Mamen Rivas pinta el escaparate del pub Paripé con sus rotuladores. PEPE MARÍN

Escapar con arte: la granadina que cambió las copas por los rotuladores

Arte en las calles de Granada ·

Mamen Rivas abandonó su trabajo como camarera en pubs y hoteles cuando encontró una manera de cumplir su sueño y vivir de la pintura: rotular tiendas con obras efímeras

Domingo, 11 de abril 2021, 01:06

Mamen golpea insistentemente el dorso de su mano con la punta de un rotulador. Tap, tap, tap, tap... En el último ¡tap! una gota amarilla ... se extiende por su piel, entre el pulgar y la muñeca, tatuando una curiosa mancha de Rorschach. Luego destapa otro rotulador y repite el proceso. «Hay que hacerlo antes, para propulsar la pintura y que empape», explica mientras un nuevo ¡tap! cubre de rojo otro huequito de su piel. «Cuando termine –sonríe– entenderás por qué un niño me puso el nombre de Manopaleta». Afiladas las espadas de colores, planta sus pies con fuerza frente al escaparate como el futbolista antes de lanzar una falta. «Vamos a darle alegría».

Publicidad

La próxima vez que pasee por Granada, observe con atención su reflejo. Es altamente probable que ya haya visto su firma por la calle, 'Rotulart', siempre rodeada de un hermoso ramaje arcoíris. Sus dibujos se han ido extendiendo de un local a otro, por el boca a boca, como un virus contagioso del que nadie quisiera huir. Ella es Mamen Rivas (Granada, 1978), una artista que sueña con Banksy y que un día, en un arrebato de orgullo, cambió las copas y las barras por su más sincera y honesta vocación: el arte. «Llega un momento en el que tienes que elegir entre ganar dinero en un trabajo o arriesgarte para hacer lo que siempre quisiste. Yo fui valiente».

«Fui mamá muy joven y eso me dificultó a la hora de dedicarme a lo que me gustaba desde pequeña. ¡Fíjate! Tardé doce años en terminar Bellas Artes...»

Rivas se dedica a pintar escaparates con rotuladores acrílicos. «Tengo el taller lleno, no te puedes ni imaginar cuántos tengo», dice entre risas, señalando una caja de plástico que traía en un enorme bolso estampado con cajas de cereales. «Fui mamá muy joven y eso me dificultó a la hora de dedicarme a lo que me gustaba desde pequeña. ¡Fíjate! Tardé doce años en terminar Bellas Artes... Recuerdo ir a hacer exámenes con mi niña mayor, María, en brazos. ¡Y ya tiene 19 años!». Luego vendría Alba, que ya cuenta 12 velas, y Mamen centraría sus esfuerzos en sacar a sus hijas adelante, sola, sin dejar de pensar en lienzos y pinceles. «Ser madre me obligó a moverme, a trabajar en muchísimos sitios que nada tienen que ver con el arte, sobre todo bares, pubs y hoteles. Pero yo quería pintar».

Mamen tira líneas en el escaparate del pub Paripé, en Ganivet, mientras explica cómo funcionan los rotuladores 'Posca'. «Quedan chulísimos y se pueden usar en todo tipo de superficies. Además de cristales, he pintado en bidones, en patinetes, ¡hasta en un coche! Al verlo, mucha gente piensa que es una pegatina o un vinilo y no, lo he hecho yo». El escaparate, por un momento, parece la pizarra del colegio y ella, suelta y concentrada, la maestra.

Mamen es hija de maestros. De pequeña le encantaba aprovechar las reuniones de sus padres para colarse en sus clases y dibujar a mano alzada en la pizarra. «Es lo que siempre se me ha dado bien: pintar en formato grande». Fue al final de la carrera, gracias a la asignatura 'Dibujo Experimental', cuando descubrió que se podían usar otros materiales «que no son los típicos». «Me gusta el cristal porque no hay presión: se puede borrar y limpiar, por lo que pintas sin miedo y los dibujos salen frescos».

Publicidad

Todo empezó con una fiesta de Halloween, en el pub donde trabajaba, el Bronx, en la calle San Matías. «Decoré el local y me dio por pintar el escaparate como si hubiera habido un asesinato, con manos de pintura sobre el cristal... Me di cuenta de que era un reclamo que funcionaba muy bien». Eso fue hace cinco años. A partir de ahí, 'Rotulart' fue pasando de un pub de Ganivet a otro. Luego empezaron a llamarla de Plaza Einstein y de Pedro Antonio de Alarcón. Más tarde, las peticiones llegaban de los pueblos del cinturón. Y ahora vienen de toda Andalucía. «Esta Navidad ha sido muy curiosa. He pasado de pintar sobre todo locales de copas a farmacias. ¡He hecho muchísimos escaparates de farmacias! Pero vamos, que he pintado tiendas de ropa, de alimentación, restaurantes, gasolineras... He llegado a sitios clásicos de Granada que no podría imaginar y que me hacen mucha ilusión, como el Café Fútbol».

Los diseños de Mamen (en Instagram @rotulart_granada) tienen un espíritu de arte efímero y espontáneo muy parecido al grafiti. Esta Navidad ha llegado a hacer cuatro o cinco al día, a una media de 100 euros por escaparate. «No cobro mucho, quiero que sea asequible para el pequeño comercio. Suelo adaptar los precios, como con Rosa, que tiene una tienda de chuches en Maracena y sé que le encanta». Y también es –era– habitual verla por Sierra Nevada, en temporada alta, y en el Corpus, donde hacía una maratón de tres días pintando casetas.

Publicidad

Ver fotos

Imagen. Galería con algunos de los trabajos de Mamen Rivas.

–Esto ha sido tu manera de escapar con arte.

–¡Sí, eso es! Lo de vender arte es muy complicado. He pintado muchísimos cuadros, tengo la casa llena de cuadros por todos los rincones. Con el tema de los escaparates se me ha abierto un mundillo en el que puedo dedicarme a lo mío.

Publicidad

Los escaparates han servido de carta de presentación y ahora también pinta murales interiores. Suyo es, por ejemplo, el gorila gigantesco que cruza las escaleras del restaurante Salvaje, en la Plaza del Campillo. «Y cuando no estoy con los escaparates o los muros, sigo pintando cuadros. Hago muchos paisajes, pero sobre todo retratos. Retratos de mujeres transformadas, con los cuellos largos. Pintar mujeres me sirve de terapia, es mi pintura más íntima; con la que más disfruto».

Mamen ha pintado una portada de IDEAL en el escaparate del pub Paripé. «Iba a escribir debajo una noticia o algo así, pero me ha gustado la pregunta de antes». Los 'tap, tap, tap' le han dejado el dorso de la mano como la piel de un elefante de colores. «Ahí lo tienes –dice–, Manopaleta». Finalmente, se agacha sobre el cristal y, con un cuidado samurái, escribe «Escapar con Arte». Desde dentro del pub, aunque se vea bonito, se lee «etrA noc rapacsE». Todo depende, claro, del cristal con el que se mire.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad