La casa nazarí granadina: los secretos de una vivienda única en el mundo
El libro 'De puertas para adentro' revela detalles inéditos sobre el modo de vida que supuso un cambio de época entre los siglos XV y XVI
José Antonio Muñoz
Granada
Lunes, 25 de mayo 2020, 01:10
El hecho de que Granada es una ciudad clave para la transición entre el mundo medieval y el moderno es un dato de todos conocido. No solo por los hechos que aquí se vivieron –fin de la Reconquista, Capitulaciones de Santa Fe, 'experimento' de una convivencia fallida entre las tres religiones– sino por la propia conformación de la ciudad que de estas decisiones políticas se derivó. De tal manera que el modelo de las casas granadinas durante el periodo que media entre las últimas décadas del siglo XV y las primeras del XVI generó, conserva una serie de particularidades que lo hacen único. Todas ellas se revelan en el libro 'De puertas para adentro. La casa en los siglos XV-XVI', publicado por la editorial granadina Comares, y coordinado por la catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Granada, María Elena Díez Jorge.
Los rápidos cambios de índole política dieron lugar a una 'confusión cultural' que se reflejó en las viviendas granadinas
Uno de los ejemplos más claros de esta tipología es la casa situada en la Cuesta de la Victoria, 9, hoy convertida en el Hotel Casa Morisca, tras una restauración modélica que mereció el Premio Europa Nostra en 2001 para su arquitecto, el granadino Carlos Sánchez. Muy escasas son las viviendas de este periodo que se conservan con este estado. Abierta para IDEAL, nos revela sus secretos. Según la profesora Díez, investigadora principal del proyecto 'De puertas para adentro: vida y distribución de espacios en la arquitectura doméstica (siglos XV-XVI), del Ministerio de Economía y Competitividad, la rapidez de los acontecimientos históricos produjeron lo que algunos autores llaman 'confusión cultural', un fenómeno que otorgó, podríamos decir, una base 'científica' a esta realidad única que se produjo en Granada.
Las almacerías, o macerías, fueron el antecedente de viviendas pequeñas, como los actuales 'estudios'
La cronología sería la siguiente: conquista de Granada por los reinos cristianos y decreto de expulsión de los judíos en 1492; período mudéjar muy breve, de 1492 a 1501-1502 (mientras en otros contextos peninsulares fue más largo); en 1501-1502 se produce la conversión forzosa de los musulmanes; la Guerra de las Alpujarras y rebelión de los moriscos entre 1568-1571; en 1570 deportación forzosa de los moriscos granadinos sublevados que fueron llevados a otros territorios como Castilla la Mancha; 1609-1610 se produce la expulsión forzosa de los moriscos. «Es decir, en poco más de un siglo se produjeron cambios muy relevantes en la historia de España con epicentro en Granada», afirma.
Los patios fueron elementos claves para mantener la salubridad de las viviendas, además de iluminarlas y refrescarlas
Conquista
La conquista de los Reyes Católicos no significó que los musulmanes se fueran, permaneciendo en ella costumbres y modos de hacer de la época nazarí, aunque cambiando algunos hábitos. Todo esto, junto a la llegada de repobladores de otros reinos, hizo que en la ciudad se produjera un proceso muy dinámico (mucho más que en cualquier otro territorio peninsular) de partición de casas (casas grandes que se repartían para sacar varias) a la vez que procesos de concentración de viviendas (de unión de varias para hacer una más grande).
«Granada fue el epicentro de cambios muy pronunciados en apenas un siglo»
Mª Elena Díez | Catedrática de la UGR
Por tanto, según la profesora, se vivió un proceso de reutilización de casas de época nazarí que en algunos casos se adaptaban a nuevas necesidades y en otros, los menos, se derribaron. En ocasiones bastaba añadir una nueva portada con elementos nuevos del XVI –en este sentido, la piedra de Sierra Elvira se convirtió en la 'estrella' absoluta de este fenómeno– y un pilar en vez de alberca para pretender dar un aire nuevo, pero era sobre una casa nazarí...
«Telas de diversos países del Mediterráneo adornaron las viviendas»
Dolores Rodríguez | Profesora de la UGR
Y, por entonces, afirma, eso solo pasaba aquí. Como curiosidad, la profesora Díez destaca que en los protocolos notariales, a la hora de encargar las obras, se decía expresamente que la portada debía imitar a alguna en concreto de alguno de sus vecinos. La rivalidad a la hora de aparentar y mostrar la magnificencia no es un fenómeno de nuestros días, ni mucho menos. «Esto no solo lo hacían los aristócratas, también los burgueses. Y en el proceso constructivo, a la hora de dotarse de los mejores materiales, si es preciso, hacen las obras a plazos, colocando dos columnas toscanas un año, otras dos al siguiente…».
«El patio se percibe como impresindible por el peso de la tradición musulmana»
Julio Navarro | Arqueólogo
También hubo inflación de escudos heráldicos en las portadas: «Si tenías escudo lo ponías, y si no, te lo inventabas. Y en último extremo, colocabas la leyenda Ave María, para mostrar que eras cristiano viejo». Otro elemento curioso de la vivienda granadina de la época es el uso de almacerías, o macerías, que podríamos calificar como origen de los actuales 'estudios', a veces usadas como almacén, pero en otras, como viviendas de reducidas dimensiones que eran usadas por personas de limitados recursos económicos, que querían o se veían obligadas a estar solas. A veces, eran incluso usados como casas de citas. «Lo normal es que tuvieran acceso propio, y propietarios distintos a los inmuebles de las plantas inferiores. No eran 'apartamentos' como los concebimos hoy, sino propiedades con distintos dueños», comenta Elena Díez.
«En esta casa existía un 'engalaberno': una propiedad invadía la otra en horizontal»
Carlos Sánchez | Arquitecto
Interiores
Todo esto, inevitablemente, afecta a los interiores, a los ajuares, a la disposición de los espacios creando atmósferas únicas y muy diferentes a las viviendas del XVI de otros contextos, basado en un sincretismo y mezcla de enseres muy peculiar: alfombras castellanas junto a moriscas en una misma vivienda ya fuera esta de cristiano viejo o bien de morisco, textiles para la casa que seguían utilizando técnicas de época islámica junto a productos importados bien de lugares como Túnez o bien del centro de Europa, cerámica que mantenía la tradición como en los zócalos de alicatados, aunque poco a poco fueron sustituyéndose por los propios de arista del XVI, puertas que seguían abriendo hacia afuera girando sobre un pivote y gorronera como en la tradición nazarí aunque fueran realizadas en el XVI, menaje que pasaba de una generación a otra como un almirez a la morisca o bien una cuscusera al que se añadían escudillas del XVI, ropas y almalafas conservadas y de vistosos colores que se seguían poniendo, pues no iban a tirar la ropa, y que se guardaban celosamente en arcas.
«La vida privada se articulaba en torno a un grupo de elementos imprescindibles en la casa. Uno de ellos, la cama», afirma Díez. «En la cama se nace y se muere, y es un elemento distintivo. Aparecen camas con cordeles o con dosel, más propias de cristianos viejos, pero en otra casa morisca, sin ser lo habitual, puede aparecer una de estilo castellano». Otro elemento distintivo es el color, que inunda las viviendas. «Las yeserías estaban policromadas; los techos también. En el pavimento se encuentra almatraya, piezas de azulejos que se colocan a la entrada de las estancias, y los zócalos, a veces pintados y a veces con cerámica arquitectónica, que se mantiene en época post-nazarí. Lejos de lo que se nos ha representado como habitual, un oscurecimiento en el interior de las viviendas con la llegada de los cristianos, la casa granadina es luz y color», dice la profesora.
Tal y como afirma la investigadora Dolores Rodríguez Gómez, profesora del Departamento de Estudios Semíticos de la UGR, «los más ricos importaban las telas ornamentales del Mediterráneo o de Europa Central. En este sentido, ciudades como la tunecina Susa exportaron muchas telas con destino a Granada. Desde Holanda, desde el Magreb, llegaron distintos tipos de paños, como el hanbel, característico del norte de África, rayados… Por la terminología de las joyas y de las telas, se infiere que algunas procedían del oriente islámico: Damasco, Siria, Iraq…».
En el siglo XVI también se habla, según esta investigadora, de paños castellanos o 'alemaniscos', de origen flamenco en muchos casos, de los cuales en Granada se han conservado muy pocos. «En el museo de la Alhambra hay, sobre todo, telas posteriores a este periodo», afirma la investigadora. «Por eso hemos investigado en museos como el Lázaro Galdiano, donde sí que hay una colección más rica», añade. El ornamento de las casas se adapta a las posibilidades económicas. Pero todas ellas, en la medida de sus posibilidades, incluyen en sus ajuares «ropa de vestir la casa», con elementos coloridos, siempre condicionados al coste de los tintes.
María Elena Díez Jorge (ed). Editorial Comares. Granada, 2019.
'De puertas para adentro'
El tejido también se usa para, mediante argollas colocadas en el techo, separar las distintas estancias de la casa. En este sentido, aparecen los almaizares, telas polivalentes que lo mismo servían como vestidos que como ropa de hogar, y que solo muy raras veces eran de seda. Además, los muebles se encuentran en muchas ocasiones cubiertos con telas, una señal de estatus, como la presencia de almohadones.
Calidad
La profesora Díez Jorge reivindica la calidad constructiva de la época, y la importancia del patio más allá de su condición de elemento ornamental. «Los patios permitían ventilación, iluminación y aireación, y eran un punto a favor a la hora de evitar las epidemias de la época», afirma.
De su importancia también habla Julio Navarro Palazón, Arqueólogo e Investigador Científico de la Escuela de Estudios Árabes del CSIC. El patio se percibe como imprescindible por el peso de la tradición musulmana, porque permite cerrar la casa al exterior y vivir sin tener que abrir ventanas. Pero también está muy extendido en la casa castellana. Las diferencias entre ambas no están en el patio, sino en soluciones arquitectónicas como el zaguán, el cual permitía que la entrada a la casa y al patio nunca estuvieran alineados, y en el portillo bajo musulmán de madera, que obligaba a quien entrara a hacerlo agachado. «Ejemplos de esto los tenemos en la Casa del Chapiz, en viviendas de la Placeta de Fátima o de la calle Pagés», comenta el arqueólogo. «Es un elemento diferenciador clave, porque la casa castellana no precisa aislar a las mujeres. Las puertas se agrandan en la casa castellana». El mantenimiento de la estética musulmana durante el siglo XVI tiene su raíz en el prestigio que esta otorgaba. «Hubo tapices musulmanes que se utilizaron para envolver reliquias e incluso para forrar ataúdes», manifiesta este experto.
La estética renacentista se impone por un cambio estético, no ideológico, dando paso a un modelo de casa que evoluciona, a través del Barroco y los estilos posteriores, hasta nuestros días.
Una descripción de Gómez-Moreno reveló un arco oculto en la obra
Por la rapidez con que se produce el mestizaje entre los modelos de vivienda, Granada fue, según Elena Díez, «un caso único, tanto en la zona rural, como aparece en el texto del libro del que es autora Aurora Molina Fajardo, donde se estudian casas del Valle de Lecrín, como de la ciudad (con casas de personas bien posicionadas como los oídores de la Chancillería de Granada. Recordemos que solo se contaba con esta Chancillería y con la de Valladolid, según el texto de Inés Gómez).
La profesora Díez Jorge reivindica restauraciones como la de la vivienda que hoy alberga el hotel Casa Morisca, donde «más allá del fachadismo que ha llevado a que se pierdan numerosos elementos interiores en restauraciones faltas de rigor, se conservan los elementos decorativos del interior, con un criterio de historicidad muy relevante».
El arquitecto Carlos Sánchez, restaurador de este inmueble, asegura, por su parte, que encontró la descripción de dicha casa en el número 65 del Boletín del Centro Artístico, en un trabajo de Gómez-Moreno con motivo de una excursión con los socios al Albayzín. Un elemento curioso que aparece en esta vivienda es un 'engalaberno', una propiedad metida dentro de otra, como en una especie de cuña. Por otra parte, destaca «su patio, revestido de inscripciones árabes y adornos de regular gusto». Destaca, sin embargo, las tres ventanas nazaríes «de buen gusto» sobre la puerta, y un arco que separa la sala principal de la alcoba. «Cuando llegué, no encontré dicho arco, pero por Gómez Moreno sabía que estaba ahí», asegura Sánchez. Así que en su labor restauradora fue eliminando capas hasta encontrarlo. Es solo un detalle de un trabajo que, tras ser finalizada, cuenta la historia fiel de una tipología de vivienda que marcó una época.
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