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Nacho López, Óscar Martínez, Mafalda Carbonell, e Inma Cuesta, la familia protagonista de 'Vivir dos veces'.
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El abuelo se queda sin recuerdos

Una excéntrica familia guiada por un catedrático de matemáticas asaltado por el alzhéimer protagoniza la road movie de María Ripoll

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Miércoles, 4 de septiembre 2019

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Qué pobre memoria es aquella que solo funciona hacia atrás, sancionó Lewis Carroll. Al protagonista de 'Vivir dos veces' la memoria le sirve para vivir anestesiado, inmerso en su rutina diaria rellenando sudokus con la eficacia del profesor de matemáticas que fue. Sin embargo, cuando las primeras señales del alzhéimer provocan que su mundo se tambalee, este viudo cascarrabias se ve asaltado por visiones de la infancia en las que se ve junto a la niña que pudo ser el gran amor de su vida y que dejó pasar porque lo primero eran los estudios. Así que, antes de que su disco duro se borre del todo, emprende la improbable búsqueda de aquella cría, hoy venerable señora, en compañía de una familia que podría perfectamente tacharse de disfuncional.

Óscar Martínez, el gran actor argentino que hemos disfrutado en 'Relatos salvajes', 'El ciudadano ilustre' y la reciente 'El cuento de las comadrejas', lleva el peso del noveno largometraje de María Ripoll, que repite en el género de la comedia, aunque 'Vivir dos veces' se deslice por momentos hacia el drama y también pueda verse como una road movie con salida en Valencia y llegada en Estella (Navarra). «Sigue siendo comedia, un género en el que me siento cómoda, aunque 'Vivir dos veces' es mucho más que eso; es una 'dramedy'», avala la autora de títulos como 'Ahora o nunca' y 'No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas'. «Me siento especialmente orgullosa de haber logrado ese tono, con el que en los momentos duros y tristes nos podamos reír un poco de la vida y de uno mismo para darle un guiño de esperanza a nuestra propia existencia».

A Óscar Martínez le acompaña su hija en la ficción, Inma Cuesta, impecable en un ingrato papel como visitadora médica y esposa de un cretino dedicado al coaching que le pone los cuernos (Nacho López). La nieta del protagonista corre a cargo de una de esas niñas con luz, Mafalda Carbonell, la hija de diez años del cantante Pablo Carbonell, que sufre artrogriposis múltiple congénita y que, pese a su cojera, ha demostrado su desparpajo en televisión. Ripoll también concede un papelito a una embarazadísima Aina Clotet, a la que Leticia Dolera no quiso para su serie, en lo que parece un guiño de apoyo a la actriz.

Óscar Martínez, un abuelo analógico, y su nieta digital, Mafalda Carbonell.
Óscar Martínez, un abuelo analógico, y su nieta digital, Mafalda Carbonell.

«Encontrar a la nieta no fue tan fácil, pero finalmente apareció Mafalda Carbonell, que ha hecho un gran trabajo, creando la mejor Blanca que podríamos haber imaginado», se congratula María Ripoll. «El papel estaba escrito para una adolescente de catorce o quince años, pero cuando se presentó Mafalda al casting con sus diez recién cumplidos, con su descaro, simpatía y sensibilidad, vi que podíamos crear a una Blanca muy auténtica». Su química con Óscar Martínez se explota en las escenas en las que esta nieta pegada al móvil conecta con un abuelo analógico que nunca ha ejercido como tal. Ambos comparten mala leche y desdén por la familia que les ha tocado en suerte.

Una Albufera de postal

'Vivir dos veces' se beneficia de un reparto estupendo, en especial un Óscar Martínez que de la misantropía pasa al desamparo cuando comienza a advertir que ya no puede sumar ni acordarse de los nombres. No funciona igual de bien el carácter de road movie con familia excéntrica, a lo 'Little Miss Sunshine', y Ripoll descoloca con los quiebros tonales, del humor chusco al melodrama almibarado, del gag físico al paisaje de una Albufera de postal.

«Cuando leí el guion me atrapó enseguida la idea que persigue su protagonista: antes de empezar a olvidar, quiere recordar», remarca la directora. «'Vivir dos veces' es un retrato, en tono de comedia, del paso del tiempo, una reflexión sobre la madurez y sobre el cambio que supone para una familia las consecuencias de la llegada de la madurez».

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