La escritura desde el punto de vista de las mujeres, en el Aula de Cultura
Ioana Gruia, Remedios Sánchez y Rosa Berbel dialogaron de forma muy amena sobre un pasado para olvidar y un futuro para ser reivindicado
El salón de actos de la delegación provincial de la ONCE en Granada acogió en la tarde de ayer una nueva edición del Aula de ... Cultura de IDEAL, en esta ocasión con las mujeres y la literatura como grandes protagonistas. Al acto acudieron las profesoras universitarias y escritoras Remedios Sánchez, que ejerció como moderadora, Ioana Gruia y Rosa Berbel. La profesora Amelina Correa excusó a última hora su asistencia por un problema de salud. La cita contó con el patrocinio de Fundación 'la Caixa'.
'El arte de escribir en femenino' era el título y punto de partida de la mesa redonda, organizada también para conmemorar el día 8 de marzo. Reivindicar la literatura escrita por mujeres –y no necesariamente en torno al universo femenino– es una tarea muy necesaria, como se ocuparon de destacar las intervinientes. Fue Remedios Sánchez quien introdujo la conversación recordando su larga trayectoria como columnista de IDEAL y destacó la valía de sus dos compañeras de mesa, autoras de sendos poemarios de éxito: 'La luz que enciende el cuerpo' en el caso de Ioana Gruia, y 'Los planetas fantasma', en el de Rosa Berbel. «En 1984, Joana Russ escribió 'Cómo acabar con la escritura de las mujeres'. En él se incluyen frases tan lapidarias para la reivindicación de las mujeres en la literatura, como «No lo ha escrito ella» o «Lo escribió ella, pero fíjate sobre qué cosas escribió», o «Lo escribió ella, pero no es una obra de verdad; no es auténtico arte», o «Lo escribió ella, pero alguien le ayudó». Frases todas ellas que se siguen utilizando, por desgracia, hoy en día.
Sánchez preguntó a las intervinientes si alguna vez se habían sentido víctimas de comentarios parecidos. «La cuestión de ser una 'rara avis', de la ruptura con el orden establecido, me ha alcanzado en alguna ocasión, mucho más cuando he sido una presencia joven en muchos festivales, lo que hizo que destacaran lo evidente», dijo Berbel. Ioana Gruia recordó que comenzó a publicar con 32 años, y que su anomalía no se debió tanto a su condición de mujer como de extranjera, y no de procedencia hispanoramericana, que vivió hasta los 18 años en otra lengua, y que nunca tuvo ningún problema para adaptarse.
«Me vi rodeada de compañeros, al llegar a la Universidad, que me consideraban exótica. Tuve una amiga que me aconsejó que firmara como Juana García porque mi nombre sonaba raro», afirmó. Rosa Berbel destacó, por su parte, que nunca ha tenido muy claro qué es la escritura femenina. «Si algo nos distingue de los escritores, es cómo nos definimos en relación con los otros. Al escribir sobre el cuerpo siendo mujer, se es más consciente de violencias, opresiones y olvidos de lo corporal. Recuerdo las clases de Ioana relativas a la maternidad, porque no todas hemos sido madres, pero todas hemos sido hijas. La representación de la maternidad, o la no–maternidad incluso, me parece algo clave», comentó Rosa Berbel.
Sensualidad e inteligencia
Ioana Gruia quiso también romper con los estereotipos entre los que se ha movido a la mujer, situada en el hogar en un extremo como abnegada compañera y en otro como una mujer fatal devoradora de hombres. «En ambos casos se nos dejó desprovistas de la inteligencia. En el mismo tono fresco y divertido que tiñó toda su intervención, contó que antes de escribir, baila, por dos motivos: en primer lugar, porque le gusta bailar, y en segundo, porque le gusta la doble sensación de abandono y armonía que le aporta. Citó a Martha Nussbaum para decir que el conocimiento clásico marginó a las pasiones precisamente porque no podía analizarlas.
¿La presencia de los libros de mujeres en librerías sigue siendo postergada, en comparación con las generaciones anteriores?, preguntó Remedios Sánchez. La respuesta no fue sino positiva, lo cual subrayó el avance que se ha vivido en este tiempo, desde un momento en que autoras como Elena Martín Vivaldi eran sometidas al silencio por parte de los varones. «Somos unas privilegiadas», afirmó Ioana Gruia. «Elena es uno de los grandes nombres de la poesía europea». Poniéndola en ese contextos, destacó la exquisitez de su expresión en 'La ventana iluminada', e incidió en la injusticia que supone el hecho de que autoras como Mariluz Escribano solo hayan sido reconocidas en el último tramo de su vida. «Ubicar a una mujer en la afición es terrible, casi un dolor físico, una injusticia casi corporal», aseguró.
«No es que las mujeres, ahora, escribamos mejor o peor que antes. Es que ahora se nos está teniendo más en cuenta. En la idea del 'boom' de la literatura escrita por mujeres hay algo perverso, que implica que la literatura escrita por mujeres no existiera antes, y existía. Es una labor nuestra reivindicar nuestra genealogía, la relación con nuestras madres literarias. Hay que reconocer a quienes nos precedieron», comentó Rosa Berbel.
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