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Muere Antonio Mercero, creador de 'Verano Azul' o 'Farmacia de Guardia'

Adiós a Antonio Mercero, autor de 'Verano azul' y 'Farmacia de guardia'

Fallece a los 82 años el realizador guipuzcoano, retirado en la última década a causa del alzhéimer

OSKAR BELATEGUI

Sábado, 12 de mayo 2018, 12:46

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Antonio Mercero se despidió del cine en 2007 con '¿Y tú quien eres?'. Decía que el drama de un amigo, aquejado de alzhéimer, le había llevado a contar la historia de unos abueletes que empiezan a no poder valerse por sí mismos. En una ingrata ironía del destino, el director acabó padeciendo la misma enfermedad dos años más tarde. El escritor Albert Espinosa, guionista de 'Planta 4ª', siempre ha sospechado que Mercero ya sabía lo que se le venía encima y decidió despedirse del cine hablando del alzhéimer cuando todavía tenía memoria: «Lo ocultó por esa modestia que ha impedido que esté entre los más grandes», apunta.

Mercero ha fallecido hoy en Madrid a los 82 años. La década que ha permanecido ausente de los platós no ha mermado la valoración de su obra ni el aprecio de todo aquel que trabajó con este torbellino dotado con el don de la ternura. Con su melena blanca y sus gafas de formato panorámico, casi tan reconocibles como el puro de Chicho, el director de 'Verano azul' y 'Farmacia de guardia' hizo felices a muchos espectadores de cine y televisión. «Soy de los pocos privilegiados que conozco a mi padre trabajando y en casa. En los dos sitios era igual, y ese ha sido el secreto de su éxito», argumenta su hijo Ignacio, director de series como 'El príncipe' y 'Allí abajo', que ha heredado la llave del éxito popular.

En 2010, el Goya de Honor que le entregó en su casa Álex de la Iglesia saldó una deuda con el autor de películas y series grabadas a fuego en la memoria sentimental de varias generaciones. «Eres una de las razones por las que hago cine. Y por eso quiero entregarte este Goya», le agradeció De la Iglesia. Durante medio siglo fue perfeccionando los mecanismos de la emoción. Mercero (Lasarte, 1936) pasó de los Marianistas de San Sebastián a la Facultad de Derecho de Valladolid. Y de ahí a la Escuela Oficial de Cine en Madrid, de donde salió director en 1962. Hizo de todo en Televisión Española, desde documentales sobre el Athletic, la Real Sociedad y el Orfeón donostiarra a viajes por Cuenca y elegías por el Circo Price. Ponía música de Bocherini a los partidos de fútbol y rodaba el tráfico de Madrid como si fuera una corrida de toros.

Encontró pronto el secreto para conectar con el público. Tras las 'Crónicas de un pueblo', la serie costumbrista pionera en nuestra televisión, consiguió el primer Emmy para España gracias a 'La cabina', un cuento aterrador pergeñado junto a José Luis Garci y Horacio Valcárcel, que encerraba a José Luis López Vázquez en el absurdo de un país que salía de la noche del franquismo, Llenó los cines con 'La guerra de papá' y 'Tobi', que ya dejaban clara su complicidad con los niños.

Tres series le reservan un lugar de honor en el panteón de los hombre ilustres de la pequeña pantalla. 'Verano azul' era una historia de iniciación protagonizada por un grupo de chavales de vacaciones en Nerja; 'Turno de oficio' provocó que se dispararan las vocaciones de abogado en los 80; 'Farmacia de guardia' tuvo a todo un país pendiente de los líos que se traían los propietarios de una botica -una pareja de tres, una modernidad para la época- a lo largo de 166 episodios, con picos de 11 millones de espectadores.

Antonio Mercero fue un showman nato, que interpretaba todos los papeles para explicarles a los actores lo que quería. El autor de 'Don Juan mi querido fantasma' y 'La hora de los valientes' no contó con el aprecio de los críticos de cine, que despachaban sus películas como un exceso de ternura. Por eso Mercero, que pedía siempre consejo a un cuadro gigante de John Ford colgado en su salón, sostenía que existe la lista de los diez terroristas más buscados y de los diez ternuristas más buscados, con Chaplin a la cabeza. Cuando le eligieron presidente de la Academia de Televisión, se trajo la Tamborrrada donostiarra a su toma de posesión. Padre de seis hijos, anfitrión inigualable, contó hasta el final de sus días con el amor de amigos como Garci y Valcárcel, que le seguían llevando a comer cada lunes aunque ya no les conociera. Hasta que un día les sorprendió: «No sé quiénes sois, pero sé que os quiero mucho». Lo único bueno del alzhéimer, se consolaba la familia, es que podía ver quinientas veces su película favorita, 'Cantando bajo la lluvia', como si fuera la última vez.

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