'El cautivo' que estuvo en la plaza de Bibataubín
La película de Alejandro Amenábar devuelve a la actualidad a don Miguel de Cervantes, que estuvo en Granada en 1594 y que la citó 16 veces en sus obras, entre ellas el Quijote
La plaza de Bibataubín del siglo XXI no tiene nada que ver con la plaza de Bibataubín del siglo XVI. Aquello se llamaba la Redonda del Darro y era un lugar extramuros, lleno de chabolas, donde se reunía la baja calaña. Allí rondaban pícaros, malandrines y meretrices. Y allí, en algún momento de sus 68 años de vida, posiblemente en 1594, estuvo un señor que, como él mismo se describió, era rubio, con pocos dientes, mano estropeada y ojos alegres. Se llamaba Miguel de Cervantes y Saavedra y escribió la obra más universal de la literatura española de todos los tiempos, 'El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha'. ¿Y por qué sabemos que estuvo ahí? No hay ningún documento que lo demuestre, pero la Redonda del Darro, citada por el genio manchego como la 'Rondilla de Granada', aparece en el capítulo tres de la primera parte del Quijote, cuando el ventero arma caballero al hidalgo.
La película 'El Cautivo', de Alejandro Amenábar, ha devuelto a Cervantes al primer plano de la actualidad. El filme, que se ha podido ver en las principales salas de exhibición de Granada, narra las desventuras del Manco de Lepanto desde que es apresado por los piratas frente a la costa de Cadaqués, en 1575, durante su cautiverio de cinco años en una prisión de Argel y hasta que logra la libertad en 1580 después de cinco intentonas de fuga.
El rastro de Cervantes en el Reino de Granada y las alusiones granadinas en su producción han sido estudiadas por Juan Varo (Granada, 1969), profesor titular de Literatura Comparada en la Facultad de Letras de la Universidad de Granada. «Hay hasta dieciséis referencias a Granada en su obra, aunque la única localización concreta es la Rondilla de Granada, la cual tuvo que conocer», comenta Varo. Esto fue posiblemente en 1594, cuando Cervantes vino porque era recaudador de impuestos. Hay constancia de que estuvo en localidades como Baza, Vélez Málaga y también en la propia Granada, inmersa en aquella época en una profunda crisis tras los efectos demoledores de la Guerra de Granada entre 1568 y 1571 y tras la expulsión de los moriscos decretada por Felipe II, lo que provocó que la población menguara en 80.000 personas. «Granada quedó rota», resume Varo.
Cobrador de atrasos
Cervantes se dedicaba a cobrar los denominados 'atrasos' –los que no cumplían con sus obligaciones tributarias en tiempo y forma– y llevaba el dinero personalmente hasta un banco de Sevilla. Un desfalco en este pósito por parte de su propietario, por cierto, le llevó a la cárcel durante siete meses en 1597. Cervantes iba y venía al Reino de Granada, pero en ningún momento llegó a residir aquí más allá de pernoctar en cumplimiento de sus obligaciones laborales. Sí lo hizo en Sevilla, la gran urbe española a finales del XVI por su comercio con América y por la que sí sentía predilección –queda claro en sus escritos–.
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Varo explica que, además de la Rondilla, Cervantes también habla de una huerta de Granada en voz de Berganza, uno de los canes de 'El coloquio de los perros' de la última de las 'Novelas ejemplares'. Berganza vivía con un converso de Granada. Aunque una de las citas más interesantes fue en el 'Viaje del Parnaso', en la que Cervantes hace un recorrido por la poesía española. Ahí da los nombres de dos rapsodas de Granada, Francisco de Faria y Pedro Rodríguez de Ardila, «lo que evidencia que era un profundo conocedor de los escritores coetáneos», dice Varo.
Recorrió el Reino de Granada como recaudador de atrasos y estuvo en municipios como Baza o la capital
En el capítulo setenta y dos de la segunda parte del Quijote, Cervantes menciona a Álvaro de Tarfe. Es decir, de Atarfe. El hidalgo se lo encuentra en una venta, le pregunta de dónde es y este le responde que de Granada. «Buena patria», le replica Alonso Quijano. Este es un personaje realmente curioso, ya que procede del Quijote apócrifo de Avellaneda. Álvaro de Tarfe, que es ficción, sabía quiénes eran Don Quijote y Sancho de Avellaneda, aunque reconocía al Don Quijote y el Sancho de Cervantes como los verdaderos. Una genialidad con la que Cervantes se defendió de los embates del círculo de Lope de Vega, con el que competía como el gran autor teatral de finales del XVI y principios del XVII.
Y es que Miguel de Cervantes tuvo una vida de cine, tal y como se ha podido constatar en 'El Cautivo', que había sido vista hasta mediados de octubre por medio millón de espectadores. El Cervantes que aparece ahí es catorce años más joven que el que arribó a Granada en 1594. En ese ínterin Cervantes probó fortuna en Lisboa, donde estaba provisionalmente la capital del Reino tras la anexión de Portugal por Felipe II. También publicó la novela pastoril 'La Galatea' y estableció su hogar en Sevilla.
'El Cautivo' de Amenábar ha devuelto a Cervantes al primer plano de la actualidad cuatro siglos después de su fallecimiento en 1616. Cuatro siglos en los que Don Miguel nunca ha dejado de ser eterno.
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