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Pablo Sycet, ante el cartel de la muestra, la foto que muestra a Berlanga caracterizado como Audrey Hepburn. ALFREDO AGUILAR

Carlos Berlanga, el genio del arte y la música, revive en Santa Fe

El cantante de Alaska y Dinarama, autor de los grandes éxitos 'Ni tú ni nadie' o 'A quién le importa' se destapa en más de 100 piezas entre cuadros, fotos, apuntes y bocetos

José Antonio Muñoz

Granada

Viernes, 13 de mayo 2022, 09:54

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Carlos Berlanga, hijo de Luis el cineasta, músico de éxito, prematura y desgraciadamente fallecido, es una leyenda de la creación española. Una leyenda que, en su faceta pictórica, ha sido indebidamente preterido, de tal manera que son muy pocas las personas que conocen la dimensión plástica de su obra. A terminar con esa palmaria injusticia ayudará, sin duda, 'Carlos Berlanga. El eterno retorno', la exposición que ayer inauguró el Instituto de América de Santa Fe y que permanecerá abierta hasta el 17 de julio, víspera del día de San Federico. A Berlanga le une con Lorca el día de su tránsito. En el caso del fuenterino, a la vida; en el de Carlos, hacia la otra vida, ya que falleció un 5 de junio de 2002, con tan solo 43 años de edad. Pero antes de irse, por muy anticipadamente que esto ocurriera, el autor de canciones como 'Ni tú ni nadie', 'Perlas ensangrentadas' o 'A quién le importa' (compuesta en diez minutos con una guitarra a la que le faltaba una cuerda) dejó una inconmensurable colección de joyas artísticas. Algo más de un centenar de ellas se muestran ahora en la sala de Santa Fe, procedentes de las colecciones de Pedro Almodóvar y Olontia, la colección privada de Pablo Sycet, quien también ejerce como comisario de la muestra, coproducida por el Centro Niemeyer y que hace en la localidad de la vega su segunda parada tras verse en Avilés.

El Instituto de América, que dirige Juan Antonio Jiménez Villafranca, se revela una vez más como la mejor sala de exposiciones de Granada. El formato de esta muestra así lo testimonia. Solo aquí es posible colocar las gigantescas iniciales del artista que presiden la sala, formadas por obras de pequeño formato. Porque Berlanga no era un artista de grandezas, aunque fuera muy grande. Lo suyo eran pequeñas obras maestras: dibujos en un papel olvidado, collages que sirvieron como posibles portadas de sus discos, fotografías donde se le retrata en grandes momentos de su vida, carteles de sus conciertos, figurines de moda, su gran pasión... Todo cabe en esta muestra ecléctica y genial.

Pablo Sycet fue amigo de Berlanga y es, sin duda, uno de los grandes heraldos de 'la movida', aquella explosión de genio creativo que inundó el Madrid de los primeros años 80. Y ahora, al cumplirse 20 años de su fallecimiento, parece el momento adecuado para rendirle un homenaje. «Como dice una de las citas que hemos salpicado a lo largo de la exposición, Carlos siempre quiso ser pintor. Y ya que como músico no necesita ayuda para perpetuarse dado que sus canciones suenan todos los días en las emisoras –de ahí el título de 'El eterno retorno'–, el pintor, si no tiene quién vea sus obras, acaba decayendo en el recuerdo. Mucho más cuando la mayoría de las obras de Carlos se encuentran en colecciones particulares», comenta.

Las siglas C. B. presiden la gran sala donde se encuentra la exposición. En la foto, la fase de montaje. ALFREDO AGUILAR

El punto inicial de la exposición es la obra 'Una dama a cuatro manos' (1973), creada por el artista en colaboración con su igualmente genial padre. «Quedó sin terminar, y la he conservado tal cual quedó, con sus chinchetas y la tabla desnuda sobre la que se pintó», comenta. La inseguridad del joven Carlos impidió, según Sycet, que se 'echara p'alante' cuando era evidente que su genio era indudable.

Él, ellas y ellos

A partir de aquí, se suceden imágenes a vuelapluma, esbozos que con tan solo unas curvas retratan una época. Obras como 'Caretos' muestran a los tres componentes de Alaska y Dinarama –Canut, Alaska y el propio Berlanga– en un perfil de colores. Precisamente, su compañera Olvido Gara fue una de sus musas, y aparece espléndidamente retratada por Juan Gatti en una foto datada en 1998. Una de las características principales del artista es, en palabras del comisario, «su vitalidad y su capacidad para trabajar, por más que quien no le conocía le endosara una incorrecta fama de vago».

De esta capacidad dan fe dos obras enfrentadas geográficamente en la exposición:'Tauromaquia' y 'El espíritu de Chanel'. Van acompañadas de anécdota, narrada por Sycet: «Encargué a Carlos un cuadro. Él no sabía de mi aversión a los toros, y pintó 'Tauromaquia' en torno a este mundillo. Le dije que no se preocupara, que tenía a quien vendérselo. E inmediatamente, me pintó 'El espíritu de Chanel'. Luego, acabé comprando 'Tauromaquia' porque el amigo a quien se lo vendí necesitaba dinero para comprarse un coche».

En la foto, Berlanga (segundo por la derecha) junto a Andy Warhol.. ALFREDO AGUILAR

Especialmente emocionante es contemplar 'La última mirada', pintada unos meses antes de su muerte, y que formó parte del catálogo de la granadina Galería Sandunga en la feria ARCO de aquel año. O la humildad de su única escultura conocida, 'Poliédrico', que reposa junto al gran cartel de la exposición, donde se muestra a Berlanga ataviado como su adorada Audrey Hepburn en 'Desayuno con diamantes'.

Desde la sencillez de los apuntes que esbozaba en papeles olvidados en el estudio de Pablo Sycet y el también añorado Julio Juste, sus amigos del alma, hasta portadas reales y alternativas de sus discos, hay un universo entero en una exposición imprescindible para valorar la magnitud de un genio. A ello contribuye el bello catálogo con textos de Jiménez Villafranca, Carlos Cuadros, Pedro Almodóvar, Rafa Cervera, Julio Pérez Manzanares y el propio comisario, Pablo Sycet.

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