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La obra fue una fabulosa recreación de una ciudad romana ejemplificada en la ejidense Murgi. A. P. F.
Cultura | Miles Gloriosus genera legiones de risas en el Museo de Almería

Miles Gloriosus genera legiones de risas en el Museo de Almería

La crítica ·

El salón de actos del museo se convirtió en una de las calles de la antigua Murgi–El Ejido en la actualidad– en escenario de una de las obras teatrales más conocidas de Plauto

Araceli Pérez fernández

Almería

Viernes, 1 de julio 2022, 23:22

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Los amantes de la cultura grecolatina tuvieron la oportunidad de asistir a la representación teatral que acogió el museo arqueológico. Miles Gloriosus o El soldado fanfarrón, es una comedia romana escrita por Plauto, uno de los autores latinos de los que se conservan más obras. Sus textos, a pesar de ser escritos hace más de dos mil años, siguen siendo una delicia para aquellos que se sientan en las gradas de los teatros.

De este modo, la institución cultural almeriense se convirtió en una de las avenidas de la ciudad romana de Murgi, cuyos restos se están sacando a la luz en la actualidad en El Ejido. Los decorados, realizados por Eduardo Ortega, simulaban las portadas de dos viviendas. En la primera vivía el viejo Senelio (María José Castillo), miembro de la aristocracia murgitana que tenía como huésped a Pleubucles (Lourdes Castillo), un joven enamorado que buscaba recuperar a su amada.

Su enamorada, Erotía (Cristina Martínez), se encontraba tan solo a un tabique de distancia. Había sido raptada por Miles (María del Mar Ferri), un soldado fanfarrón que, más que causar pavor allá por donde pasaba, generaba burlas y risas enlatadas. El militar, obsesionado cual César en que sus gestas quedaran grabadas en las páginas de la historia, era despreciado por vecinos y esclavos, debido a sus continuas faltas de respeto y líos de faldas con mujeres casadas.

Después de que los personajes quedaran introducidos ante el público, el verdadero protagonista hizo aparición en escena. Se trataba del esclavo Palestrión (Montse González) que había sido también capturado por Miles. No obstante, este personaje demostró desde el inicio de la función hasta donde podía llegar su ingenio. En el texto original de Plauto, adaptado por José Luis Alonso de Santos y dirigido en escena por Concha Sanfrancisco, el esclavo abría un agujero entre las dos viviendas para que Erotía y Pleubucles dieran rienda suelta a los ludi amatori, los juegos del amor.

Sin embargo, la afición por enterarse de los asuntos más ajenos, aquello más bien conocido como marujeo, no es algo sólo común a este nuestro mundo actual. El esclavo Estelerdo (Manuela Alonso) bien tendría, según consejo de Palestrión, que haberse cosido la boca cuando anunciaba en la sala, a bombo y platillo, que había visto a la joven Erotía besándose con el apolíneo huésped del vecino. «Audire, videre et tacere» le recordaban tras una dura reprimenda.

La agudeza de Palestrión, convenciendo a Estelerdo de que en realidad había visto a una hermana gemela de la joven amante, se conjugó con las habilidades interpretativas de Erotía y Senelio, confabulados con el primero en darle su merecido al narcisista cuartelero. Elaboraron un plan que, de ser exitoso, los liberaría para siempre de sus redes. Para ello necesitaban, según las indicaciones del ingenioso esclavo Palestrión a una mujer «cui corpus facetiarum plenum sit» (cuyo cuerpo estuviera repleto de gracias), que sedujera a Miles para después engañarlo y humillarlo.

La elegida, Astuteleutia (Pilar Jurado), iba a contar con la colaboración de su fiel servil Mielfidipa (Trini Sánchez). Esta se encargó de agasajar y alabar al fanfarrón con un anillo y la promesa de la entrega de 100 talentos de plata, puesto su ama estaba «desesperada ante el desastroso matrimonio al que la habían condenado». Aunque, como habían comprobado esta escaba y el ingenioso Palestrión, Miles babeaba por cualquiera fémina que tuviera brazos y piernas.

Así se llegó al acto final. Con la promesa de un amor pasional y cargado de dinero, Miles echó de mala manera a Erotía. Con una acongoja fingida, la esclava se montaba en un carro acompañada por el esclavo Palestrión. Los sacaba de allí, disfrazado, el amante Pleubucles, como parte de la treta. Poco después Miles salía por patas, atrapado «in fraganti» por el viejo Selenio. Bajo la amenazas del cocinero Carione (Nitzi Arellana), juró no emprender represalias por la fuga de los amantes.

In illo tempore

Plauto fue un celebérrimo escritor de comedias que vivió en la República de Roma entre el 256 y el 184 antes de nuestra era. Su vida se desarrolló en uno de los contextos más duros para la república: Las guerras púnicas. Los dos primeros enfrentamientos con Cartago, a pesar de resultar favorables para Roma, habían generado conflictos internos y una serie de desigualdades que amenazaban con resquebrajar el sistema. Para calmar a las masas, era necesario cumplir con el tópico del «Panem et circenses» (pan y circo) fundamentales para evitar descontentos, y con ello futuras rebeliones. Y en eso, Plauto era un maestro.

Su labor como comerciante de este curioso personaje en la capital de la república generó ese conocimiento que demuestra en las asiduas apariciones de personajes vinculados al mar. Tras arruinarse, se dice que tuvo que empujar una piedra de molino al mismo tiempo que escribía comedias adaptadas del griego. Se conservan 21 textos atribuidos con completa seguridad a Plauto, más conocido en la antigüedad como Titus Maccius Plautus (este último nombre era un término que calificada a aquellos que sufrían de pies planos y a los perros de orejas caídas)

El éxito que cosecharon sus obras le generó tal patrimonio, que para el momento de su muerte (un año antes que el gran enemigo de Roma, Aníbal Barca) el atrio de su villa estaba lleno de talentos de plata.

La compañía de teatro InEstable realizó una formidable adaptación de esta comedia, la más antigua de Plauto, ejercida por un elenco compuesto exclusivamente por mujeres que hicieron las delicias y risas de un público entregado a la cultura. Se demostró que lo antiguo no estaba ni mucho menos «pasado de moda».

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