El albercón de Cartuja mostrará la historia de la ciudad en un espacio singular
La fase histórica más antigua reconocida son unas canteras de extracción de arcillas de época romana
Andrea G. Parra
Granada
Jueves, 27 de enero 2022, 00:03
Nada tiene nada que ver la imagen de este enero de 2022 con la de mayo de 2018 en el albercón de Cartuja. La de ... hace cuatro años no dejaba contemplar ese espacio que se ha recuperado –de momento, de la fase como lo dejaron los jesuitas– que muestra un gran estanque. En aquella ocasión las autoridades locales y los periodistas caminaron por encima; este miércoles han bajado a la alberca, que está totalmente descubierta. Es un lugar especial. A pesar de las obras –los operarios siguen cargando y descargando carros– la cima de la colina docente mira a la ciudad con unas vistas magníficas que inspiran tranquilidad.
En lo más alto del campus de Cartuja, esa colina docente, alberga una zona protegida con un gran valor histórico, paisajístico y medioambiental. La recuperación del albercón y del templete, que se llevará a cabo en una siguiente fase, así como de la acequia de Aynadamar, supone un proyecto de gran valor tanto para la Universidad como para la ciudad. La han ideado como una zona de esparcimiento en la que conocer un poco más de Granada y su historia. No solo se podrá contemplar la ciudad en su estado actual; los ciudadanos podrán conocer las diferentes etapas históricas. En ese estanque están las capas que van desde la etapa romana a la actual. Pegadas y muy juntas, pero cada una simboliza siglos de historia.
¿Alguien se puede imaginar que en un espacio tan tranquilo hubiera simulacros recreativos de batallas navales? Pues parece ser que sí. Así lo están acreditando en la investigación realizada por los especialistas. El palacio o almunia de Ibn Al-Jatib, de las varias que rodeaban Granada en época nazarí, tenía como elemento más destacado el enorme albercón que ahora se ha destapado, más pequeño en realidad, porque, como se ha indicado, los jesuitas parece que lo modificaron.
El hallazgo de un quinto contrafuerte, que se añade a los cuatro que ya eran visibles, extiende al menos cinco metros más por cada lado los límites de la alberca medieval, en cuyo interior llegaron a practicarse esos simulacros recreativos de batallas navales, según los investigadores de la UGR han encontrado en algunos relatos antiguos.
Esta zona alta de la capital es un libro del que se pueden ir abriendo hojas de cada etapa histórica. Hasta la fecha, la más antigua reconocida son unas canteras romanas de extracción de arcillas que quedan bajo el suelo del albercón del Moro. Fueron identificadas por Celso Sánchez Mondéjar, uno de los arqueólogos de la empresa Patrimonio Inteligente que excava bajo la dirección de Guillermo García-Contreras, de la Universidad granadina.
A pocos metros de este albercón está el Alfar romano de Cartuja, un espacio protegido. García-Contreras explicó este miércoles que analizarán esa arcilla del albercón, las tazas residuales, para saber dónde viajó. Está muy limpia, no hay restos, por lo que tendrán que utilizar técnicas específicas. La arcilla de Cartuja, según las investigaciones, se exportaba a la Bética.
Prácticas de máster
Este gran proyecto de recuperación se inició curiosamente en 2014, en las excavaciones del prácticum del máster de Arqueología de la Universidad granadina. Fue esta actividad docente, inicialmente dirigida por el profesor Antonio Malpica, y desde 2017 por el profesor Guillermo García-Contreras, del departamento de Historia Medieval y Ciencias y Técnicas Historiográficas, la primera en alertar sobre la monumentalidad y riqueza del patrimonio arqueológico que había enterrado en lo alto del campus de la Cartuja.
Tras varias campañas, llevadas a cabo únicamente con estudiantes, llegaron los acuerdos entre la Universidad granadina, Emasagra y el Patronato de la Alhambra para ponerla en valor. El presupuesto en esta fase inicial supera los 1,1 millones de euros, que sufragan las tres entidades. La Alhambra, con 500.000 euros.
En la visita girada ayer estuvieron la rectora, Pilar Aranda, el alcalde y presidente de Emasagra, Francisco Cuenca, la directora general del Patronato de la Alhambra y Generalife, Rocío Díaz, y el delegado territorial de Fomento, Infraestructuras, Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía en Granada, Antonio Granados. Además, tomaron la palabra Víctor Medina Flórez, vicerrector de Extensión Universitaria y Patrimonio, y Juan Carlos Torres Rojo, gerente de Emasagra.
La rectora destacó el espacio como lugar de enseñanza y conocimiento que participa en el desarrollo local. Avanzó que están preparando un espacio expositivo importante para mostrar toda la riqueza histórica del campus de Cartuja. Ese espacio museográfico estará, de forma permanente, en alguno de los centros del citado campus, vinculado al proyecto UGR Educa.
Por su parte, el alcalde subrayó la importancia del proyecto para recuperar este espacio para esparcimiento y disfrute de la ciudadanía. «Hoy más que nunca la Alhambra y Granada se dan la mano y su riqueza revierte en los granadinos», dijo Rocío Díaz. Antonio Granados aludió a la importancia de recuperar este espacio para conocer la historia de la ciudad.
La primera fase de las obras de recuperación comenzó el mes de junio pasado. Ya han llevado a cabo la retirada del forjado de hormigón que cubría el albercón, construido en los años ochenta para utilizar este espacio como depósito de agua potable. Además, han realizado actuaciones de conservación y recuperación de todos los muros del interior, así como de las construcciones que lo rodean.
Junto con la recuperación arquitectónica, están realizando excavaciones arqueológicas, tanto en el interior del vaso del estanque como en los alrededores, que están permitiendo conocer la evolución histórica de este espacio periurbano de Granada que comienza en época romana.
Del palacio a la agricultura
Tras el abandono de las funciones palatinas se ha reconocido un periodo de conversión de la infraestructura al servicio de la agricultura por parte de los cartujos, cuando construyeron el monasterio que da nombre al campus en el siglo XVI. En el siglo XIX se produce una nueva actuación de recuperación del albercón, cuando la Compañía de Jesús se hizo dueña de gran parte de los terrenos. Los jesuitas construyeron un nuevo albercón, lo que enmascaró totalmente los restos medievales tanto del interior como del entorno.
En este gran proyecto han evidenciado, además, cómo investigación arqueológica, recuperación patrimonial, conservación arquitectónica y paisajismo están convergiendo. Han participado arqueólogos, historiadores, restauradores, arquitectos e incluso al jardín botánico de la Universidad. Aún queda mucho por investigar y enseñar tanto en el ámbito docente como para mostrar al ciudadano.
La obra continúa y los hallazgos puede que no hayan terminado aún. En los últimos años se han ido estudiando y encontrando instalaciones e historias de gran interés y puede haber más.
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