Edición

Borrar
Stanley Kubrick y Malcolm McDowell en el rodaje de 'La naranja mecánica', la primera película cuya traducción al español corrió a cargo de Vicente Molina Foix.
En casa de Stanley Kubrick

En casa de Stanley Kubrick

El escritor Vicente Molina Foix rememora en un libro su relación con el mítico director a lo largo de veinte años al traducir al español los diálogos de sus películas

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Viernes, 5 de abril 2019

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Todo empezó con una llamada de Carlos Saura. En 1978, Vicente Molina Foix daba clases de Literatura Española y Traducción Literaria en la Universidad de Oxford cuando el director de 'La caza' le propuso una oferta que no pudo rechazar. Warner Bros. se había puesto en contacto con él a petición expresa de Stanley Kubrick para que dirigiera el doblaje español de 'La naranja mecánica'. Saura necesitaba a alguien que se inventara un nuevo lenguaje para los 'drugos' protagonistas y elaborara dos listas de diálogos: una para el doblaje con actores y otra para los subtítulos.

El filme más polémico de Kubrick se había estrenado en Nueva York en 1971 y llegó a España cuatro años más tarde. La censura solo permitió que se viera en versión original, y aún así fue la segunda película más taquillera aquel año por detrás de 'Tiburón', manteniéndose en los cines doce meses ininterrumpidos. Molina Foix empezó entonces una colaboración con el genial director que se prolongó durante veinte años y cinco películas y que solo acabó con su muerte antes del estreno de 'Eyes Wide Shut'.

El escritor Vicente Molina Foix, traductor al español de los diálogos de cinco películas de Kubrick.
El escritor Vicente Molina Foix, traductor al español de los diálogos de cinco películas de Kubrick.

Novelista –Premio Nacional de Literatura en 2007–, poeta, autor dramático, director de cine y crítico durante años en las páginas de 'Fotogramas', Molina Foix relata en'Kubrick en casa' (ed. Anagrama) su experiencia con un realizador que ha pasado a la historia como ejemplo de artista minucioso y exigente hasta extremos delirantes. Lo advierte en el libro: él no fue «un amigo ni un estudioso de Kubrick, sino un contratado ocasional en los doblajes». Sin embargo, tuvo el privilegio de tratar al mito en Childwick Bury, la mansión de más de cien habitaciones en las afueras de Londres con jardines, pabellones y casitas pintorescas en la que vivió desde 1978 tras comprársela a un magnate de la hípica.

Y es que Kubrick odiaba volar porque estaba convencido de que los márgenes de seguridad en la aviación comercial eran deficientes. Solo viajaba en barco pese al riesgo de los icebergs. «Llámelo cobardía informada», admitía. Reproducir la selva vietnamita a una hora de su casa para 'La chaqueta metálica' no fue la mayor locura de un director que en cada estreno ponía contra las cuerdas al estudio con el que trabajaba, Warner, al imponer por contrato que realizadores de prestigio se encargaran en cada país de la dirección del doblaje, contando asimismo con actores conocidos de cine y teatro y no con profesionales del ramo.

Ese es el motivo por el que en España sufriéramos en 'El resplandor' a Joaquín Hinojosa doblando a Jack Nicholson y a Verónica Forqué a Shelley Duvall. También fue Kubrick en persona quien decidió que José Luis López Vázquez fuese el narrador irónico de 'Barry Lyndon'. Cuando Carlos Saura no pudo atender su llamada, el cometido recayó en otro cineasta que admiraba el neoyorquino, Jaime de Armiñán. En una divertida metedura de pata para un obseso de la fidelidad, Molina Foix desvela que Mario Camus acabó ocupándose del doblaje de 'La chaqueta metálica' porque Kubrick creía que era el autor de la película española que más admiraba, 'El espíritu de la colmena'. Lo era de 'La colmena' a secas.

«No ceda, mister Camus. Ellos tendrá que aceptar lo que usted pida, sea la cantidad que sea, así está estipulado en mi contrato con Warner Bros», soltaba Kubrick por el manos libres del teléfono mientras los jerifaltes de la 'major' en España se echaban las manos a la cabeza. El grado de exigencia que el autor de '2001. Una odisea del espacio' tenía consigo mismo también se lo exigía a sus colaboradores. Sin reparar en gastos ni plazos. «Take your time» (tómate tu tiempo) era el mantra de este perfeccionista maniático, que consultaba a Molina Foix qué refrán escribe obsesivamente Jack Torrance en la máquina de escribir de 'El resplandor' (esa escena se rodó en varios idiomas) o la sucesión de tacos que suelta el sargento Hartman en 'La chaqueta metálica'. Gracias a Molina Foix, Joker se convirtió entre nosotros en el recluta Bufón y Gomer Pyle en el suicida Patoso.

Stanley Kubrick junto a Jack Nicholson en el rodaje de 'El resplandor' frente a la maqueta del laberinto vegetal del hotel Overlook, que el realizador conservó en una esquina de su salón. Abajo, en el set de su última película, 'Eyes Wide Shut', y durante el rodaje de 'La naranja mecánica' en 1970.
Imagen principal - Stanley Kubrick junto a Jack Nicholson en el rodaje de 'El resplandor' frente a la maqueta del laberinto vegetal del hotel Overlook, que el realizador conservó en una esquina de su salón. Abajo, en el set de su última película, 'Eyes Wide Shut', y durante el rodaje de 'La naranja mecánica' en 1970.
Imagen secundaria 1 - Stanley Kubrick junto a Jack Nicholson en el rodaje de 'El resplandor' frente a la maqueta del laberinto vegetal del hotel Overlook, que el realizador conservó en una esquina de su salón. Abajo, en el set de su última película, 'Eyes Wide Shut', y durante el rodaje de 'La naranja mecánica' en 1970.
Imagen secundaria 2 - Stanley Kubrick junto a Jack Nicholson en el rodaje de 'El resplandor' frente a la maqueta del laberinto vegetal del hotel Overlook, que el realizador conservó en una esquina de su salón. Abajo, en el set de su última película, 'Eyes Wide Shut', y durante el rodaje de 'La naranja mecánica' en 1970.

Pocas personas han tenido el privilegio de curiosear en la casa del director más idolatrado de la historia del cine y descubrir en una esquina del salón la maqueta del laberinto de 'El resplandor' (el real estaba en el jardín rodeado de copos de nieve de plástico). Molina Foix no llegó a ver los ataúdes criogénicos de los astronautas hibernados de '2001', que, según asegura la leyenda de Síndrome de Diógenes, Kubrick había reconvertido en congeladores domésticos. El cineasta se interesaba por cómo transcurría la vida en España sin Franco y si era cierto que Saura ya no estaba con Geraldine Chaplin.

En una ocasión hasta accedió que Molina Foix le hiciera una entrevista de 90 minutos recogida en el libro, en la que confiesa que trata de ver «todas las películas» que se hacen. «Tengo un proyector en casa, así que me resulta muy fácil.Las películas de las que puedo conseguir una copia prestada me las paso en casa, y las que no, voy al cine a verlas. Pero trato de verlo todo». «¿Y cuáles le gustan?» «Las buenas», ríe Kubrick, que adoraba 'La ardilla roja' de Julio Medem.

Vicente Molina Foix se ocupó también de la traducción de películas tan conocidas como 'En los límites de la realidad', 'Mad Max 3', 'Cristal oscuro', 'Gremlins' y 'Elegidos para la gloria'. Cuando diez años después de su última colaboración, Kubrick le preguntó cómo se podría decir en castellano 'Eyes Wide Shut', no podía sospechar que en su última visita a Childwick Bury ya no estaría su anfitrión, fallecido en 1999 antes del estreno. Su viuda Christiane y su cuñado Jan Harlan, custodios de su legado, le guiaron una luminosa mañana a la tumba en el jardín.

Gracias a un permiso extraordinario, ya que en el Reino Unido está prohibido enterrar fuera de un cementerio, Stanley Kubrick reposa bajo un árbol longevo sin lápidas ni símbolos religiosos. Tan solo unas piedras indican la presencia de un cineasta de quien se contaba un chiste a comienzos de los 80. Spielberg muere y va al cielo, pero en las puertas no le dejan entrar: a Dios no le gustaban los directores de cine. Entonces, una figura vestida con pantalones de pana manchados y viejas zapatillas de deporte pasa en bicicleta. «No es ése Stanley Kubrick?», pregunta Spielberg. San Pedro echa una mirada preocupada al ciclista y contesta. «No, es Dios. Pero se cree Stanley Kubrick».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios