y que, durante un tiempo, se centra en Granada, o sea, me estoy refiriendo a la figura de Falla y a esa relación tan interesante y tan fructífera entre el gran compositor y el genial poeta y dramaturgo. Dos sensibilidades diferentes pero que se encuentran en muchos momentos y pienso que se complementan esas sensibilidades y esa capacidad creadora que es la principal característica de ambos. Aunque de caracteres tan diferentes hay tantos puntos comunes que lógicamente tenía que producirse el entendimiento, el encuentro entre sus respectivas estéticas, amén de la buena relación personal. He escrito caracteres distintos: Falla recogido, casi ascético en una vida sencilla donde encuentra el silencio y la paz para poder escribir. Lorca brillante, extrovertido, un verdadero huracán de calidad y de sentimiento. Ambos enriquecen, con muchos otros, una vida cultural de Granada que no ha tenido parangón a lo largo de la historia de esta ciudad.
Por eso, ahora cuando celebramos el centenario del concurso de cante jondo es cuando más argumento tiene la doble presencia de estos genios que son tan diferentes, tan brillantes y únicos en sus respectivas tareas, pero tan complementarios y a los que hay que agradecer cómo saben engrandecer la vida cultural, no ya de Granada, sino de toda España.
Con estas premisas acudimos al Centro Federico García Lorca- difícilmente se podrá encontrar un mejor escenario- donde bien se evocan estas dos figuras que además estaban en la intención de la mezzo Elena Gragera y en la del pianista acompañante, Antón Cardó. Y digo esto porque el recital se basaba en «Falla, Lorca y el cante jondo en la generación del 27». Bien, éstas eran las declaraciones de intenciones. Y para ello un programa donde aparecen nombres como Joaquín Nin, Maurice Ohana, Poulenc, Pittaluga, Falla, entre otros. La verdad es que el recital, inusitadamente breve, no ha acabado de llenarnos. Pienso que ha estado lleno de altibajos con unos cambios en el programa que no acabo de entender. Ha sido bastante lineal y ha faltado- es mi criterio- fuerza, esa garra que un programa basado en torno a esas dos rutilantes figuras, hubiera necesitado. Me quedo con la bellísima canción de Mompou que sustituía a la anunciada de Gerhard. Uno de los alicientes eran las Canciones Populares de Falla, las famosas Siete canciones, que no han llegado a ese número y que han sido interpretadas con desigual fortuna.
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