«Si el artista sabe lo que quiere decir, no importa la edad que tenga»

–¿Cuándo decidió usted que quería tocar el piano?

–Desde que era muy muy pequeña. Teníamo en casa un piano de cola muy viejo, un Röhnisch, con una etiqueta de papel adherida que ponía Yamaha... (sonríe). Durante mucho tiempo no me di cuenta de que era solo un sello y estaba muy orgullosa de tener un piano de una firma tan famosa. Mi tía solía tocar mucho en ese Röhnisch, al igual que mi mamá y mi papá; luego, a las 4, también comencé a hacer ejercicio. Escuché la música todo el tiempo, simplemente me rodeaba. A una edad muy temprana, cuando no podía conciliar el sueño, me ponían una grabación de la interpretación de Gould de las Variaciones Goldberg de Bach, que me encanta. Fue natural para mí comenzar a aprender piano y ser pianista.

–La escuela rusa de piano es legendaria. ¿Cree que el método ruso ha evolucionado de forma conveniente con los tiempos?

–El tiempo es una categoría muy seria en la música. En el escenario podemos detener el tiempo, acelerarlo o movernos a través de él. Esto es lo importante y la base fantástica de la escuela de música rusa es cómo darnos una clave para esta categoría: cómo trabajar con el tiempo en el escenario, cómo manejar el sonido y cómo articular su mensaje al público. Estas cosas son siempre modernas y creo que la escuela de música rusa nunca será arcaica.

–¿Cree que el piano organizó su vida o la desorganizó por completo?

–El piano es mi amigo, mi pasión, mi trabajo y mi manera de comunicarme con el mundo. Y por supuesto, esta es la base de mi vida diaria. El piano nos organiza muy bien a quienes lo tocamos.

–¿A qué edad descubrió que su vida sería diferente de la de otros chicos y chicas coetáneos suyos?

–Mi vida no es muy diferente de la del resto de jóvenes actores, atletas, artistas y matemáticos que tienen una rutina diaria específica y dedican unas horas cada día a su profesión. Pero todos tenemos tiempo para ver amigos, leer, caminar, y hacer lo que nos gusta. Es una cuestión de tiempo y planificación. Hay muchos pianistas en el mundo que tienen la misma vida que yo y somos felices tocando. Creo que, en general, todas las personas que pueden tener éxito, autorrealizarse y seguir su destino son felices. No veo que mi vida sea algo excepcional. Es la vida normal de una artista.

–¿Qué le debe a sus profesores?

–Mis maestros me mostraron una dirección y trataron de dar libertad a mi imaginación. Realmente, estamos estudiando para nosotros mismos, no para nuestros profesores o padres. Por supuesto, mis profesores han compartido mis resultados: fracasos y éxitos.

–En el Festival de Granada, mañana tocará usted piezas de tres grandes compositores. ¿Cuál de ellas prefiere, y cuál le parece de ejecución más compleja?

–El repertorio pianístico es un océano inabarcable. Me gusta la música que estoy aprendiendo y que estoy tocando ahora. Siempre tengo un lugar especial en mi corazón para Chopin. Pero eso no significa que sea mi compositor favorito. Creo que la respuesta correcta es que te gusta la música que tocas ahora. Ahora estoy tocando Beethoven, Schumann y Chopin, expresando lo que leo en sus partituras. Intento no decepcionarles cuando toco sus obras... (sonríe).

–Suponemos que no le gusta que la llamen 'joven prodigio'. ¿O le da igual?

–Creo que no hay edad para nuestra profesión. Todos tratamos de dar lo mejor de nosotros en el escenario. Puedes ser un buen pianista o un músico de bajo nivel independientemente de tu edad… Cuando el público viene a escuchar el concierto quiere escuchar la música, entender el mensaje del artista. Si el artista sabe qué decir, creo que no importa la edad que tenga.

–Es su debut en la ciudad. ¿La había visitado con anterioridad?

–Será mi primera visita a Granada y estoy deseando que llegue. El Festival es muy famoso, con una gran historia, y sé por colegas que el público es muy cálido. Estoy muy agradecida por esta invitación. Y por supuesto, espero tener la oportunidad de ver la legendaria Alhambra.