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Una curruca cabecinegra contempla el trozo de plástico negro de invernadero que ha provocado que el arbusto se seque y no haya larvas de insectos para alimentarse

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Una curruca cabecinegra contempla el trozo de plástico negro de invernadero que ha provocado que el arbusto se seque y no haya larvas de insectos para alimentarse J. E. GÓMEZ

Plásticos de invernadero, pena de muerte para los ecosistemas

Toneladas de basura agrícola abandonada en laderas y acantilados impiden el desarrollo de fauna y flora

Juan Enrique Gómez y Merche S. Calle

Martes, 9 de abril 2019, 23:30

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Mira fijamente la enorme masa de color negro que cubre los espinos secos de una cambronera. Es una pequeña curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) que en primavera busca insistentemente insectos y frutos para llevar a sus polluelos en el nido oculto en un arbusto cercano. Parece preguntarse qué es esa cúpula negra, sin vida, que ha provocado que una de las plantas habituales del ecosistema donde vive esté seca en época de lluvias. No hay larvas de insectos porque ya no hay hojas de las que alimentarse. La pequeña curruca buscará otras plantas que aún no hayan sido cubiertas por plásticos y escombros. Sabe que cada vez es más difícil encontrar el alimento que sus descendientes necesitan, lo que significa una drástica reducción de las posibilidades de supervivencia de la especie, que según SEO Birdlife, se encuentra seriamente amenazada por la desaparición de sus hábitats por la agricultura intensiva, las urbanizaciones turísticas y los vertidos contaminantes, entre ellos, el plástico procedente de invernaderos.

Los continuos vertidos de residuos alrededor de los cultivos intensivos se convierten en un 'virus' letal para la biodiversidad del litoral granadino

Muy cerca del borde del acantilado, situado en la costa oriental de Granada, una tórtola intenta encontrar semillas entre los plásticos blancos, cuarteados por el sol, caídos desde el invernadero situado a unos metros más arriba, en la ladera donde un grupo de perdices intenta sortear los sacos de redecilla plástica abandonados tras ser usados en el interior de la explotación agrícola.

El incremento de vertidos de residuos procedentes de la construcción y mantenimiento de invernaderos en la costa granadina se ha convertido en una verdadera amenaza para la viabilidad de los ecosistemas costeros. Grupos ecologistas de la costa de Granada denuncian desde hace años la falta de actuación de las administraciones para evitar que algunos agricultores abandonen sus plásticos viejos en cualquier sitio en lugar de llevarlos a los espacios para reciclado existentes en diversos puntos de la costa granadina y almeriense. La falta de control por parte de la administración es tan palpable que muchos agricultores abandonan los residuos, en muchos casos tóxicos, junto a sus propias explotaciones agrícolas, sin temor alguno a ser sancionados. Los carteles de prohibido arrojar basuras (existentes en algunos puntos considerados de vertido habitual, sobre todo en barrancos) no impiden que la acumulación de residuos crezca día a día.

Desde medios de comunicación, redes sociales, organizaciones internacionales, se alerta de la proliferación de plásticos en los mares y el problema que suponen para el futuro de las especies marinas y por tanto del hombre. Pero junto a nuestros pueblos y ciudades, mientras todos hablan de economía sostenible y respeto al medio natural, la realidad es que se deja hacer, se mira para otra parte mientras los ecosistemas mueren. El vertido de plásticos de gran densidad sobre una ladera de matorral mediterráneo, ya degradado por la alteración que supone la presencia de estructuras que han eliminado las escorrentías y reducido los aportes de agua, provoca que el matorral autóctono muera y no pueda realizar su función de refugio y alimento de una gran cantidad de organismos, que a su vez son el sustento de otras especies, como aves y micromamíferos. Los beneficios que el ecosistema genera en su entorno desaparecen y a medio plazo el territorio se degrada hasta convertirse en desierto.

Plásticos de invernadero abandonados en la primera línea de playa del municipio de Albuñol, en el lugar ocupado por los invernaderos que fueron desalojados por la D. G. de Costas
Plásticos de invernadero abandonados en la primera línea de playa del municipio de Albuñol, en el lugar ocupado por los invernaderos que fueron desalojados por la D. G. de Costas J. E. GÓMEZ

La recuperación de la franja costera del delta de Albuñol, tras la eliminación de más de un centenar de invernaderos, ha dejado al descubierto toneladas de plásticos que permanecían ocultos entre las diferentes explotaciones y las rocas que, para formar escolleras, habían sido depositadas por los agricultores para evitar el envite del mar.

Desde hace unos años, el llamado ´mar de plástico' de Almería ya no es el enorme vertedero de residuos agrícolas que fue durante casi dos décadas. Las medidas de control y la concienciación de los agricultores ha reducido de forma muy considerable la presencia de vertidos incontrolados en el área de cultivos intensivos, una cierta 'limpieza' puede observarse entre los grandes invernaderos. Varias plantas de reciclaje de plásticos, situadas en puntos estratégicos, han contribuido al cambio en positivo. En cambio, en la costa oriental de Granada, donde las áreas ocupadas por invernaderos crecen año tras año, algunos agricultores no quieren entender que los vertidos matan el ecosistema que ellos mismos habitan.

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