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Un fotograma de 'Visión'.

Naomi Kawase, la llamada de la naturaleza

Estreno ·

Pocos días después de haber participado en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián, sin obtener ningún premio y con una mejor acogida entre el público que entre la crítica, 'Vision' llega a las salas

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Sábado, 6 de octubre 2018

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En 'El bosque del luto' (2007), la película que consagro definitivamente a Naomi Kawase en Cannes, un anciano quedaba prendado de los arbóles, y de los rayos de sol que se filtraban entre ellos y decidía internarse en la foresta sin destino concreto. Ahí se forjó uno de los espacios característicos de la cineasta nipona, y algunos de sus temas recurrentes: la naturaleza en todos sus aspectos, los árboles como representación de las generaciones que se suceden, la vejez y la muerte como eslabón de la cadena de la vida. Antes ya había provocado el deslumbramiento de la crítica con 'Shara' (2003), en la que también se produce un duelo y una desaparición. Su cine entonces era más enigmático y contemplativo, con planos largos y tanta atención a las sensaciones, los sonidos y las atmósfera como a los personajes. O más.

Han pasado los años y Kawase por un lado ha hecho más asequible su cine; por otro ha abrazado una, digamos, espiritualidad, que roza la filosofía de autoayuda, aunque mantiene un aliento poético que va más allá de los consejos reconfortantes. A veces simplemente parece perseguir la belleza, y el sentido de la vida. En 'Aguas tranquilas' (2014) hizo un hermoso retrato del amor adolescente en una isla paradisíaca, mezclado con la vejez y la muerte, como parte de un mismo ciclo. Kawase fue abandonada por sus padres y criada por una tía abuela cuyo fantasma parece habitar en esos ancianos serenos y sabios que pueblan sus películas. Como la abuela de 'Una pastelería en Tokio' (2015) que se ofrece a contribuir con su receta para mejorar el negocio de un joven con poco éxito. Ella estaba interpretada por Kirin Kiki, actriz muy asociada también al cine de Hirokazu Kore-eda, que falleció hace un mes. Él era Masatoshi Nagase, actor que luego protagonizó 'Hacia la luz' (2017) y que ahora aparece de nuevo en 'Vision'.

Pocos días después de haber participado en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián, sin obtener ningún premio y con una mejor acogida entre el público que entre la crítica, 'Vision' llega a las salas. Las primeras imágenes, y unas cuantas de las posteriores, parecen sacadas de 'El bosque del luto': esos planos de los árboles en contrapicado apuntando al sol se han convertido en una de sus marcas de fábrica, y aquí los utiliza en cadena. Luego entra en acción el actor protagonista que hacía de fotógrafo que se iba quedando ciego en 'Hacia la luz', y dado que este nuevo filme se titula 'Vision' parece una autocita, también por la forma de interpretar el personaje, y por algunas de sus místicas declaraciones. Aunque aquí 'Vision' es el nombre de una hierba que aparece cada mil años a través de unas esporas y que tiene capacidad de «acabar con el dolor humano», en general. En la última parte llega el tema de la maternidad que ya ocupaba 'Genpin' (documental con el que la cineasta compitió por primera vez en Sasn Sebastián), y ahí además de fortalecerse la sensación de que Naomi Kawase recolecta en 'Vision' todas sus hierbas, se confirma una visión algo retrógada de la mujer, que parece que solo puede realizarse e integrarse con la naturaleza y el mundo cuando es madre.

La cineasta Naomi Kawase.
La cineasta Naomi Kawase.

Kawase elabora un tratado pretendidamente elevado de frases más apropiadas para completar una colección de postales de atardeceres («el amor es como las olas, no se detiene», «la muerte es un largo sueño», «no recordaba que una hoja podía ser tan bella»), entre un torrente de imágenes del bosque, de los rayos reflejados en el agua, de árboles que representan lo que se transmite de generación en generación... todo bello y sensible, pero demasiado obvio, empalagoso, y sobre todo, presentado con poco rumbo y menos concisión. El buen gusto de Kawase en el manejo de la cámara parece quedarse vacío de contenido. Aunque también hay espectadoras, primordialmente, que se dejan seducir por ese aliento 'new age' y benefactor que Kawase parece haber abrazado definitivamente, a juzgar por los aplausos y comentarios que cosechó en San Sebastián.

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