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La fotografía de la cinta de Antonioni es espectacular.

Antonioni atípico

Joyas impopulares ·

Contracultura, retrato de un momento y temperatura generacional se funden, a la vez que colisionan, en 'Zabriskie Point', un filme que se ama o se odia

Guillermo Balbona

Santander

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Jueves, 26 de octubre 2017

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Estética y ética se funden en una película-territorio. 'Zabriskie Point' es un lugar en el mundo. Y como tal, participa tanto de lo simbólico e idealista como de lo puramente fisico. Contracultura, retrato de un momento, que es un estado, y temperatura generacional se funden, a la vez que colisionan, en un filme que se ama o se odia pero que difícilmente admite ambas sensaciones.

Revisar o redescubrir la obra de Antonioni, tan atípica en su propia filmografía como estridente y quizás extraña en tiempos de confusión existencial, es un reto a la mirada y al sentido del compromiso. La obra del cineasta de 'El eclipse' es desierto y espacio metafórico, transgresión y militancia, desesperación y grito, fuga y búsqueda, y en ese juego de contrarios reside su alumbramiento, entre la ilusión y el desencanto. Es una de esas películas que solo se han podido realizar una vez pues se conforman como un espejo de un deseo colectivo, reflejo de un incendio social, de sombras revolucionarias y emociones visionarias.

Con la presencia entre los guionistas de Sam Shepard, el actor, dramaturgo y escritor recientemente fallecido, el filme vivió un rodaje tan convulso como la atmósfera en la que discurría. Política, antiamericanismo, enfrentamientos, movimientos estudiantiles y el desierto de Arizona. El desasosiego y la ansiedad existencial atraviesan la médula espinal de una película que tan pronto es silencio y contemplación como desaforada y desbordado desequilibrio pasional. Es una obra psicodélica y desesperada, nihilista y desencantada.

Del campus al Valle de la Muerte hay un viaje interior y exterior que Antonioni traza entre la innovación y la mirada clásica. La banda sonora de Pink Floyd, salpicada de temas de Rolling Stones o Roy Orbison , entre otros, se entrelaza con la geografía californiana y el filme se convierte en una bandera y en un grito. El inconformismo y el nihilismo, el epílogo explosivo frente al consumismo constituyen el paisaje sentimental y emocional de una obra intensa, que anuncia y destila, y también depura, muchos de los rasgos estilísticos del cineasta italiano.

Album e inventario de la contracultura 'Zabriski Point' retrata a esa juventud inquieta, eufórica y militante, aunque frustrada cuando el sueño es sometido por la especulación y la represión. Morosa y frenética a un tiempo, la obra de Antonioni está marcada por su nervio, su tono entre el manifiesto y la alegoría. El segundo de los tres filmes que ligaron al cineasta con el productor Carlo Ponti –'Blowup' y 'The Passenger' fueron los otros–, recorre el mundo del activista antisistema, el idealismo y el individualismo idealista y solitario.

Pero bajo esa pátina de retrato de una época y de un estado latente de un posible otro mundo también la película combina drama, romance y mirada documental. Hay un clímax surreal, existencialista y pseudo espiritual y místico en esas sensaciones que desprende la cámara de Antonioni cuando logra aunar la inmensidad del desierto con la soledad cómplice y fundida en el amor de la pareja protagonista. Todo el filme tiene un aire de paraíso perdido, aunque 'Zabriskie Point' no logra como retrato de la utopía esa empatía simbólica de filmes como 'Easy Rider' (Buscando mi destino). Estos particulares Bonnie y Clyde de la contracultura son la guía del filme a modo de centauros del amor, del sexo y de la liberación.

Tres fotogramas de 'Zabriskie Point'.
Imagen principal - Tres fotogramas de 'Zabriskie Point'.
Imagen secundaria 1 - Tres fotogramas de 'Zabriskie Point'.
Imagen secundaria 2 - Tres fotogramas de 'Zabriskie Point'.

Sin embargo el cineasta parece más preocupado en forjar una demostración de estilo que en potenciar la seducción emocional y abanderar esa mezcla de rebeldía y desencanto a la que apela como crónica de un tiempo roto. Aunque el argumento parece pulular entre lo ligero, liviano y superficial, la obra asoma y pervive como un compendio en el que se suceden o solapan la opresión consumista, la juventud inconformista, el pacifismo, la protesta y las reivindicaciones de defensa de la igualdad e integración racial.

Formalmente, el teleobjetivo y las escenas a cámara lenta, lo documental se imbrican en el clima contracultural de la época. El cineasta de 'El reportero' conforma un fresco de la juventud hippie y el periplo existencial frente a la desigualdad social, el racismo, las armas, el consumismo, el mercantilismo y la sombra de Vietnam. Quizás prima un perfil plano de sus criaturas pero su sentido crítico, ironía visual y estética efervescente vehiculan este elogio del deseo que sirve de palimpsesto de una época.

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