«Cuando se escribe, la mente se ensancha y solo una puede poner límites»
La poeta mallorquina ofreció sendos recitales con llenos absolutos en el Festival de Poesía
José Antonio Muñoz
Granada
Sábado, 30 de abril 2022, 10:20
Cuando le otorgaron el Premio Nacional de Poesía en 2018, Antonia Vicens (Santañy, Mallorca, 1941) ella estaba cocinando en su casa. «Nunca pensé que me ... lo darían», dice, «porque allí en las islas estamos como lejos». Empezó a escribir poesía hace solo una década, «pero la poesía se vive siempre, porque está por todas partes. Lo vive un niño que descubre el mundo, aquel que lee, aquel que escucha el silencio. No somos más poetas por el hecho de escribir».
Para ella, la poesía no es un medio o un fin, sino parte de la propia vida. «Cuando escribo poesía, trato e de entender mundos que no veo a simple vista. Todo es un misterio, no podría ubicar dónde se encuentra ni de dónde brota. Está en todas partes y para algunos, en ninguna». Mujer sencilla y clara, no quiere definirse ni que la definan. «No creo que nadie pueda ser definido ni definirse», dice, «porque somos tan complejos, tan inmensos, que no creo posible ser constreñidos como seres a términos o palabras». Es inevitable, sin embargo, que se la haya definido externamente, algo que no le preocupa: «Sí, he leído todo lo que se ha dicho, lo que se dijo cuando gané el Premio. Lo que se dice de una, la crítica positiva o la que lo es menos, si se dice con buena intención, siempre me parece justa».
De ella se ha dicho que describe el paisaje como nadie en sus poemas. Ante esta máxima, Vicens argumenta solo pasión: «Si me pongo a escribir, debo hacerlo buceando entre las palabras. Siempre he dicho que la pluma no tiene sexo, que quien escribe debe poder entrar en el corazón de un hombre, de una mujer, de un animal, de un árbol, del mar... Tiene que poner voz al Universo». Cuando habla de 'Todos los caballos' ('Tots els cavals'), el libro que le supuso el Premio Nacional, dice que lo hizo con mucho amor, y que si fue capaz de transmitir ese amor en la creación hacia quienes lo leyeron, está más que contenta.
Geografía
Sobre si existe una forma 'insular' de escribir, si la geografía marca, comenta: «Creo que cada persona es una isla dentro del archipiélago humano. Cuando era niña y descubría palabras, dejaba de sentirme isla, porque a través de ellas podía andar sobre el mar, ser pájaro y volar... Cuando se escribe, la mente se ensancha y solo quien lo hace puede poner el límite».
Vicens es una mujer forjada en el difícil arte de superar barreras. Sin formación académica salvo la básica –empezó a trabajar a los 14 años–, «me he considerado desde siempre una escritora 'obrera', porque escribía sobre temas como la explotación de los trabajadores, que responden a este perfil. Empecé a escribir antes de empezar a leer libros, porque en la posguerra no había bibliotecas cerca de casa. Lo único que podía leer eran vidas de santos, que me ayudaron mucho. Viajé por el Universo de la mano de Teresa de Ávila o Teresa de Lisieux. Puedo decir que tuve algún éxtasis, incluso», dice.
Es escritora porque siempre quiso entender el mundo a través de las palabras. «Solo mirando a la gente de la calle, veía que se contaban historias los unos a los otros; historias que a veces les hacían reír, y otras llorar. Por lo que eran capaces de conseguir, sabía que tenían un poder enorme». Su camino, afirma, no ha acabado, sino que no ha hecho más que empezar. Su entusiasmo, desde luego, es desbordante.
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