Antonio Gómez 'el Colorao', cantaor de referencia

Antonio Gómez 'el Colorao' no solo fue uno de los grandes cantaores de su generación, sino que fue el maestro indiscutible de todos los jóvenes que se quieren abrir camino en esto del cante desde hace al menos veinticinco años. Perteneciente a una saga imprescindible de conocimiento y entrega en nuestra tierra, Antonio ha sido un gran padre de familia, que no sólo ha inculcado el cante a sus hijos (léase también sus alumnos), sino esa parte necesaria en todo artista que se precie, que se llama humildad. De él aprendimos —como de otros muchos— que la grandeza debe estar unida a la calidad humana; que hay que desarrollar el arte de ser buena persona antes que el del virtuosismo. Es más, la falsedad, el envanecimiento, la maldad en definitiva, contrarrestan toda la gloria que persigamos.

Uno de los primeros artistas que conocí al llegar al mundo del flamenco fue a Antonio 'el Colorao' que, lejos de tratarme como a un intruso (que desde luego lo era), me abrió las puertas de su casa y de su corazón (agradecido hasta lo indecible por ello). Era Antonio el flamenco desprendido que daba todo lo que tenía y un poco más; era una enciclopedia de vida y de cante. No solo era largo en conocimiento y ejecución, sino generoso como nadie y siempre añadía, aunque no se lo pidieran, ese bis que se agradece después del concierto, después de una charla en la barra de un bar (digamos el Liberia), después de cada momento compartido. Y fue desde ese primer momento que me pregunté —como de otros muchos— por qué un cantaor de esas dimensiones, con ese conocimiento, con esas facultades, con ese torrente de voz, no hubiera grabado más, no estuviera más reconocido, no haya llegado más lejos, no se le tuviera más encuenta. La respuesta la dio Carlos Cano en forma de canción: «Granada solo tiene salida por las estrellas». Antonio Gómez 'el Colorao' ha trascendido, abandona la tierra para formar parte del firmamento.