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Asistentes a la sesión astronómica en la Silla del Moro observan el firmamento con Granada al fondo. RAMÓN L. PÉREZ

Las estrellas que brillan sobre la Alhambra

Astronomía ·

Un taller de observación organizado por el Patronato de la Alhambra enseña el cielo de Granada desde el enclave privilegiado de la Silla del Moro

Jorge Pastor

Granada

Viernes, 13 de agosto 2021, 01:18

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Muhammad III ha pasado a la Historia por dos motivos. El primero, por haber reinado en Granada entre 1302 y 1309. Y el segundo por su afición a la astronomía. Se subía a la Torre de las Damas y pasaba horas y horas fascinado por el fastuoso espectáculo de la bóveda celeste y todo el conocimiento que generaba el estudio de los astros. ¿Qué hubiera visto el bueno de Muhammad III, alias al-Makhlu (el depuesto), en un día como el de hoy? Pues infinitamente más que lo que observaron las veinte personas que el día 9 asistieron a un taller con la sugerente denominación de 'Bajo el cielo de la Alhambra', organizado por el Patronato de la Alhambra y el Generalife en colaboración con la Asociación Turismo Astronómico.

Infinitamente más porque hace setecientos años se hacía la oscuridad más absoluta cuando se ponía el sol porque por aquel entonces no existía el grave problema de contaminación lumínica que padecen en la actualidad ciudades como Granada. Para que se hagan una idea, cuando Muhammad III se asomaba a la Torre de las Damas podía contar a simple vista hasta cinco mil estrellas. ¿Saben cuántas se pueden contabilizar ahora? En el mejor de los casos, un centenar sumando todas las épocas del año –no es lo mismo el cenit en verano que en invierno, por ejemplo–.

Una de las asistentes al taller observa Venus a través del telescopio. RAMÓN L. PÉREZ

A pesar de ello, los participantes en esta interesante iniciativa, desarrollada en la Silla del Moro, disfrutaron de lo lindo porque lo que sucede todos los días ahí arriba es bellísimo. Ahora, además, podemos ver durante unos días las famosas 'lágrimas de San Lorenzo', que son en realidad partículas de polvo del tamaño aproximado de un grano de arena que deja el cometa Swift-Tuttle en su órbita anual alrededor del Sol. El momento de mayor intensidad ha sido esta madrugada del 12 al 13 de agosto –han caído hasta doscientas en una hora–.

Las Perseidas sobrevolando Granada sorprendieron en más de una ocasión a la veintena de granadinos inscritos en el taller, pero la observación, que duró en torno a dos horas, dio mucho más de sí gracias a los saberes y el tono pedagógico empleado por los expertos de la Asociación Turismo Astronómico. Lo primero fue el montaje de un telescopio doble en la terraza más elevada del Castillo de Santa Elena, conocido popularmente como la Silla del Moro. El tubo más pequeño permitía un ángulo de visión más abierto y más alejado (30 aumentos) y el grande más cerrado y más cercano (165 aumentos). Un 'periscopio' dotado con una tecnología que no solo localizaba de forma automática los objetos, sino que compensaba el movimiento de rotación de la Tierra para seguir su recorrido en el firmamento.

Señalando parcelas del cielo con el puntero láser. RAMÓN L. PÉREZ

Leonardo Fernández, vestido con una camiseta de la NASA, fue el encargado de dirigir la sesión utilizando unos punteros láser que conducían hasta la 'parcela' del cielo de Granada en la que interesaba centrarse en cada momento. Así, de una manera muy divertida y siempre buscando la interactuación de los 'espectadores', la primera parada del paseo estelar fue Venus, conocido como el 'lucero del alba' por ser el primero que se observa con nitidez cuando amanece, pero también como el 'lucero del ocaso', por ser el más refulgente cuando atardece. Venus estaba aquella noche encima de Sierra Elvira, más o menos, visto desde la Silla del Moro. Los tonos crepusculares –había algo de neblina– aún pintaban de naranja el horizonte pasadas las diez y cuarto. «La temperatura en la superficie de Venus roza los quinientos grados debido a una densa capas de nubes que lo envuelve y que generan un potente efecto invernadero», explicó Leonardo Fernández a una audiencia con muchas ganas de preguntar y conocer.

No fue el único planeta que se puso 'a tiro'. Júpiter y Saturno se situaban en el lado opuesto al Sol –en conjunción con la Tierra–. «En estos momentos están más cerca de nosotros», comentóFernández, quien apostilló que Saturno siempre resulta más llamativo para iniciados y no iniciados por el anillo brillante que lo circunda y que era perfectamente perceptible a través de las lentes empleadas para la ocasión por la Asociación Turismo Astronómico.

Una velada intensa

Pero la velada en la Silla del Moro dio mucho más de sí. Dio para disfrutar de varias estrellas dobles. Como Albireo, que conforma la cabeza en la constelación del Cisne. O como Mizar y Alcor, que se pueden localizar en la cola de la Osa Mayor. Dio también para fijarse en los cúmulos estelares. Tanto los globulares, más densos y antiguos, como los abiertos, más jóvenes y que han nacido dentro del disco de la galaxia. También hubo tiempo para hallar la Estrella Polar, que es la que marca el Norte, y para hablar largo y tendido de ese triángulo que conforman Altair, Deneb y Vega, una conformación que se aprecia durante la época estival.

Leonardo Fernández calibra el telescopio de dos tubos que se utilizó en la observación del día 9. RAMÓN L. PÉREZ

Previamente a Leonardo Fernández, hubo una charla introductoria a cargo de Carlos Serrano. Este arabista comentó cómo el estudio de la astronomía por parte de los árabes, que heredaron y tradujeron todo lo descubierto por civilizaciones como la babilónica, la griega, la india o la china, no sólo sirvió para delimitar las horas del rezo –cinco veces al día según el primero de los preceptos–, las estaciones o la orientación de los edificios, sino para anticipar fenómenos con tanta repercusión en la cotidianidad como las mareas y su intensidad. Astrónomos de la talla de Copérnico,Galileo o Kepler se apoyaron frecuentemente en la ciencia de sus 'colegas' musulmanes. Entre los más destacados, según Serrano, Azarquiel, autor de las famosas 'Tablas astronómicas'.

La propia Alhambra incorpora la astronomía en su arquitectura y decoración. El techo de la Sala del Trono, uno de los más bellos del conjunto monumental, muestra los siete cielos que conformaban el universo según la cultura árabe. O los 5.416 mocárabes del Patio de los Leones, que también representan el cielo. Serrano habló, además, de la mejora de instrumentos como el astrolabio diseñado por Ibn Zawal, el único creado exclusivamente para las coordenadas de Granada y que se conserva en el Museo Arqueológico de Granada.

El taller se estructura en una charla y la sesión de observación. RAMÓN L. PÉREZ

Las estrellas son para el verano

La época más propicia para la observación estelar es el verano. «Hace una buena temperatura y los cielos están normalmente despejados», explica Leonardo Fernández. «En estas fechas, además de las Perseidas, que alcanzan su pico el día 12, vemos una zona muy interesante de la Vía Láctea al situarse el núcleo en la constelación de Sagitario».

El gran problema es la contaminación lumínica. Hay dos fuentes principales. La primera, el diseño de los alumbrados públicos, que en muchas ocasiones permiten que los haces se dispersen. También tiene un efecto muy negativo la circulación rodada –los faros de los vehículos en horario nocturno–. Este resplandor no solo tiene incidencia en la astronomía, sino también en el comportamiento de determinadas especies y en los ciclos de descanso de los propios seres humanos.

El taller 'Bajo el cielo de la Alhambra' se volverá a celebrar en la Silla de Moro los próximos días 23 y 30 de agosto, aunque desde el Patronato de la Alhambra advierten de que todas las plazas están ya cubiertas.

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