La compañía Toucher, en una 'Unidad de lugar' inquietante

La compañía nació en un momento difícil, quizás el peor:marzo de 2020. «Fue un momento crítico», recuerda Rafael Ruiz. Su primera representación fue, además, muy accidentada. El primer escenario iba a ser la plaza de la Catedral de Jaén, con una obra, 'Sacro Calderón', diseñada para ser representada en un espacio abierto. La amenaza de lluvia, sin embargo, les obligó a trasladar la representación al Teatro Infanta Leonor, donde tuvieron que hacer encaje de bolillos con la escenografía y la iluminación para que todo se desarrollara como debía. Un interesante bautismo de fuego, sin duda. Este gran montaje sólo ha visto la luz una vez, y la segunda se hará en Granada el próximo 17 de marzo, en el teatro del Colegio Mayor Cardenal Cisneros.

Como recuerda la actriz Irene Aguilera, 'Unidad de lugar', la obra que esta noche reestrena la compañía, surgió de un proceso dramatúrgico de indagación tanto actoral como de puesta en escena. Con ella se pretende, como recuerda el director, hacer honor a uno de los significados que tiene Toucher, el nombre de la compañía: emocionar.

Tanto Irene Aguilera como Elena del Pinjo vienen del mundo universitario, donde desarrollaron el Master de Estudios Teatrales, que dirigía Ruiz. De aquel encuentro surgió la idea de un montaje que aúna la tradición clásica de títulos como 'Medea' y 'Electra', refundándolos, en cierta medida. 'Unidad de lugar' juega con el simbolismo y el concretismo para mostrar la historia de dos reclusas que forzosamente viven en una celda, la unidad de lugar por excelencia. Una ducha–jaula, una letrina y una cama son los elementos del decorado de una obra en la que el público rodea completamente a las protagonistas, convirtiéndose en las paredes de esa celda. Las protagonistas describen a sus roles, M y E, como una mujer visceral, pero de gran corazón, en el caso de M –interpretado por Elena del Pino– y como una gran cínica, en el caso de E –a quien incorpora Irene Aguilera-. Ambas tienen historias sumamente duras detrás: una mató a su hijo y la otra dejó morir a su madre. Conseguir que el público las comprenda mínimamente es el gran reto al que se enfrentan.