Duquende abandona a medio recital y desprestigia al flamenco

Ya, todo dispuesto, tras cinco minutos de cortesía, dio comienzo el concierto con una rondeña de la mano del guitarrista destinado a acompañarlo durante la velada, el granadino Carlos de la Jacoba. Así, a los quince minutos que se apagaran las luces, hizo su aparición el protagonista de la noche con cara larga y urgencia en el cuerpo. De hecho, los dos o tres temas que pudo brindar al público venían tildados de esa premura inexplicable. Acto seguido, sin saludar al respetable, sin despedirse siquiera y sin dar ninguna explicación, se levantó y se fue a la francesa, dejando al pobre tocaor solo ante la tempestad que se avecinaba.

Más tarde se descubriría el juego: Duquende aparecía dentro del cartel de un festival, organizado por la Diputación de Málaga, que comenzaba en la ciudad vecina a las 21'30. El cantaor catalán se había comprometido a asistir a dicho encuentro antes de las 23'00 horas, que es el tiempo que había calculado para que fuera anunciado y le tocara actuar, matando así dos pájaros de un tiro. Pero lo que tiró fue la toalla, huyendo con el rabo entre las piernas y dejando al pobre Carlos de la Jacoba excusándose ante el público. «Asistentes a los que se les devolverá el importe de la entrada», prometen desde la organización.

Fuentes del mismo Festival han manifestado su indignación por el despropósito de alguien que se llama artista e incumple sus compromisos contractuales, faltándole el respeto en primer lugar a las personas que acudieron a verlo, en segundo lugar a uno de los eventos más prestigios del país, como es el Festival de Música y Danza, con 71 años de existencia, y en tercer lugar a la ciudad de Granada. Miembros de La Platería por su parte recuerdan, tras este evento, que hace un par de años hizo algo parecido en la Peña. «Es un mal profesional y creo que no lo vamos a llevar más», comentan desde la directiva.

La ética de este señor, por otro lado, desprestigia al flamenco, haciéndolo retroceder varias décadas, y poniendo en tela de juicio a los cientos de artistas honestos que luchan día a día por dignificar su profesión.