La escritora argentina Elsa Drucaroff Catalina Bartolomé

«Mis cuentos no son fáciles porque en ellos aparece el río de la conciencia»

Figura clave del grupo de autores argentinos que han crecido dentro de la democracia, presenta en La Madraza su nuevo libro de cuentos 'Checkpoint' Elsa Drucaroff Escritora

JOSÉ ANTONIO MUÑOZ

GRANADA

Martes, 12 de noviembre 2019, 01:43

Elsa Drucaroff (Buenos Aires, 1957) es la cabeza visible de una generación de narradores nacidos durante la dictadura que asoló su país y crecidos en ... una democracia que está resultando, cuando menos, difícil, con continuas vueltas de tuerca y una persistente crisis económica que está afectando, sin duda, a la cultura. Ensayista, novelista, investigadora, formadora de escritores, llega a Granada para presentar su más reciente libro de cuentos 'Checkpoint' (Páginas de Espuma) en La Madraza.

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-¿Cuál fue su encrucijada personal?

-He vivido muchas encrucijadas en mi vida, no solo una, o una con carácter fundacional. Lo que sí traté de hacer al escribir este libro fue no pensar en momentos solemnes o abstractos de encrucijada, sino en cómo ciertas situaciones te llevan a un punto que aparece, emerge, irrumpe, se propone, sin buscarlo. Ese punto de 'chequeo' para un personaje puede ser descubrir, como ocurre en 'El peligro de acudir a la cita', el de una persona que está muy convencida con sus valores y con su vida, confortablemente ubicada, y descubre que un detalle le hace preguntarse si no debe renunciar absolutamente a todo lo que piensa. Las encrucijadas nos las propone la vida de forma imprevisible. De repente, uno se encuentra haciendo algo que le confronta a su existencia anterior. Yo misma podría armar cuentos con muchas de esas historias, vividas en primera persona.

«En Granada hay un foco de pensamiento que siempre despierta mi curiosidad»

-¿Hay algún momento autobiográfico?

-Sí, el relato de 'Lili en su bosque' es totalmente autobiográfico. Es la historia de una transgresión, y la potencia de esa transgresión puede partir de un detalle diminuto.

-En el relato que abre el libro, 'Anteúltima cita', usted llega a dibujar hasta tres tramas paralelas, de forma elidida o no: la reunión del matrimonio roto, la presumible muerte del hijo, e incluso la crítica a las sociedades 'offshore'. ¿Hasta qué punto nos afecta aquello de lo que no nos enteramos?

-En varios relatos de este libro ocurre eso. Por ejemplo, en 'Pájaros muertos contra el vidrio', los personajes se mueven por entes que no conocen. En la vida, muchas veces somos movidos por entes que no conocemos. Mark Fisher, un bloguero que lamentablemente murió hace dos años, acuñó una idea, lo 'espeluznante', que consiste en recibir los efectos de cosas que no podemos ver de dónde vienen. Por ejemplo, el capital. El capital es aquello de lo que no nos enteramos. Habrá quien diga que no hay nada más evidente que el modo de producción capitalista. Y no, no es cierto. No es evidente que el incremento del cáncer por la contaminación provenga de la alienación capitalista, aunque hay discursos que lo visibilizan. La desesperación que siente alguien por no poder comprarse un automóvil último modelo, o por no tener el vientre plano, también forma parte de esos manejos de los que no nos enteramos.

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-'Lili en el bosque' muestra una inocencia perdida, y a la vez, una reivindicación del propio futuro. ¿Qué perdió usted para acabar ganando su futuro?

-Lili sabe un montón de cosas sin saberlas. No sé si pierde la inocencia. La potencia del placer que tiene el descubrimiento de su cuerpo le lleva a ser consciente de lo que puede hacer con él. En cuanto a mí, pienso que siempre se pierde para ganar o se gana para perder. Tendría millones de respuestas para esto. Pero no pienso en la pérdida de la inocencia, que para mí es una idea mítica que puede tener que ver con el jardín del Edén. No siento que alguna vez haya sido inocente y haya perdido esa inocencia.

-¿Cómo ha cambiado su Buenos Aires? ¿Ha cambiado también su forma de describirlo?

-Mi Buenos Aires ha cambiado de forma horrorosa. La ciudad en la que yo crecí, en la década de los 70 y los 80, no albergaba a niños durmiendo en la calle, ni familias enteras en las veredas. Podía uno tener la fantasía de que era una ciudad europea, encajada en América Latina, aunque bastara recorrer unas calles para encontrar la pobreza. Esta fantasía se ha quebrado; el estado de cosas que condujo al estallido de 2001 mostró hasta qué punto se agudizaron las contradicciones y las diferencias. La calle Lavalle, llena de cines y vida para familias, se transformó en una calle más propia de 'Blade Runner'. De esto, Buenos Aires nunca terminó de recuperarse. En los últimos tiempos, la ciudad vuelve a estar llena de gentes sin hogar, con familias enteras durmiendo en las calles Corrientes o Florida. Se parece espantosamente a las previsiones de ese cuento de ciencia ficción que integra 'Checkpoint'.

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-¿Qué le aporta el cuento como forma de expresión?

-Por algún motivo que no puedo explicar, y que tiene que ver con mi inconsciente creativo, mis novelas están todas atravesadas por géneros literarios que amo, como pueden ser la novela de aventuras, la novela negra o el melodrama. En cambio, en los cuentos hallo una disposición interna hacia una interpretación literaria desligada de los géneros, a pesar de que los adoro. Tengo un gran respeto por la cultura masiva, popular, y por las novelas que pueden llegar a millones de personas. Pero mis cuentos son de lectura más difícil, y en ellos aparecen el río de la conciencia, el trabajo con superposiciones entre voces de personajes, algo que no hago en las novelas. Creo, además, que el cuento me permite centrarme en el devenir de los personajes hasta una escena, hasta ese punto de encuentro que es el 'Checkpoint'.

-La amistad, el calor humano, es una constante en sus relatos. En esta sociedad marcada por las relaciones sin calor, cibernéticas, ¿qué podemos hacer para recuperarlo?

-Hace falta entrar en la lógica que podemos traer las mujeres que conectamos con la diferencia femenina como una innovación y un camino de transformación. Esta es una lógica que no pasa por la helada razón instrumental ni por poner en el centro la reproducción del capital y la generación de ganancias, ni por poner en el centro la fría razón que considera que conocer algo es conocer para qué sirve. Nosotras podemos traer otras formas de razón, de inteligencia, de poder. Esas formas pasan por la inteligencia del amor, de los afectos, porque no es cierto que el amor esté desligado de la inteligencia.

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-¿Qué supone para usted venir a Granada para presentar su obra?

-Es la tercera vez que vengo a la ciudad, y es hermoso volver, aunque sea para un día y medio solo. Conozco a personas que viven aquí, como mis amigos Erika Martínez y Andrés Neuman. Sé que aquí hay un foco de pensamiento que me interesa conocer. Es una ciudad que siempre despierta mi curiosidad.

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